La Cotmac y los paisanos
Wladimiro Rodríguez Brito *
[El debate en estos momentos sobre la utilidad de la Cotmac está bastante
hueco. Ahora se impone una organización más dinámica y menos burocrática, la
que recoja las demandas sociales de unos campesinos totalmente alejados de la
agricultura y la que armonice naturaleza y paisanos. La gestión de nuestro
medio tiene que contar con agricultores y ganaderos, no solo con funcionarios
sancionadores, que nos cargan de papeles dificultando toda actividad económica
en el campo.]
Vemos
estos días/un supuesto debate sobre la Comisión de Ordenación del Territorio
y Medio Ambiente de Canarias (Cotmac)[1] en que no se tratan los
problemas en profundidad. Cada vez está más claro que no hemos gestionado bien
nuestro territorio en los últimos años. La ruptura cultural y social que se
está produciendo pone de manifiesto que necesitamos pautas menos burocráticas
y más cohesionadas entre paisaje y paisanos.
La
actuación de las cinco administraciones con competencias sobre el territorio ha
desarrollado un marco legal con un punto de vista totalmente urbanita, guiadas y
aconsejadas por nuestros políticos, arquitectos, biólogos, abogados, sociólogos,
geógrafos, etcétera. La Cotmac nació como una potente herramienta para frenar
la urbanización descontrolada y desordenada que asolaba nuestro suelo, pero con
el cóctel legal de difícil aplicación que hemos generado, así como una
brutal burocratización, la Cotmac no ha sido capaz de resolver gran parte de
los problemas para los que fue creada.
El debate en estos momentos
sobre la utilidad de ese organismo está bastante hueco. Ahora se impone una
organización más dinámica y menos burocrática, la que recoja las demandas
sociales de unos campesinos totalmente alejados de la agricultura y la que
armonice naturaleza y paisanos. La gestión de nuestro medio tiene que contar
con agricultores y ganaderos, no solo con funcionarios sancionadores, que nos
cargan de papeles dificultando toda actividad económica en el campo.
La naturaleza en Canarias es
parte de nuestra cultura tradicional. La crisis que sufre el campo, en parte,
está causada por la desconexión entre administrados y administración. Va a
ser cada día más difícil gestionar nuestro territorio sino contamos con
nuestros campesinos. La continua despoblación de nuestros pueblos y caseríos
tiene mucho que ver con el fracaso de las leyes ambientales actuales. La represión
legal de toda actividad está generando campos cargados de pasto sin ganado y
canteros y huertos llenos de maleza, combustible en los largos veranos canarios.
Hasta hace unos años, la flora y la fauna necesitaban protección por el avance
imparable del piche y el cemento. Hoy las leyes que demanda el mundo rural son
de apoyo al paisano, que es el que está en vías de extinción. En nuestros
pueblos no hay relevo generacional. Mientras continúa el abandono de nuestros
campos, se siguen cerrando centros escolares en Anaga, en Teno, Agulo, Garafia
...
Con la actual Cotmac, vamos a tener una cosecha poco halagüeña. Hay que reaccionar. Hace ya unos años que al campo no lo ahoga el cemento. Necesitamos herramientas que rompan con burocracias urbanas alejadas de la realidad rural. No podemos mantener lagartos y rabiles si nos limitamos a reprimir y sancionar a los que viven en contacto continuo con la naturaleza. Adaptemos nuestras administraciones, y en particular la Cotmac, para que sean más sociales y menos burocráticas. Incorporemos a los paisanos a nuestro paisaje, siempre sin volver atrás a sembrar especulación.
*
DOCTOR EN
GEOGRAFÍA POR LA UNIVERSIDAD DE LA LAGUNA
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