AUTOODIO Y  ENDOFOBIA

 

 

«» Juan Francisco Díaz Palarea

Uno de los países coloniales mas depredadores que han hecho más daño a pueblos y culturas en el mundo es lo que se denomina hoy España; un mosaico de países manejados por una ciudad Madrid y por gobiernos fascistas corruptos que con el terror, la cruz, la espada, inquisición, reyes, policías, jueces, burguesía mercantilista castellana han dominado vidas y haciendas de otros pueblos a los que han sometido en la Historia implementándoles a la fuerza su cultura, religión y lo peor sus costumbres..., cometiendo verdaderos genocidios culturales en otros pueblos a los que ha intentado acabar con su lengua y usos y costumbres propios.

El autoodio y la endofobia son los sentimientos más perniciosos que el nefasto colonialismo español y en la historia de la humanidad, ha ido inoculando en muchas de las personas de los pueblos que ha invadido o sometido y colonizado a través de la violencia o el terror.

El Reino de España, con sus gobernantes de turno además de acabar con millones de vidas humanas, ha aniquilado muchas culturas y costumbres en su "glorioso" camino de evangelización y colonización, imponiendo a la fuerza su lengua, sus costumbres, su religión, etcétera. Las secuelas que a la larga quedan de todo este injusto en el colonizado y sus descendientes, impiden cualquier tipo de reacción encaminada a mantener incluso la mínima dignidad que como todo ser humano tiene de revelarse contra el que le está quitando su puesto de trabajo o expoliando los recursos y riquezas de su Tierra. En vez de producir en el colonizado una justa y legítima reacción de xenofobia contra el colonizador, contrariamente le causa un sentimiento de endofobia.

En la actualidad, Canarias tiene demasiados enemigos: algunos, sin embargo no están fuera sino dentro, mejor dicho no son de fuera, son de dentro. El problema de estos canarios no es que estén enamorados de España, el enamoramiento por sí mismo no es nocivo, no es malo, aunque a veces nuble al cerebro.

Lo esperpéntico es que se odian a sí mismos, y eso sí es grave: es grave porque quien se odia a sí mismo cae inevitablemente en la trampa de querer ser de otro. No hay nada más frustrante y patético que la negación de uno mismo y la afirmación del otro que te está maltratando o fastidiando. El colonialismo español por su perversa experiencia histórica sabe muy bien como se consigue estos niveles de autoodio en la población que tiene sometida, dominada o colonizada.

 

A este diabólico fin se llega, a través de un largo proceso que culmina en una inferiorización transferida, que deviene del sufrimiento causado a través de la violencia física o tortura y más tarde en la violencia psíquica o psicológica que por su magnitud provoca la derrota moral de la víctima, su capitulación incondicional. A partir de ahí, el dominador puede hacer lo que le venga en gana con su presa, con su esclavo, con su cautivo. No sólo no encontrará resistencia sino que los reproches que les haga o los castigos que le imponga, será entendido por ésta como merecidos. El dominador o colonizador, por lo tanto, se habrá ganado mucho más que la sumisión de la víctima o colonizado, mucho más que su rendición, se habrá ganado su admiración. A este estado vil e ignominioso se llega por una mal-convivencia prolongada entre dominador o colonizador y dominado o colonizado.

La dominación psicológica a diferencia de la física necesita tiempo para que dé frutos, debe ser persistente y uno de los frutos más valiosos, desde el punto de vista del dominador, es el sentimiento de culpabilidad del dominado. No importa que el dominado sea un hombre, una mujer o una nación. No cabe la menor duda que Canarias es una nación dominada y sometida a la nación española: de ser una nación libre y soberana, fue transformada por el colonialismo español, en una nación cautiva y dependiente, con la detestable ayuda siempre de los traidores y colaboracionistas canarios de turno que se engordan con la derrota y el sometimiento sangrante del Pueblo Canario. A cambio de este pernicioso efecto cainita, estos lacayos o esbirros del colonialismo español se engordan anímicamente, físicamente y económicamente. Se da la sangrante paradoja, de que algunos canarios son los que esconden su propia historia y se sirve de eufemismos para eludir los pasajes que podrían ofender los sensibles oídos de España. Han sido agredidos por ella, pero no se lo pueden decir. Y el agredido y resignado canario no se queja. ¿Donde está la agresión?, se preguntan. El sentimiento de culpabilidad que los colonizadores españoles les han inculcado a los canarios es tan elevado que necesita encontrar culpables entre sus hermanos que luchan por su libertad e independencia. Se da la sangrante realidad que el canario colonizado muchas veces es objeto del hazmerreír del español colonizador, que aprovecha cualquier motivo para menospreciar o menos valorizar al canario, por el contrario el colonizador rechaza ser objeto de su misma medicina, tachando al Canario Digno o Independentista de racista y xenófobo.

Desgraciadamente los canarios sumisos acaba sintiéndose incapaz de cuestionar las razones del dominador o español colonizador: los deseos de estos son órdenes para ellos. Para mayor inri, sucede además, que los colaboracionistas del colonialismo español potenciados y ayudados -como no podría ser de otra manera- por los gobiernos de turno del Reino de España, están siempre al loro y atentísimos en destruir cualquier atisbo de crecimiento de la conciencia nacional de los canarios. Estos traidores colaboracionistas se han disfrazado algunas veces en la colonia apestosa canaria, de progresistas o internacionalistas o de ser ciudadanos del mundo, con ribetes de la "izquierda" colonial española que en el devenir de los tiempos se ha empecinado en escupir críticas corrosivas y despreciativas de todo lo que suene a Identidad Canaria, Nación Canaria o Conciencia Nacional Canaria. Es un hecho notorio e irrebatible: que cuando el colonialismo español observa que comienza a elevarse el nivel de autoestima y la conciencia nacional en el Pueblo Canario, pone a funcionar a tope su infernal y aberrante maquinaria colonial, que trasmuta la autoestima o dignidad canaria, en autoodio o endofobia.

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