Veo al monstruo
José Antonio Infante *
[El dinero es tan solo el combustible que alimenta al
maligno. En su misma estructura digestiva procesa dinero pobre o rico,
defecando detritos. El monstruo es independiente completa y totalmente, camuflado
en el Olimpo de los dioses; nadie osa desafiarlo; su actividad está orientada a
esclavizar a la raza inteligente, atando y anulando a sus dirigentes y
aburriendo e intoxicando, con anestesia general de complicaciones inentendibles al conjunto de la población.]
La gente está cansada
del culebrón del desastre económico. Harta. Aburrida. Menudo un castigo que nos
ha caído encima. Qué agonía, qué tormento. Ni el pobre José Luis Rodríguez
Zapatero, que iba a intentar disfrutar de unos merecidos días en Doñana, ha podido quedarse para bañarse.
Se supone que los
diferentes Estados del mundo tienen en sus puestos de responsabilidad a
personas lo suficientemente preparadas y capaces como para detectar las mejores
salidas posibles al desaguisado en el que estamos viéndonos envueltos. Unos más
y otros menos, siempre bastante cualificados, casi todos se comprometen con sí
mismos y su pueblo.
¡Pues que lo
solucionen, que para eso les pagamos! La volatilidad de los mercados, el miedo
del dinero, el endeudamiento exagerado, las primas de riesgo, los ajustes
generalizados, parece que se han empeñado en amargarnos la vida. Vaya un
veranito. Es que, aunque tengas trabajo y más o menos escapes, con todo el
aluvión de noticias económicas apocalípticas hasta cargo de conciencia te
entra. Arreglen esto, joder, que lo único que quieren las personas es tener
posibilidades de ir sacando a su familia adelante, trabajar y ganar unas
perritas y que no te dejen tirado como agua sucia si algo se tuerce.
¿Ustedes son los que
saben? ¿Sí o no? ¿Sí? Pues hagan lo que proceda y déjense de boberías. ¿No?
"Váiganse" y habiliten a otros que sepan.
Y precisamente esa es
la clave. Los dirigentes de la Humanidad no saben lo que hacer, y si lo saben
no pueden ni plantearlo. ¿Tú no ves a Zapatero dando palos de ciego y con las
ojeras de un zombi? ¿Tú no ves que el pálido Obama
mendiga a la gente que les mande mensajitos a los congresistas? ¿Tú no ves que
Berlusconi lo único que alcanza es a balbucear "forza
Italia", "forza Italia"? La misma Angela Merkel vino a La Gomera en
Semana Santa y ya se quedó clavada en su propia cruz, porque no es más que otra
rehén del engendro en ciernes.
Ha entrado en juego en
la economía global con más fuerza que nunca un superente
o superfactor, un monstruo nacido por encima del bien
y del mal llamado en plural "mercados", con poderes de egoísmo
multiplicados y que mediante la especulación continua provoca masivamente el
pánico. Se nutre de carencias de regulaciones, se alimenta de indefinición,
vive en el anonimato. ¿Quién gana cuando baja la calificación de un país?
Quienes le prestan, ¿no? ¿A quién le interesa que suba el precio? A ellos
mismos, ¿no?
Ese demonio rompe
rejas, medidas de seguridad y equilibrios con facilidad. Supera a cualquier
Estado y distorsiona los precarios encajes elaborados por los mortales. Ha
tomado cuerpo en una bestia inmunda con forma parecida a cardúmenes financieros
que se enfrentan con la raza humana. No son las máquinas o la tecnología las
que se rebelan contra el hombre; no son los androides o los robots (con
inteligencia propia) de las películas de ciencia ficción. Es el "Tragamoney" el que, con un mando centrado en el
egoísmo y la ambición, desafía al ser humano. Si la hay, será la próxima guerra
mundial. "El hombre contra el tragaperras". La denominada pasta gansa
ha dado un salto evolutivo y está tratando de esclavizar al miserable
cavernícola moderno. Ahora, en el Cuerno de África o en Darfur, quienes no
sirven a sus desalmados intereses son exterminados sin piedad.
Cuando hablo de dinero
no me refiero a los cuatro euros que pueda tener usted, por favor. En Canarias,
por ejemplo, no hay ni un rico. En España, si acaso, existen algunas decenas,
aunque la bestia está ahí, ¡presente!, por detrás, en las marañas de diseño.
Muchos ni siquiera son los verdaderos dueños de los montantes de efectivo,
aunque los manejan y los juntan a sus anchas, los distribuyen en flejes,
esquivando cualquier control y seguimiento.
Además, que el dinero
es tan solo el combustible que alimenta al maligno. En su misma estructura
digestiva procesa dinero pobre o rico, defecando detritos. El monstruo es
independiente completa y totalmente, camuflado en el Olimpo de los dioses;
nadie osa desafiarlo; su actividad está orientada a esclavizar a la raza
inteligente, atando y anulando a sus dirigentes y aburriendo e intoxicando, con
anestesia general de complicaciones inentendibles al
conjunto de la población.
El grotesco aborto
quiere pasar desapercibido emitiendo tinta de calamar en la complejidad, para
la desgana, la inapetencia y la indiferencia colectivas.
Fuente: Periódico El Día,
07-07-2011