Unidad versus disgregación política

 

 

Francisco R. González Alonso

 

El sistema democrático imperante mundialmente se fundamenta en la pluralidad de opinar libremente sin temor a represalias. Esa es la esencia sociopolítica de la democracia, que a pesar de no ser perfecta ha sido aceptada por las naciones desarrolladas y en proceso de desarrollo.

Ahora bien, al no estar debidamente sedimentadas sus estructuras, muchos gobiernos que llegan al poder por medio de elecciones libres lo ejercen a sus antojos e intereses partidistas, subestimando al pueblo que lo eligió. No cabe duda de que la democracia mal entendida nos lleva a la sinrazón de ejercer mal el poder de gobernar democráticamente.

La democracia se sustenta fielmente en ejercer nuestros derechos y deberes conciudadanos, de acuerdo a los postulados que la rigen universalmente. Cuando esto no se cumple, deja de ser democracia. Por consiguiente, en desconocer nuestros deberes para poder ejercer nuestros derechos, el sistema curricular de la educación básica tiene la responsabilidad. Es precisamente su formación académica la responsable de que exista cierto analfabetismo político en los educandos, de ahí que en nuestras Islas Canarias el sistema democrático tiene de democracia solo el nombre. Es más, en su nombre se realizan iniquidades por el mal uso de poder.

La democracia como sistema de gobierno se consolida con más democracia, no amenazando a quienes ejercen el libre albedrío para opinar y criticar acciones reñidas con su verdadero espíritu, como es el de establecer el orden social que debe existir, para una franca convivencia de pensamientos heterogéneos. Justamente, el pluralismo ideológico forma parte esencial del sistema democrático, y el hecho de disentir de lo que expresa otra persona cae en el juego del ejercicio libre para refutar cualquier opinión, pues para ello existe el derecho a réplica consagrado en la libertad democrática.

El peligro de toda democracia es la incultura, pues en los países cultos como Suecia, Noruega, Dinamarca, Alemania, Francia, etc., a pesar de funcionar con ciertos desequilibrios generados por el poder económico que todo lo rige -entre tantos la banca, que es insaciable-, podemos afirmar que el pueblo disfruta de las libertades democráticas, porque conoce sus deberes para poder exigir sus derechos. Como lo están haciendo públicamente los popularmente conocidos como "indignados". Esa indignación surge en dichos pueblos desarrollados y culturizados, porque conocen sus deberes y derechos constitucionales, y porque tienen una formación cultural integral que les permite apreciar las incontinencias del abuso del poder.

De ahí la importancia que tiene la educación y formación social moral y cívica de los educandos a nivel de educación básica, que en Canarias está subestimada y no se dicta con la gran importancia que tiene. Mejor dicho, se dicta en forma taimada, para no despertar derechos consagrados en dicho sistema, solapando así los ideales de nuestros pueblos insulares canarios para poder alcanzar la libertad plena y soberana.

Por otra parte, los incondicionales líderes del nacionalismo canario han logrado constituir minúsculas organizaciones políticas (minipartidos), para evitar la formación de un solo bloque político verdaderamente nacionalista en pro de alcanzar el triunfo necesario para luchar por la independencia. Por lo tanto, dicha disgregación política ha impedido la unidad necesaria para alcanzar nuestra soberanía, actitud esta que en su día -no tardará mucho- será descalificada como traidora a los principios de autodeterminación del pueblo canario, por prestarse al engaño político de sus falsas alianzas con cierta organización política que, sin ganar las elecciones, gobierna a su antojo e intereses creados que le dicta el poder central español.

Me resta decirles que solo la unidad de criterios políticos nos conducirá a la libertad, y que todos los minipartidos políticos canarios deben apoyar, pues de lo contrario les están haciendo el juego político a quienes nos han tenido sometidos por tanto tiempo. Deben darse cuenta de que al prestarse al divisionismo partidista están contribuyendo con el enemigo de nuestra libertad soberana.

No olviden la célebre expresión que el poder central aplica como sistema de poder: divide y vencerás. Lamentablemente, la proliferación de minipartidos políticos en nuestras queridas e inolvidables Islas Canarias ha contribuido a la desunión que la España colonizadora ha impuesto para perpetuar su dominio.

¡Despierten, canarios! ¡Despierten!, como lo hicieron los latinoamericanos, que hoy disfrutan de su libertad plena. No temas a las posibles contracciones que el poder colonial que nos gobierna desde hace siglos pueda ejercer. Canarias es más rica de lo que nos hacen ver, y ese es el motivo de no permitir nuestra liberación.

 

franciscoteide@cantv.net

 

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