Vacas y caballos: modas y modos
Wladimiro Rodríguez Brito *
[..., en otros lugares como las Azores o Holanda las vacas conviven con la población. Allí son parte de la sociedad, llegando al punto de que los holandeses tienen 100 vacas por cada 150 habitantes y éstas son un símbolo nacional, mientras que aquí con una vaca por cada 100 habitantes tenemos numerosos conflictos...]
Nuestra tierra ha sufrido profundos cambios: hasta hace pocos años era
imposible pensar en que en algunos pueblos de Canarias haya cientos de caballos
y por el contrario no tengamos una vaca de leche. Se ha impuesto la cultura del
ocio y creemos haber olvidado para siempre nuestra lucha por la supervivencia.
Ahora, que parece que la crisis vino para quedarse, no reaccionamos; estamos en
la obligación de buscar alternativas aquí y ahora para los que buscan la luz
en la salida del túnel. Estos surcos no pretenden discriminar al que cuida a
los equinos, sino animados a incorporarse a otras actividades que hemos
olvidado, como, por ejemplo, nuestra ganadería de siempre: vacas, cabras,
cochinos, gallinas, etcétera. Éstas no son líneas antiequinas, sino que
pretenden servir de concienciación sobre algo básico para la estabilidad
alimenticia y la estabilidad social de nuestra tierra.
Sólo en Icod el Alto, que tiene unos 4.000 habitantes, se cuidan a más
de 300 caballos, contra sólo un par de docenas de cabezas de ganado vacuno.
También hay apenas algunos mulos, que son básicos para sembrar, sachar y
arrendar las papas, y para otras ayudas complementarias en el transporte; sin
embargo, mientras que los mulos se alimentan de forrajes de la tierra los
caballos lo hacen en su gran mayoría con alimentos importados.
Vivimos en un territorio que importa todos los años más de 70 millones
de kilos de carne, y sólo sacrificamos aquí unos 18 millones de kilos.
Importamos más de
La supuesta modernidad tiene mucho que ver con esta situación; en otros
lugares como las Azores o Holanda las vacas conviven con la población. Allí
son parte de la sociedad, llegando al punto de que los holandeses tienen 100
vacas por cada 150 habitantes y éstas son un símbolo nacional, mientras que
aquí con una vaca por cada 100 habitantes tenemos numerosos conflictos; parece
que nuestro olfato está mucho más desarrollado aquí que en la próspera
Holanda.
Es urgente un nuevo marco normativo para las instalaciones ganaderas en
las Islas. Nuestras leyes actuales no toleran su existencia, aplicando pautas
urbanas o de protección ambiental extrema a la mayor parte del medio rural. Por
otro lado, las normas de bienestar animal europeas no se pueden aplicar
directamente en las Islas, ya que en numerosos casos, como los vertidos de los
purines a los ríos, son literalmente imposibles de aplicar en Canarias. Queserías
y mataderos sufren la aplicación rígida y estricta de las normas
fitosanitarias, mientras que por nuestros puertos entra carne de terceros países
que no sólo no paga aranceles sino que además no ha tenido prácticamente
control en comparación con el que se le pide aquí a nuestros ganaderos.
Sufrimos la ruptura entre ganadería y medio ambiente: Mientras que nuestros
caballos apenas tienen que ver con pastos naturales o con el cultivo de la
tierra y dependen básicamente de paja, avena y pienso importados, los más de
quinientos mulos que tenemos en las medianías del Norte están plenamente
integrados en la gestión de nuestro territorio. Cada cabeza de ganado vacuno
retira varias toneladas de pasto a lo largo del año, siendo una ayuda en la
lucha contra los incendios. A ello se suma la producción de estiércol, con la
correspondiente recogida de hojarasca de nuestros montes.
Lo ocurrido este pasado verano en California nos debe servir de aviso: en
un entorno semiárido de población dispersa ha habido que desalojar miles de
viviendas. Solamente esta pasada semana tenían más de 5.000 bomberos de todo
los estados y numerosos medios aéreos en la lucha contra el fuego. La ganadería
no sólo aporta proteínas, sino que es un medio de gestión ambiental de primer
orden. La recuperación de nuestras medianías es básica para el presente y
futuro de nuestra tierra. Necesitamos incorporar la actividad ganadera no sólo
para producir carne y leche, de lo que somos altamente deficitarios, sino también
por razones ambientales y sociales. La producción y distribución de alimentos
a escala mundial se concentra cada vez en menos manos, desde la bolsa de Chicago
a otros lobbies de algunas multinacionales, que están controlando no sólo
las semillas sino gran parte del comercio internacional de cereales, carne, lácteos,
etcétera.
Otro campo es posible y también
necesario.
*
DOCTOR
EN GEOGRAFÍA POR LA UNIVERSIDAD DE LA LAGUNA
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