Algo
más que una tirita
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Mary C. Bolaños Espinosa. *
[…La
violencia machista es un problema social y público, no una cuestión privada.
La violencia machista es consecuencia de un sistema patriarcal que alimenta la
apología del machismo. ..]
Estoy
harta de minutos de silencio. Estoy cansada de escuchar siempre las mismas
declaraciones. Me duele el dolor de la familia de Laura González. Me indignan
los que consideran este asesinato como un caso aislado, producto de los celos,
una locura que empañó las fiestas lustrales. Me ofenden los programas
electorales llenos de buenas intenciones hacia las mujeres, que luego se quedan
en papel mojado ante los intereses de los mercados.
Estamos
en el siglo XXI y más de 600 mujeres han sido asesinadas en el último decenio
en el Estado español, por ser mujeres; 23 en el año 2015, 6 en el mes de
julio.
Y,
desgraciadamente, estos datos se refieren solo a la violencia contra las mujeres
causada por sus parejas o exparejas. Por tanto, se trata de una aproximación
restrictiva a esta realidad y son la punta del iceberg, que se manifiesta a través
del maltrato físico y psíquico, y cuyo origen es el machismo presente en
nuestra sociedad.
La violencia
machista es un problema social y público, no una cuestión privada. La
violencia machista es consecuencia de un sistema patriarcal que alimenta la
apología del machismo.
Una realidad que,
en casos tan crueles como el de Laura, angustia, lastima, y genera dolor social.
Una realidad ante la que los gobiernos suman las muertes a las estadísticas,
hacen el correspondiente minuto de silencio y emiten un comunicado de apoyo a la
familia y de repulsa por la “muerte”. Una realidad a la que pretenderán dar
respuesta, en los próximos presupuestos educativos, sanitarios y sociales, con
un conjunto de acciones puntuales y deslavazadas. Un profundo desgarro que se
intentará curar, una vez más, con una tirita.
Es
evidente el fracaso en la lucha contra la violencia de género. Se ha ido a las
consecuencias (actualmente ni siquiera éstas se atienden) y eso implica no
cuestionar el sistema sobre el que se sustenta su origen. Es necesario que se
realice una rigurosa evaluación de los resultados de las políticas estatales,
autonómicas y locales que se han implementado en relación con la lucha contra
esta violencia.
La violencia
sexista, que debería movilizar toda la capacidad de indignación social y todos
los recursos del Estado, se perpetúa año tras año mostrando la falta de
voluntad política, que se concreta en una insuficiencia presupuestaria, en la
debilidad de las políticas de protección, así como en la inexistencia de
verdaderas políticas de prevención.
La
autonomía económica, personal y afectiva, la coeducación, la educación
afectiva y sexual, la respuesta institucional y la implicación del conjunto de
la sociedad, son factores clave para que las mujeres hagamos efectivo nuestro
derecho a desarrollar nuestras vidas en libertad, dignidad e igualdad. Y, es
evidente, que no han sido atendidos.
En
este duro verano, hay una diferencia. Se acaban de celebrar elecciones
municipales, a los Cabildos Insulares y al Parlamento canario; y en pocos meses,
tendremos elecciones generales.
Toca
derribar a los gobiernos que nos han conducido a la situación actual. Las mujeres estamos pagando los costes
más inhumanos de la llamada crisis y poder recuperar un trabajo digno y unos servicios públicos que cubran
nuestras necesidades es una cuestión prioritaria. Pero hay que ir más allá
para que podamos vivir en igualdad. Es necesario cambiar el sistema y cambiar
las mentes.
Hacen falta otros
modelos de vida y de trabajo que no dañen a los seres humanos, que hagan
sostenibles modelos basados en la felicidad y que no destruyan el planeta. Se
trata de trabajar para vivir bien, para avanzar en la autonomía de las
personas, en la igualdad y en la diversidad como riqueza, para contribuir al
crecimiento personal, para ser libres.
Toca
incorporar, de forma real, la perspectiva de género a
los
proyectos políticos, de elaborar propuestas destinadas a
modificar las discriminaciones de género. Toca un cambio real, que recoja también la agenda de
derechos humanos de las mujeres.
Y
ello requiere que la visión del mundo feminista sea incorporada a cualquier
actividad política. Requiere
que las NECESIDADES HUMANAS estén en el centro de la ACCIÓN POLÍTICA de los
gobiernos. Requiere RECURSOS y VOLUNTAD POLÍTICA.