La verdad sobre la libertad de prensa

Ernesto Vera

Al fundarse la Federación Latinoamericana de Periodistas (FELAP) en 1976, uno de sus principios expresó que: "La libertad de prensa la conciben como el derecho de nuestros pueblos de ser oportuna y verazmente informados y a expresar opiniones sin otras restricciones que las impuestas por los mismos intereses de los pueblos".

Mucho antes, en 1951, se había proclamado por los periodistas, mediante el Acta de Montevideo, que: "El papel que la prensa había cumplido junto a Martí, Bolívar, Mariátegui, el cura Hidalgo o Flores Magón, fue modificado. El periodismo que había nacido por la libertad se había convertido en un negocio, la noticia en una mercancía y el periodista en un asalariado. La prensa estaba de espaldas a los pueblos".

De la quinta Conferencia Panamericana, celebrada en Chile en 1923, surge la idea de realizar una conferencia continental de la prensa que se realiza en Washington tres años después. Juan Gargurevich relata que "era la primera vez que se reunían tantos propietarios de periódicos de América Latina y no está de más recordar que los temas por las diferentes mesas no incluyeron los problemas de los periodistas mismos. A los norteamericanos les interesaban los dueños, no los empleados". Por cierto, el presidente de Estados Unidos en esa oportunidad era Calvin Coolidge, el mismo que ordenó la invasión a Nicaragua contra Sandino y envió a la silla eléctrica a Saco y Vanzetti.

En fecha todavía más lejana, 1889, José Martí dijo sobre el resultado de la Primera Conferencia Panamericana que "ha llegado para la América española la hora de declarar su segunda independencia". En aquellas crónicas publicadas en La Nación, de Buenos Aires, está presente, como pocas veces, el ejercicio del periodismo sagaz y digno, de compromiso con la ética profesional y la patria grande.

ANTECEDENTES MÁS RECIENTES

Hace 16 años en la VII Cumbre Iberoamericana, se aprobó por primera vez en esos foros un acuerdo, el número 38, con el siguiente texto: "Por constituir requisitos indispensables de la democracia reafirmamos los derechos a la libertad de expresión, de información y de opinión, fundamentos del derecho que tienen las personas a recibir información libre y veraz, sin censura ni restricciones".

Han pasado casi 30 años desde que se acordó en el seno de la UNESCO con el apoyo de todas las organizaciones internacionales y regionales de periodistas, los diez principios éticos internacionales del periodismo. El primero de ellos: "El derecho del pueblo a una información verídica".

En 1980, la UNESCO dio aprobación al informe McBride (Muchas voces, un solo mundo), documento histórico en la lucha por el Nuevo Orden Internacional de la Información y la Comunicación (NOIIC). Del extenso texto extraemos: "Parece necesario establecer nuevos procedimientos gracias a los cuales el público esté en condiciones de ejercer efectivamente el derecho a evaluar la acción de los medios de comunicación social. La importancia de la misión periodística en el mundo actual requiere la adopción de medidas encaminadas a realzar su posición en la sociedad. Incluso hoy, en muchos países los periodistas no son considerados como miembros de una profesión, ni reconocidos y tratados en consonancia con ello".

El Día Mundial de la Libertad de Prensa, proclamado en 1993 por la Asamblea General de Naciones Unidas, cumple además 20 años en el 2013. Con este motivo, la UNESCO presentará la publicación titulada Pressing for Freedom, que da cuenta de la revolución tecnológica experimentada por las redacciones de todo el mundo en los dos últimos decenios, una libertad, que no se ha traducido en un mayor respeto de las libertades fundamentales.

Los dueños de los medios, sobre todo los monopólicos pro-oligárquicos, han devenido cada vez en verdaderos secuestradores de la verdad y utilizan efemérides como la que se celebra el 3 de mayo para sus estrechos fines.

LA SIP-CIA

Ese y no otro es el resumen de una historia perversa de 124 años que se manifiesta en nuestros días con el agravante de la concentración y monopolización de los medios que tienen su origen en aquel panamericanismo, la eliminación de las regulaciones contra los monopolios y la mentira en complicidad con los intereses imperialistas. Es cada vez más comprobable el alejamiento ético de los grandes medios como expresión similar del sistema que los ha generado y mantenido.

La Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), fundada en La Habana en 1943 y refundada por la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y el Departamento de Estado en Nueva York en 1950, es la que ha determinado, desde entonces, dónde existe o no libertad de prensa.

