Cuando Canarias se negó a si misma
[A
trancas y barrancas, peleando contra el centralismo de todos los regímenes,
desde la República democrática a la dictadura golpista, Canarias consiguió establecer una economía y una fiscalidad
diferentes a la del continente.]
No hace falta gastar mucha saliva en
defender que Canarias ha tenido un acervo fiscal y
económico singular y diferente a cualquier otra comunidad española. La
disposición adicional tercera de la Constitución española de 1978 lo reconoce
cuando dice que "la modificación del régimen económico y fiscal del
archipiélago canario requerirá informe previo de la Comunidad Autónoma".
Todo
el entramado creado en Canarias desde 1852 con el decreto de Puertos Francos,
la ratificación de las franquicias en las leyes de 1870 y 1900 y la creación de
los Cabildos y los arbitrios insulares en 1912 y 1913 respectivamente,
desembocó en la Ley de Régimen Económico y Fiscal de 1972 (ley de REF). A
trancas y barrancas, peleando contra el centralismo de todos los regímenes,
desde la República democrática a la dictadura golpista, Canarias consiguió establecer una economía y una fiscalidad
diferentes a la del continente.
Pero
todo eso nos lo cargamos. Cuando España decidió integrarse en la Unión Europea
quiso arrastrar tras de sí a los canarios. Las islas eran un molesto agujero
fiscal en la malla comunitaria. Las tabacaleras europeas, en manos de los
Estados miembros (España, Italia y Francia, especialmente), pusieron el grito
en el cielo ante el peligro de permitir la existencia de una plataforma
manufacturera en Canarias que pondría labores hechas aquí, con valor añadido
europeo, en sus mercados. No en balde estaban en Canarias las principales
multinacionales del sector. Había que cargarse la industria canaria, cosa que
hicieron.
Además,
se pusieron en marcha poderosos resortes en favor de la integración en la unión
aduanera. Se habló de los peligros de un archipiélago tan cerca del continente
africano y fuera de la esfera fiscal y monetaria (futura) de la Unión Europea.
De la muerte de la agricultura y la industria. No les aburro. Se vendieron
todas las excelencias de la plena integración y se garantizaron numerosas
ayudas. Cambiamos de modelo fiscal y abandonamos los restos de siglos de
tradición librecambista.
Como
nunca hemos sido tontos del todo, Canarias intentó
seguir siendo singular dentro de la Unión Europea. Así que nos integramos
dentro del concepto de la "ultraperiferia", que son los territorios
europeos que están donde el demonio perdió el rabo. Durante años nos han llegado
ayudas y compensaciones de diferentes fondos. Los resultados ya los conocen.
Nuestra industria y nuestra agricultura no se han desarrollado en el PIB
canario. El costo de la vida en las islas se ha vuelto casi insoportable. Y el
mercado laboral es un cementerio con más de 350.000 tumbas.
Se
dice ahora que la Hacienda central no está por aprobar el paquete de ayudas de
Estado que forma la parte económica del REF. Que Madrid aproveche para devaluar
el REF canario es algo normal. Al centralismo burocrático no le gustan las
excepciones a la norma. Prefiere que Canarias negocie cada año y por separado
todos los convenios, acuerdos y ayudas a que formen los restos de un fuero
canario. Un fuero por el que nunca luchamos y que aceptamos enterrar nosotros
mismos. Fue Canarias, primero, la que se negó a sí misma y a su historia.
Eligió mal. Y a las pruebas me remito. Ahora, la puntilla.
Jorge Bethencourt *
* Reroducido del periódico El
Día, martes 2015-01-20