Por más vueltas que se le dé, sólo hay una solución

 

 

Isidro Santana León

 

[Canarias se encuentra en una magnífica coyuntura internacional, donde si lograra convertirse en un Estado independiente podría jugar un papel fundamental por el interés que suscita para muchísimas naciones, por ser claves nuestra situación geográfica y nuestras infraestructuras para el movimiento y fabricación de mercancías, visto el gran mercado que ya se mueve en el continente africano.]

 

¿Qué frena nuestro desarrollo?, ¿qué nos impide ser uno de los pueblos con la mayor renta per cápita del mundo? ¿Qué nos imposibilita tener una educación de nivel y un sistema de enseñanza acorde con nuestras singularidades? ¿Qué nos priva de tener una sanidad pública y de calidad? ¿Qué nos niega tener una industria derivada de nuestras potencialidades y una inversión público-privada en I+D+I que nos posibilite competir en el mercado igual, y hasta mejor, que muchas potencias económicas? ¿Qué se opone a que articulemos nuestros sectores productivos de autoabastecimiento y exportación: primario, secundario, terciario (agricultura, ganadería, pesca, minería; industria, astilleros navales, construcción; turismo, comercio, ocio) dentro de una eficaz diversificación, organización y respeto por el medio ambiente? ¿Quién nos prohíbe que los sectores estratégicos (energía, comunicaciones…) esté en manos nacional y pública canaria? ¿Qué se opone a que Canarias se relacione directamente con otros países, inclusive con los vecinos de nuestro continente, para entablar relaciones comerciales? ¡La dominación española y la imperiosa necesidad de la soberanía nacional de Canarias! 

 

Aunque se ponga como excusa que la crisis actual es la culpable de todos nuestros males, la realidad es que la enfermedad política, económica, social y cultural de Canarias, tiene su origen desde el momento en que el colonialismo español puso su pie y metió su mano en nuestra nación, hace más de quinientos años. El colonialismo se ha perpetuado en Canarias merced de una boñigarquía colaboracionista, de la que, en todas las etapas, gobiernos y puestos estratégicos, han estado al frente los descendientes de los que se apropiaron las tierras por “derecho de conquista” y por nepotismo, y una pequeña parte de indígenas conversos que ayudaron a someter a nuestro pueblo, quien mantiene y socorre el statu quo que la metrópoli ha predeterminado sobre nuestra nación, a cambio de prebendas, comodidades y notoriedad. Esta boñigarquía no tendría funcionalidad si no fuera por el auspicio de la prensa distorsionadora colonial, de los intelectuales rastreros y estómagos agradecidos, de la ilegítima horda judicial que ejerce como pilar coercitivo y de abuso contra el más débil, de una policía de ocupación destinada a la intimidación o represión de las víctimas y salvaguarda de banqueros y empresarios corruptos, y de tantos mamones apátridas, avenidos a la putrefacción que pulula secularmente por nuestra desafortunada Canarias.

 

Si analizáramos los apellidos y líneas genealógicas, podremos comprobar que el pueblo canario ha estado siempre gobernado por los mismos clanes, que se ilustraron en prestigiosos colegios del Clero y que, contrariamente a lo que hicieron los descendientes de los españoles en América, rebelarse contra el colonialismo español –aunque fuere por egoísmo, los promotores de la independencia americana fueron criollos e hijos de caciques y adinerados–, esta boñigarquía colonial canaria prefiere estar a flote y con notoriedad en el retrete, mientras los intereses de nuestro pueblo se van por el desagüe. Un 32٪ de paro en las Islas, más los que no están inscritos porque han perdido la esperanza, son, incontestablemente, cifras de países subdesarrollados. No obstante, estos bufones que se hacen llamar autoridades, además de incumplir la ley impunemente, desamparan los verdaderos intereses y derechos de los canarios, haciendo insustanciales amagos de enojo con los indistintos gobiernos de metrópoli, pero sin ahondar en la gran cuestión de Canarias como es que la soberanía nacional se la traspasen a nuestro pueblo para poder vertebrar nuestro Estado.

 

España se hunde hasta la desaparición porque en el subsuelo no tiene firme, sino mierda, y no hay forma de reflotarla ni de asearla. El gobierno español miente a su `pueblo en todo lo que le dice y le esconde la funesta realidad de una galopante involución de la economía, porque desde antaño desmantelaron los sectores productivos para los políticos poder enriquecerse mediante la especulación, y quien no tiene nada que producir, nada tiene que vender: es un axioma. En cambio, Canarias se encuentra en una magnífica coyuntura internacional, donde si lograra convertirse en un Estado independiente podría jugar un papel fundamental por el interés que suscita para muchísimas naciones, por ser claves nuestra situación geográfica y nuestras infraestructuras para el movimiento y fabricación de mercancías, visto el gran mercado que ya se mueve en el continente africano. Del Producto Interior Bruto que generaría nuestro archipiélago, se podría aprovechar para construir un país próspero: una sociedad donde impere la justicia social y se tomen medidas contundentes contra los corruptos; donde se administre una sanidad pública, gratuita y de calidad; donde la educación se articule con la participación de todos los implicados, que sea gratuita, pública y obligatoria; donde los sectores energéticos y de comunicaciones estén en manos públicas, sean auditadas por asambleas o colectivos populares cuando éstos quieran ver las cuentas; donde exista una banca nacional para favorecer prestamos a los innovadores y emprendedores que quieran dinamizar sectores económicos no especulativos, auditada por asambleas o colectivos populares; donde exista una hacienda que le “corte las manos” a los defraudadores, extranjeros o nacionales, que generen divisas en Canarias. No se me ocurre más y tampoco pretendo elaborar una Constitución; esa se haría en su momento con la participación de toda la sociedad canaria. Lo que sí creo necesario y urgente es que, nuestro pueblo, con el acicate y la orientación de los intelectuales libres, de los profesionales vocacionales, de la gente comprometida y honesta, debemos comenzar a trabajar en este proyecto nacional para Canarias: primero, porque nuestra nación sólo será próspera sin la dominación española; porque tenemos un derecho histórico e inalienable a la emancipación y la libertad (Declaración Universal de los Derechos Humanos); porque tener pueblos bajo dominación colonial es un delito reconocido en el marco de las Naciones Unidas; por cuestión de honor, que no de patrioterío: ningún hombre puede ser dueño de otro y, por lo tanto, ninguna nación o pueblo puede ser dueño de otro, y porque Canarias tiene y debe relacionarse con todos los países del mundo y no con los que se le antoje a España, que son ninguno.

 

Como remate, aclaro que en una colonia no puede haber democracia, es una contradicción. En una colonia, tampoco puede ser socialista, comunista, anarquista, ni persona de bien, si no se es independentista: es una incongruencia ser libertario y oponerse a la libertad del pueblo que está bajo dominación colonial. Y para que se desengañe quien quiera, ningún partido españolista logrará el bienestar del pueblo canario, como tampoco esos seudonacionalistas, impostores y esbirros, que chupan al compás del folclorismo más ridículo y abyecto, porque la solución de nuestro problema pasa inexorablemente por independizarnos de España.

 

20/02/13

 

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