Es la misma organizadora de campañas feroces contra todo lo que signifique el derecho social, colectivo, además del individual a recibir información veraz, que es la única base legítima de tal concepto.

La maniobra consistió en cambiar los estatutos y, de un voto por país, como existía, darle un voto a cada medio afiliado. De esa manera, Estados Unidos contó con 424. Para ello se impidió la asistencia a esa Conferencia de los pocos delegados progresistas.

En el caso de Cuba, a Carlos Rafael Rodríguez, quien era a la vez Tesorero de la organización, se le impidió llegar a Nueva York y lo confinaron en la prisión de inmigración que tienen en la base de la llamada Estatua de la Libertad.

A otros, como el peruano Genaro Carnero Checa, le negaron la visa por haber pertenecido al Partido Comunista. Así se realizó el secuestro de la SIP y la libertad de prensa que ya dura 63 años.

ACTUALIDAD

Creo conveniente recordar esos hechos porque expresan dónde ha estado la cuestión esencial de una llamada libertad de prensa dominante que rechaza el reconocimiento de la función de los medios como un derecho de la sociedad.

Mientras sea solo la libertad de expresión —derecho individual— mantendrán que la relación emisor-receptor se resuelve en la dirección del que recibe el mensaje y decide cambiar el medio. Es decir, todo queda reducido a la libertad individual de optar por uno u otro órgano de prensa, para seguir leyendo o escuchando lo mismo.

¿No es ese el derecho que han reclamado los medios de prensa en su labor subversiva de promover golpes de Estado en Venezuela? Es la misma historia que ocurrió en Cuba cuando se consideraron con el derecho de ser voceros de las campañas de las agencias de noticias norteamericanas contra los juicios a los criminales de guerra.

Y no es distinta a historias similares en el Chile de Salvador Allende, en la Nicaragua sandinista y hoy contra Evo Morales y Rafael Correa en Bolivia y Ecuador, respectivamente.

De tener que responder al derecho colectivo, del pueblo, estarían sujetos a rendirle cuenta a la sociedad organizada y no podrían disfrutar del derecho a mentir, como han realizado y reclamado históricamente.

El derecho de la sociedad a exigir la información veraz, los obligaría a reconocer que la libertad de prensa, como todas las libertades, está en las constituciones que tienen los estados y que no la compraron con dinero, sino con el heroísmo de sus pueblos.

No debe haber un derecho o principio superior a este, porque no se trata de una libertad surgida en los medios, sino que estos disfrutan de algo que tiene muy distinto origen.

Ello explica las campañas de la SIP contra todos los hechos que he citado, considerándolos ataques a la libertad de prensa.

¿Dónde está la libertad del periodismo y los periodistas cuando tienen como única libertad la de la empresa comercial obtenida con el dinero? Cuando la SIP determina dónde hay o no libertad de prensa, ¿los empresarios que la integran les preguntan su opinión a los periodistas de sus redacciones? Por supuesto que no.

Pero hay más. Todos los procesos progresistas y revolucionarios que se han hecho realidad han tenido en contra a los principales medios de esos países.

Esa experiencia permite considerar que, sobre todo en los últimos casos, han tenido como aliados a una superior conciencia crítica sobre el nefasto papel que tienen ante los cambios a favor de los intereses populares.

Como nunca se está evidenciando el antagonismo entre los pueblos y los grandes empresarios de la mentira organizada al servicio del imperialismo.

Aunque la CIA–SIP rechace cualquier debate sobre el tema, debemos insistir más en hacer conciencia en relación con el verdadero derecho del que se han apropiado. Y hacerlo principalmente con nuestros colegas de América Latina.

Las bases endebles sobre las que pretende sustentarse la libertad de prensa dominante, deben dar lugar a que celebremos en la fecha del 3 de mayo y todos los días, la libertad del periodismo y los periodistas, que han sabido defender con sus vidas centenares de compañeros latinoamericanos y también de otras regiones.

La nuestra es la única profesión en esos países que realizarla con ética puede costar tanto. Es desde hace tiempo la profesión más peligrosa en Latinoamérica y en esa lista no se incluyen los grandes empresarios.

Los matices en cada país de nuestra región no pueden borrar la cuestión de fondo que se materializa en la guerra mediática contra el conocimiento y la información de los pueblos por parte de los medios transnacionales y de sus cómplices locales.

Aunque crean lo contrario, vivimos tiempos en los que la realidad es factor creciente de influencia y será lo determinante para alcanzar cambios positivos en la sociedad.