Arico: otro campo es posible
«» Wladimiro Rodríguez Brito
En el municipio de Arico
y otros de la vertiente sureste tinerfeña, en un paisaje agreste y árido
marcado por un clima seco y ventoso, la vida rural siempre ha sido
particularmente dura. Pero allí, a pesar de la grave crisis económica, es una
gran satisfacción ver cómo la Cooperativa Cumbres de Abona anima y dinamiza un
amplio espacio entre Agache e Ifonche.
Hace ya bastantes años
que la crisis de la agricultura y la expansión del sector servicios generó en
esta comarca una pérdida importante de actividad agrícola y ganadera. La
descapitalización fue tal que gran
parte de las tierras cultivadas entraron en abandono; el aparato productivo
tradicional se ha venido abajo, pues siete de las nueve cooperativas han cerrado
sus puertas y un número importante de empresas dedicadas a los tomates y las
papas han tenido la misma suerte.
Ante la situación
general del campo insular, solo se puede elogiar la labor realizada por la
Cooperativa Cumbres de Abona. La dirección de la misma, y en particular Manolo
Marrero, ha dedicado grandes esfuerzos en los últimos años a mantener las
tierras de cultivo en producción. No solo se ha potenciado el viñedo y el
cultivo de olivo en la comarca si no, lo que es más importante, se ha creado un
estado de ánimo y de ilusión en varias cientos de familias que en estos
momentos pueden pensar en la viña, los olivos y otros cultivos como las papas
como actividades viables para la defensa de una economía y cultura que en gran
medida se habían venido abajo.
La viña sigue siendo uno
de los principales cultivos que nos quedan en Canarias, a pesar de la dura
agresión que sufre ahora el sector. Importamos más de 60 millones de litros de
vino, mientras nuestra producción apenas alcanza los 10-12 millones de litros.
Mientras la Cooperativa Cumbres de Abona está pagando las uvas del
La Cooperativa Cumbres de Abona es un ejemplo no solo en el plano social
sino también por la calidad de su producción. Es un motivo más de orgullo
para los tinerfeños, pero más para los que aún labran las tierras y atienden
las viñas, verdaderos jardineros. Todo ello colaborando a la vez en la lucha
contra la erosión y en la retirada de rastrojos para evitar los incendios en
los veranos.
En algunos casos, cultivos de viñas de secano con unos rendimientos pobres nos
indican no solo la dura naturaleza donde se han cultivado tales cepas si no,
sobre todo, el esfuerzo que han hecho nuestros campesinos por cultivar y obtener
algún rendimiento de tierras cultivadas en condiciones extremas.
En Abona, en muchos casos se tienen cosechas de viñedo s cultivados con
pluviometría inferior a los 200 11m2 y año, mientras que en otros casos, en
los viñedos enjable que se riegan, los rendimientos permiten que una familia
pueda atender y vivir de la tierra con superficie de policultivo, papas, viña,
de incluso inferior a una hectárea.
El oasis cultivado en el sotavento de Tenerife es un laboratorio de
trabajo, de esfuerzo, de cultura en la que eljable primero obtenido en las
cuevas, cargado al hombro o bien al lomo de los camellos, fue creando toda una
cultura muy sabia. Hoy ocupa un espacio significativo entre Ifonche y Chimiche
sin olvidar los cultivos hasta la comarca de Agache. Los estanques,
canalizaciones de agua y sorribas que cubrieron en los años 40-60 del siglo
pasado miles de hectáreas transformaron el paisaje singular de los jables de
Tenerife.
La
lección que nos ha dado Manuel Marrero, cargada de realismo y optimismo sobre
el campo es muy importante ante el desierto social actual. Aprendamos de la
ruptura de los cuellos de botella que a veces impone la administración y la
burocracia de los papeles, o de la orfandad ante promesas no cumplidas de ayudas
económicas a la viña por parte de la administración. Son muchas las
dificultades superadas en la limpieza y mantenimiento de obras hidráulicas en
la zona o los problemas de calidad y cantidad de agua, ya que la supuesta
desaladora de Granadilla no se sabe cuándo entrará en funcionamiento.
A pesar de todo esto, Manolo Marrero demuestra que enfrentarse a la crisis significa también crear bancos de tierras para jóvenes, política de créditos agraria, formación profesional que acerque a nuestros jóvenes al campo. Todo esto es una filosofía que es posible y realizable, como bien ha demostrado la Cooperativa Cumbres de Abona, a la que no solo le queremos dar la enhorabuena, si no animar a responsables políticos y económicos de esta tierra a seguir pasos completos para crear riquezas y estabilidad social, incorporando gran parte de nuestra población activa a actividades del sector primario. Otro campo y otras islas son posibles, estos hechos así lo demuestran.
*
DOCTOR
EN GEOGRAFÍA POR LA UNIVERSIDAD DE LA LAGUNA
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