Cabras asesinadas por el Cabildo de
Gran Canaria
«»
Pedro J. Brissón
La
historia apoyada por la arqueología demuestra que los primeros pobladores de
las Islas Canarias trajeron consigo, -entre otros animales-, cabras y cochinos,
la lógica estriba en que no son animales grandes y ocupan poco espacio para
llevarlos en navíos. Además, se reproducen bastante bien, las cabras aportan
leche y con ésta se puede hacer queso, con lo cual, desde los inicios del
poblamiento de Canarias las cabras han estado con nosotros y han sido
fundamentales y de primer orden en la dieta alimenticia.
Por
suerte para ellas, en esa época no existía el Cabildo, ni la Consejería de
Medio Ambiente, ni los negocios de subvenciones de Europa hacia Canarias. ¡Todo
por dinero!, no se crean que por un repoblamiento de especies autóctonas, los
medianeros pedigüeños iban a ondear la bandera ecologista. Primero, porque la
vida animal prevalece para un ecologista y segundo, porque cuando tanto interés
se pone en la ejecución, es a causa de que lo económico está detrás y
prevalece para ellos. Y es que la cultura política en esta tierra se basa en un
modelo económico de subvención y lloriqueos hacia Europa, modelo que le ha ido
muy bien a estos medianeros, pero no al resto del pueblo.
El
Cabildo, además, ha sido capaz de contratar mercenarios españoles
“especializados”, para que estos asesinos se diviertan jugando al tiro al
blanco, -en este caso tiro a la cabra-, y digo bien, ¡asesinos!, ya que matar
por dinero, dejando abatidos a los animales sin recuperarlos, es un asesinato
sistemático y en este caso, además lucrativo.
Y
tan asesino es el que manda matar, como el mercenario que lo ejecuta con
premeditación. El Cabildo ha demostrado en su orden de aniquilamiento de
centenares de cabras, que no tiene el mínimo respeto a la vida, es vergonzoso
que tenga en sus manos la responsabilidad de Medio Ambiente, este organismo al
que representa y que le queda grande, ya que no llega ni a medio, por no decir,
ni a un cuarto ambiente siquiera, al acometer tal acción despreciable y
deplorable. Una cosa es matar para comer y otra cosa es intentar hacernos creer
que las hierbas que comen las cabras es motivo para exterminarlas, desde los
inicios de arribadas para poblar las Canarias, las cabras no han eliminado la
flora autóctona, sino que la han fortalecido…
Dejo
para finalizar un extracto de un
correo que me mandó el Padre Báez, creo que bastante elocuente y que deja más
claro lo que quería decir: …¿Acaso hay ejemplares más hermosos que løs guaniles? Observen no estoy
canija, como las cabras de corrales comedoras de piensos y químicas, a las que
les prohíben pastar y andar libres como nosotras. Es mentira que nos guste
ramonear: pinos, cipreses, cedros, etc. Sólo comemos hierbas y arbustos como:
escobones, teheras, azucareras, vinagreras, etc., ¡y hasta juncos!, pero jamás
comimos: tabaibas, beroles, y otras basuras protegidas. En cuanto a las plantas
protegidas y autóctonas, las reforestamos al llevar el polen en nuestro pelo, y
las semillas en nuestras cagarrutas, que depositadas en el lugar apropiado y en
espera del agua ya tienen hasta el abono de inicio; somos las que desde siempre
hemos mantenido la vegetación o flora existente, y sin nosotras -científicamente
demostrado por el mismo cabildo que permitió mi muerte- desaparecerá la flora,
por más que endémica o como sea. Nunca pensé, que mi curiosidad me costara la
vida, y no por una caída sino por un tiro que no merecía, sino la máxima
protección, por pertenecer a la mejor clase de cabras que haya en el mundo.
Ecologistas de pacotilla, de menos de dos dedos de frente, maniáticos y fanáticos,
están contra nosotr@s, y entre el reino animal-vegetal, prefieren a las
plantas, las mismas que nosotr@s respetamos, pues depende de ellas nuestra
supervivencia (y ellas las plantas- necesitan de nosotras, para seguir
existiendo, y disculpen me repita. Ojalá esta muerte sin razón, sirva para que
no se siga cometiendo este gran atentado contra la vida…(Padre Báez)
Pedro J. Brissón 22/11/2015
Otros
artículos de Pedro J. Brissón Sosa