¿Necesitamos
vacas con jacuzzi?
«» Wladimiro Rodríguez Brito *
Recientemente se están levantando numerosas quejas de
nuestros ganaderos en los mataderos insulares. La aplicación de nuevas normas,
redactadas por la UE para
grandes centros del continente, implican costes muy elevados, solo asumíbles
por explotaciones ganaderas de un tamaño que no tenemos en las Islas. Los pequeños
ganaderos de aquí difícilmente pueden cumplir con las nuevas condiciones de
entrada del ganado en esas instalaciones o con las líneas de producción
exclusiva para carne con certificado ecológico.
Por supuesto que la salud pública debe ser
prioritaria, pero no podemos pedir que las explotaciones ganaderas y los vehículos
de transporte incluyan jacuzzis. Hay requisitos que exceden la capacidad de los
ganaderos, lo que crea desanimo y desmotivación. Es un sector ya maltratado por
una legislación creada por un marco teórico totalmente alejado del mundo
rural; esta misma legislación no la aplicamos para los productos importados, de
los que se desconoce aspectos sanitarios elementales que aquí agrian la vida a
los hombres del campo.
Nuestros productores ahora no solo tienen que luchar
contra las adversidades impuestas por la naturaleza, sino además contra unas
importaciones cárnicas y lácteas subvencionadas o sin aranceles. La producción
local no alcanza ni el 10% del consumo: esto implica que la importación
equivale a la producción de más de 100.000 vacas al año, de las que
desconocemos todo, desde su crecimiento hasta su sacrificio.
En Canarias estamos aplicando estrictamente normas y
procedimientos que nuestros vecinos de las Azores obvian, sabiendo que sus vacas
y su leche, su gente, no puede asemejarse a las grandes explotaciones del
continente. Nuestro marco legal no solo nace de despachos de las capitales, sino
que lo aplicamos insolidariamente, ignorando el sufrimiento generado y la
actividad económica y laboral que se pierde.
Necesitamos que las administraciones entiendan
nuestro campo como un sector estratégico, económico y social. Hoy sufrimos en
zonas como el noroeste de Tenerife, La Palma o El Hierro la falta de un relevo
generacional. Pastores y agricultores también son gestores ambientales, no solo
meros productores de alimentos. Gran parte de la carne que consumimos en
Canarias procede de Brasil. Tenemos un techo de cristal donde la globalización,
la UE y nuestra avaricia
han devaluado lo local. Los surcos que nuestros hombres y mujeres trazan en la
piel arrugada de nuestros barrancos y laderas no son compatibles con actitudes
egoístas que buscan un supuesto enriquecimiento rápido.
Si dejamos de invertir aquí, nos encontraremos con que mañana no tendremos
para comprar lo de fuera. Hagamos un esfuerzo por defender lo nuestro, nuestros
productos y consumidores. Seamos más solidarios y respetuosos con los
agricultores y ganaderos. Así conseguiremos un mejor equilibrio y guardaremos
nuestra memoria e historia en una sociedad más equilibrada e independiente.
*
Doctor
en Geografía por la Universidad de La Laguna
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wladimirorodiguezbrito.blogspot.com.es