Vidas miserables en el campo y en la
ciudad
“…
saca pan de los campos… hace brotar hierba para el ganado…” (de la segunda
antífona del Oficio de lecturas del Domingo II [salmo 103]).
El
Padre Báez *
Depauperados,
no solo los campesinos, ya alcanza a los capitalinos o a los de las grandes áreas
de concentración humana; vidas miserables en uno y otro lado, pero más a los
del uno; reprimir y exprimir a mi pueblo, antes de posibilitarle comida y
libertad (que por el estómago -o boca- nos tienen cogidos y callados); tamaño
dispararte (proteger lo que debe extirpar y desaparecer), controlar a la población
campesina, para que no dañe ni se roce con las tabaibas, cual si de ellas
nuestras vidas dependieran; la inseguridad y el miedo reinante en el campo que
paraliza a todo campesino, por temor a ser multado.
Y
en medio este pueblo se debate entre el hambre y la muerte, a la par que sus
gobernantes miran hacia otro lado, sin querer ver la realidad (que les sustenta
a ellos y mata al pueblo); se expulsa así, violentamente, al campesino del
campo después de haberlo explotado, quitándoles todos sus bienes, incluida la
casa y tierra, y a veces hasta la vida; hay numerosas muertes no informadas
sobre el cómo, por amparar la extensión y multiplicación de las tabaibas, y
no tanto el que el campesino coma y viva de su tierra y actividad propia; la
obligación de desplazar a pobre gente del campo hacia afueras y guetos de las
grandes poblaciones, donde reina el hambre, la droga, la inseguridad…,
corrupción ésta no contada ni tenida en cuenta, con serlo y de las peores.
Mienten con regeneraciones de flora y terrenos, con despilfarros en dinerales
que nada consiguen sino engañar a Europa que les da o envía dinero para tales
fines y frutos (¡nada!); nos obligan a tragedias no escritas, ni contadas, y
vividas con gran dolor y sin esperanza…
Invito
al amable lector, a que ante este decálogo -más o menos- de mis consecuencias,
apunte dos más suyas, en el espacio que le dejo libre:… “Se obstaculiza y
persigue la producción propia y se protege y estimula la que viene de fuera,
que encuentra un mercado desabastecido del cual se apoderan sin contemplaciones
ni consideración alguna. Culpables, en orden de cercanía: Los ayuntamientos,
los cabildos, el gobierno de Canarias, que se dice autónomo pero que está a la
orden y desorden de España y de la Comunidad Europea, con reglamentos, normas y
leyes hechas en su beneficio -de los de p’a fuera- y en contra de los canarios
y de Canarias. ¡Nos tratan como a una colonia! -se suele decir- porque,
mal que nos pese, somos una colonia. ¡Hasta que deje de serlo!
*
Fernando
Báez Santana, Pbtero.