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Iván
Suomi
Decía
el poeta Manuel Padorno que “una
de las profundas características del alma canaria, porque le ha ido bien, hasta
hoy, es, en el «negocio», la indefinición”[1]. Que los canarios, sobre todo cuando han ido a
negociar a Europa, han dejado que sean otros los que los definan, definición
que aceptan si piensan que les conviene.
Y concretamente ¿cuál es esa definición? Descúbranla
aquí[2],
en el debate sobre la condición de insularidad celebrado en el Parlamento
Europeo. Encontrarán que para los europeos las islas y las regiones ultraperiféricas,
todas en el mismo saco, sufren ya sólo por serlo desventajas graves y
permanentes que requieren atención especial. No pueden competir por el precio
de la energía, las empresas las abandonan y la vida es muy difícil. Todo se
encarece porque hay que traerlo de fuera. Además, todo el mundo lo sabe, las
islas están aisladas. El transporte es deficiente. En definitiva, las islas y
las regiones ultraperiféricas, tanto monta, son discapacitadas por naturaleza.
Incapaces de valerse por sí mismas, ni de producir.
Esa
es grosso
modo la caracterización
que tienen las regiones ultraperiféricas y las islas en la UE, y que tan
contentos tiene a nuestros representantes electos que no dejan de pedir que se
reconozca oficialmente esa misma discapacidad también en el Estado. Volvamos a
Padorno: ¿realmente nos conviene a los canarios asumir esa definición como
incapaces con la mano siempre extendida para pedir? ¿Nos conviene aceptar el
topicazo de los mantenidos?
A
algunos canarios sí les ha convenido. A los que se han beneficiado de la lluvia
de millones en forma de subvenciones europeas. ¿Al resto? Al resto los ciscos
de las subvenciones no nos compensan tanto. Y como no nos compensan, es estúpido
hacer nuestra la imagen de archipiélago desvalido por la lejanía, la
insularidad, una limosnita por favor.
Desconozco
cuál es la situación de Guadalupe o las islas del Egeo. Este Archipiélago es
una potencia turística mundial, que atrae inversión y genera beneficios astronómicos
a múltiples empresas europeas. Su situación geográfica le confiere una
importancia geoestratégica enorme, no precisamente porque estemos lejos, sino
por lo contrario: porque somos un nodo capital. Los aeropuertos canarios dan
beneficios y financian en buena medida la red aérea española. Infinidad de
ciudades europeas tienen conexión directa con Canarias, cosa que no puede decir
la mayoría de territorios ibéricos (de los que curiosamente no se dice que estén
aislados). Canarias reúne condiciones para ser punta de lanza en generación
energética, en lugar de dejar su suministro en manos de eléctricas y
petroleras que exprimen un mercado cautivo.
De
todo ello no vemos un duro, pero no porque Canarias sea incapaz. No porque los
canarios seamos incapaces. No porque no reunamos condiciones envidiables. Nos
han hecho creer (y nos hemos acostumbrado a ello) que necesitamos muletas para
caminar, muletas que nos costea otro, sin las que no podríamos desplazarnos,
nos dicen. Nos han convertido en adictos a las muletas, en yonquis de la
subvención. Más nos convendría superar la adicción, autodefinirnos nosotros
mismos, en vez de dejar que lo hagan otros según sus intereses. Empezar a dar
pasos sin ayudas interesadas. Cambiar el chip y abandonar las muletas para
comenzar a dirimir nosotros nuestro propio destino. Condiciones y capacidades
nos sobran, esas mismas que algunos aprovechan o coartan, según les convenga.
Abandonar la cultura
de la impotencia. Tan sencillo y tan complicado como eso.
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información:
Regiones
Ultraperiféricas de la Unión Europea