Dependencia alimentaria en Canarias

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No lo he visto en ningún medio digital. Solamente la he escuchado, con insistencia, en RADIO CLUB TENERIFE. La gente de ASAGA vuelve a denunciar la intolerable realidad de que en Canarias importamos el noventa por ciento de todo lo que comemos y de lo que ponemos en la mesa a los doce millones de turistas que de manera suicida recibimos.

 

Tengo que recordarles a las personas soberanistas, nacionalistas, autodeterministas, independentistas o, simplemente canaristas, que de nada sirve pelear por Canarias de manera genérica y testimonial, si no rechazamos en primer lugar la absurda dependencia alimentaria en la que, junto con la energética, nos han sumido los bardagos que han gobernado Canarias.

 

Se habla de la agobiante carga de desempleo y de miseria  que sufrimos en Canarias. Y los egoístas empresarios del turismo, la única actividad económica que funciona bien (para ellos, para los empresarios, claro) en estas islas, dicen que sus empresas no pueden solucionar ese problema. Sin embargo, no dicen que esas empresas no hacen nada absolutamente por apoyar al sector primario. 

 

La criminal indolencia oficial abandona a la agricultura y la ganadería y permite, cuando no anima, a las empresas hoteleras y a las de la distribución comercial, la importación masiva de alimentos de bajo precio pero ínfima calidad, que compiten deslealmente con la producción local. Una competencia tan brutal, que ha terminado por sacar a los alimentos canarios del mercado. Y, para mayor vergüenza del gobierno de Paulino, existe una empresa pública, Gestión del Medio Rural, GMR de Canarias, que ha desertado de su misión, función y objetivo de potenciar la generación alimentaria isleña. GMR llega a la absurda traición de comercializar alimentos importados, con la peregrina excusa de "potenciar la oferta de la empresa".

 

Cuando el totorota Paulino, presidente dos veces de Canarias, a pesar de perder sendas elecciones, enarbolaba la bandera antipetrolera, las dependencias alimentaria y energética que ha permitido en dos mandatos eran la mejor prueba de su doblez. Es ridículo echárselas de defender los mares canarios, cuando no se han defendido al sector primario, fuente de alimentos.

 

El abandono supino de la producción alimentaria canaria tiene efectos terribles en el empleo y en las finanzas de un territorio alejado [de Europa] que paga monstruosas facturas por importación de alimentos. Sin embargo, esa no es la peor cara del problema. Lo más angustioso es el peligro estratégico en que vivimos todos los días los dos millones de personas que vivimos aquí, más los cientos de miles de turistas que se encuentran en nuestras islas. En estos momentos, la brutal depresión financiera motiva que las existencias de alimentos básicos en el archipiélago no alcancen más allá de una semana. Y en tales condiciones, pocas voces nos alzamos con ira para avisar que, en caso, nunca descartable, de un conflicto o catástrofe que afecte al transporte marítimo de mercancías, en Canarias nos encontraremos en una carencia de alimentos dramática.

Escuchen, soberanistas: Sin soberanía alimentaria y energética, nunca se conseguirá la soberanía política.

 

Fuente: lacasademitia.es

Agropecuario