Juan García Luján
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Estas
dos semanas que han pasado desde el hundimiento del Oleg Naydevov nos han
servido para comprobar los efectos nocivos que la inhalación de piche ha
producido en animales, autoridades y en personas piadosas. El piche causa daño
no solo en la tortuga boba, también en la ministra lista. Bueno, lista según
para qué. Para convertir en sospechosos a todos los canarios y controlar sus
movimientos en puertos y aeropuertos a través de la exigencia del certificado
de residencia, Ana Pastor ha demostrado ser listísima. Pero para controlar a
barcos piratas, para mandar a tiempo los recursos frente a una peligrosa situación
creada por el incendio de un barco, para tener personal que lo aleja y lo acerca
a la costa. Para eso la ministra no parece tan lista. A lo mejor es el efecto
del piche.
Esta borrachera de piche también trastornó a nuestro Mencey antipetrolero que
se nos volvió mansito ante la estrategia de la ministra de convocar con él las
ruedas de prensa. Parece que el afán reivindicativo de Paulino Rivero es
inversamente proporcional a la posibilidad de compartir minutos de telediario.
Pero ya sabemos que los pastores necesitan un rebaño, no se conforman con una
oveja sola. Por eso la ministra no se podía creer que varias multinacionales de
la ecología le ofrecieran a un candidato para pastorear las ovejitas canarias
dispuestas a arreglar lo que la ineptitud política y la falta de recursos había
provocado. “Pastor, aquí tienes a uno de los nuestros”, le dijeron varias
organizaciones ecologistas, según la versión del nominado que controla a una
de las organizaciones nominadoras. Y la ministra aceptó encantada a Ezequiel
Navío, el portavoz de esa Oficina de Acción Global que montó el cabildo de
Lanzarote y que fue tan criticada por el PP. En la viñeta de este lunes en LA
PROVINCIA el humorista Padylla resumía de forma fantástica lo ocurrido:
“Fomento cree que lo prioritario es tapar los agujeros para evitar las
fugas”, y dibujaba a un ecologista con la boca sellada por el robot que trajo
Pastor. Los humoristas contando lo que se silencia o se ignora.
Pero la Excelentísima Pastor debería de saber que con dos ovejas no se hace un
rebaño y que, afortunadamente, en Canarias la lucha por nuestra naturaleza es
anterior a la llegada de multinacionales petroleras (y de las ecológicas), y
anterior a la transformación en ecologistas de presidentes de cabildos y de
gobiernos, y anterior a la apertura de oficinas globales y de comisionados
especiales. Por eso hace bien la gente de Ben Magec en no prestarse al juego de
convertirse en peones del comisionado gubernamental que monta una hermosa web
donde no se cuenta que Fomento está detrás de la operación que podría
llamarse “salvemos la gaviota empichada”. No quieren arder los ecologistas
de aquí en la hoguera de las vanidades.
Es cierto que no estamos ante un inmenso desastre ecológico, pero por una
cuestión de suerte, ya que no se hundió un petrolero. Pero mientras la
ministra nos distrae con el robot (de una empresa privada) en el Puerto de Las
Palmas se hacen oscuros negocios que investiga la fiscalía, atracan barcos
piratas, los bomberos acuden al incendio sin tener competencias ni espuma, no
hay una zona refugio para casos de incendio.
Todo eso pasa en ese puerto en el que tienen responsabilidades políticas el
Ministerio de Fomento y el Gobierno canario, con un consejo de administración
donde políticos, empresarios y sindicalistas han estado cobrando más de 600
euros netos por reunión (dietas en su horario laboral que han recortado a 500,
todo un sacrificio) para hablar de negocios en lugar de plantear medidas
preventivas en un puerto por el que pasan miles de petroleros al año. Se ignora
a los científicos canarios que llevan décadas estudiando nuestro mar, no se ha
encargado un plan de contingencia ante accidentes de petroleros, no se han
articulado planes de cooperación con Marruecos que está sacando petróleo ahí
enfrente. Tanta guerra por el petróleo que está debajo del mar y tanto
pasotismo ante el peligro de los petroleros que pasan cada año entre las islas
(¡por aguas que siguen siendo internacionales!). Me temo que no aprenderemos de
esta borrachera de piche y lo peor es que la próxima borrachera, si la provoca
un petrolero, nos dejará una resaca mucho más grave.
Este
artículo también se publica hoy en el periódico La Provincia Diario de Las
Palmas
Juan García Luján es
periodista, de las islas Canarias. Ha trabajado en radio, prensa y televisión.
Entiende el oficio de periodista como la posibilidad de informar, comunicar y
reflexionar en alto. Todavía cree que es una profesión útil para la sociedad.
Después de 20 años de oficio no confunde libertad de empresa con libertad de
expresión.