Cabildos y unidad de Canarias

 

 

Mateo López Rivero *

 

El pasado 4 de julio de 2009, en una revista gratuita dominical de una cadena ibérica de prensa con dos sucursales en Canarias, se publicó una entrevista a un prolífico escritor de cuentos -y ahora parece que también aficionado a inventar- natural de Lanzarote. No vamos a mencionarlo para no hacerle propaganda, pero creemos que el título de la entrevista, "Espíritu en estado puro", debe de referirse a "espíritu de sal" por el cáustico de sus respuestas.

Este competidor de Lafuente Estefanía y Corín Tellado vino a decir que "quien sea independentista en Canarias es retrasado mental o defiende intereses espurios", por lo que, además de cuentista y dado a los inventos, demuestra ser un intolerante de dudosa catadura moral, al usar una enfermedad tan grave como insulto o descalificación.

Pero lo que más nos llamó la atención fue su otra afirmación de que "primero vendría la división provincial y luego la independencia de cada isla". Es el recurso más socorrido de los pseudointelectuales al servicio -cobrando o no- del nacionalismo españolista. Hacernos creer que España está en Canarias para evitar que nos peleemos entre nosotros, cuando en realidad es ese Estado el que siempre ha fomentado, guiado -ahora sí- por intereses espurios, la confrontación entre canarios.

Seríamos -según criterio del cuentista- menores de edad para ser soberanos, pero en Identidad Canaria opinamos justo lo contrario: ya somos lo suficientemente mayorcitos para elegir nuestro destino. Sólo tenemos que dotarnos de los instrumentos administrativos y políticos que se ajusten a nuestra idiosincrasia particular, sin importar fórmulas concebidas para alimentar la confrontación.

Uno de estos instrumentos fundamentales son nuestros cabildos insulares, que nada tienen que ver con las diputaciones españolas y que, según el inolvidable socialista tinerfeño Antonio Carballo Cotanda, constituyen una de nuestras principales señas de identidad, junto con las históricas franquicias.

Los cabildos, instituciones propias de las colonias de ultramar, existen desde la Conquista hasta que fueron suprimidos por la Constitución española de 1812 y restaurados, tras largas luchas de la sociedad civil canaria, un siglo después.

Nuestros antiguos cabildos disponían de casi todas las competencias de Gobierno insular e, incluso, como el de Tenerife, de la facultad de acuñar moneda durante más de dos siglos. Su restauración en 1912, aunque sin competencias tan amplias, constituyó un triunfo de las tendencias regionalistas frente al biprovincialismo, dotándose de autonomía financiera y ganándose el reconocimiento y respeto de nuestro pueblo.

Lamentablemente, la lucha cabildista no pudo culminarse en aquel momento histórico con la creación de un organismo coordinador a nivel nacional canario, por los acontecimientos bélicos de la época y la división provincial auspiciada por el dictador español Primo de Rivera, pero ilustres canarios como Nicolás Estévanez, Pedro Pérez Díaz, Ramón Gil Roldán, Manuel Velázquez o Franchy y Roca, entre otros, nos señalaron el camino para construir nuestro autogobierno desde la base de nuestros cabildos insulares, mediante los que cada isla administre sus propios recursos, y su coordinación a través de un Gobierno Federal canario, que corrija los desequilibrios interinsulares y la doble insularidad.

En Identidad Canaria, junto a la mayoría de nuestro pueblo, entendemos que sabemos cuidarnos solos y organizarnos a nuestra manera para vivir con dignidad en el concierto de los pueblos del mundo, sin tutelajes interesados y abusadores, como los que nos proponen algunos cuentistas e inventores desprestigiados.

* De Identidad Canaria

25/ago/2009