Santiago
del Teide: almendros de futuro
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Wladimiro
Rodríguez Brito *
Ahora que el invierno deja paso a la primavera, miles de personas
visitan los campos antaño cultivados de almendras, higueras y otros frutales.
Lo almendros en flor son un paisaje emblemático en nuestras islas, desde Punta
Gorda o Santiago del Teide hasta Tejeda.
Aparte de recrear nuestra vista, la belleza de esa floración nos debe
recordar la situación de abandono de nuestros campos. Aunque no hace muchos años
nuestro cuarto producto de exportación por importancia eran las almendras,
ahora el consumo local de almendras e higos se cubre con importaciones en su práctica
totalidad.
Santiago del Teide es un claro ejemplo del deterioro del campo insular. Los últimos 70 años han sido de continuo cambio: la agricultura de subsistencia de secano pasó, gracias a pozos y galerías, a la expansión en los años cincuenta de los cultivos de exportación.
Más recientemente, la
sociedad de servicios traída por el turismo alejó el foco económico de toda
actividad agraria, empobreciendo el paisaje y eliminando las empresas que
gestionaban el territorio, como las cooperativas de Acayrno y Tamaimo o el
mercadillo del agricultor.
Se ha eliminado toda actividad significativa en el sector primario, con
lo que ante la crisis actual no hay alternativas para nuestra sociedad rural.
Tampoco se ha cuidado la complementariedad entre turismo, paisaje y productos
locales. Hasta la mayor finca del municipio, en lo que fue el señorío de
Santiago del Teide, está en total abandono. Para añadir más leña al fuego
(literalmente), nuestra administración ha dotado de una absurda protección
total a la flora que ahora ahoga nuestros frutales. Tabaibas, escobones,
lechugones y un largo etcétera se han convertido en intocables, en tabú, en
reliquias sagradas, mientras que nuestros frutales agonizan junto a los
molledos, malpaíses y goronas.
Otro modelo es posible. Aunque se cuentan con los dedos de la mano, aún
hay agricultores que atienden los frutales en este municipio. Son ejemplos
dignos de mención por la valiente labor que realizan, podando e injertando
nuevos frutales en las agrestes zonas altas. Son una luz y una referencia sobre
otra manera de hacer las cosas, de recuperación, de cultura y de paisaje, como
lo que hace Cipriano, agricultor y ganadero del Valle de Arriba que tiene
algunos campos atendidos.
Nuestros campos tienen futuro, son una salida viable y, en estos duros
momentos, pueden generar muchos puestos de trabajo. Defendamos la producción
local, para así tener una menor dependencia de los alimentos del exterior y una
defensa ante los incendios en los largos veranos canarios. Sirvan estas líneas
para sembrar y plantar otra manera de hacer las cosas, de comprometemos con el
futuro de esta tierra.
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La
ruta de los almendros en flor
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