Tierras
con surcos
Wladimiro
Rodríguez Brito *
La
Cooperativa de las Medianías de San Juan de La Rambla es un ejemplo de otra
manera de hacer las cosas; es un oasis de tierras labradas en el desierto del
abandono de las tierras balutas. Es una referencia en la lucha por la actividad
agraria en el noroeste de la isla de Tenerife, junto a los cultivos de
hortalizas en la zona de Santa Bárbara.
Estas
líneas son de reconocimiento a la directiva y a un colectivo de jóvenes que, a
pesar de todo y contra todos, siguen empeñados en defender su modo de vida. No
se limitan a mantener abiertas las puertas de la cooperativa, sino que realizan
una importante actividad productiva cultivando papas, hortalizas y cereales.
Estos luchadores no solo eliminan zarzas, helechos, espinos, hinojos…, sino
que también se enfrentan a los importadores que actúan sin ninguna consideración
hacia los que trabajan la tierra.
La
cooperativa de San Juan fue una feliz idea de don Manuel Reyes; una vez
construidas las instalaciones, que incluyeron cámaras frigoríficas, se inició
la organización de los productores del sector en la zona. Los criterios de
gestión principalmente son la creación de puestos de trabajo y la lucha contra
los incendios al limpiar y labrar las tierras. Es pues una manera de recuperar
una comarca deprimida en la que los índices de paro y los problemas sociales
han sido importantes a pesar de sus recursos en suelos fértiles y agua.
Este
año la cooperativa ha manejado unos 600.000 kilos de papas. Es un pulmón
importante en la zona, que, igual que en Icod el Alto y Benijos, ha animado la
recuperación de los maltratados cultivos de nuestras medianías, trabajando no
solo con papas, sino con hortalizas y cereales. También hay que destacar la
vuelta a la rotación de cultivos; cambiar anualmente las papas por el trigo y
los chochos es un amago tímido pero importante en la lucha contra la polilla
guatemalteca y a favor del mantenimiento de la fertilidad y la actividad agraria
en la zona.
Hemos
de felicitarlos también por haberse asociado a la Cooperativa de San
Miguel-Vilaflor (Garañaña), para organizar mejor su distribución de papas en
las Islas, así como la importación de semillas, abonos, etcétera. La asociación
entre cooperativas debe ayudar a concentrar la producción, así como a
optimizar los recursos humanos con una mayor solvencia profesional y económica.
Sin menospreciar lo que ocurre en el vecino Icod el Alto, donde las papas se
venden básicamente con el llamado sistema gangochero, concentrar esfuerzos en
organizaciones más grandes es un paso muy positivo para defender la economía
local con mayores garantías ante las importaciones de aluvión que dominan en
nuestra tierra.
La
comercialización de las papas en Canarias tiene algunas áreas críticas en que
debemos concentrar nuestros esfuerzos. Tenemos una gran dependencia de las
importaciones, que significan más del 50% de nuestro consumo; por otra parte,
los picos de producción en el mercado internacional de papas hacen que en
numerosas ocasiones el mercado canario se inunde con dichos excedentes a precios
de saldo. Lo que se puede llamar papas en dumping crea la ruina de nuestros
productores y la inestabilidad en los mercados, y es parte de la llamada crisis
de la papa. En muchas ocasiones nuestros agricultores no cubren los costes de
producción; con el alegato de abaratar la cesta de la compra, estamos haciéndonos
cada día más dependientes de la coyuntura internacional. Para que podamos
comer en Canarias dependemos de que haya excedentes en algún sitio. Entretanto
nuestras tierras y campesinos sufren. Dadas nuestras circunstancias, por
desgracia los costes productivos son más altos que en Europa, por las
condiciones topográficas, la disponibilidad de agua, el minifundio, etcétera.
A
todo esto se añaden dos aspectos que agravan más la situación. Por un lado,
el Posei, que aporta unas ayudas para compensar a nuestros agricultores ante
tales desventajas de unos 20 céntimos por kilos producidos en las Islas o bien
unos 900 euros por hectárea cultivada. Ello no puede cubrir ni el 30% de lo que
cultivamos. Por otra parte, tenemos un arancel que se aplica a las papas de
importación con el 5% del AIEM, que, a partir del próximo enero, será del
10%. Sin embargo, se ha producido una lamentable picaresca por parte de algunas
comercializadoras de papas que tienen producción propia e importan: papas
importadas del comercio internacional a precios de saldo han obtenido parte de
las ayudas antes comentadas, distorsionando los precios y arruinando a los
productores locales. Tanto esa cooperativa como otras entidades tienen hoy parte
de la producción sin vender en septiembre, y se encuentran con que el mercado
está saturado de papas procedentes de Gran Bretaña y otros países; parte de
esas importaciones han recibido ilícitamente las ayudas merecidas para la
producción local. El Gobierno de Canarias y el resto de los que gestionan el
sector agrario tienen que depurar situaciones como esa. Debemos ser sensibles y
cuidar nuestra producción local, sobre todo cuando los precios de importación
estén por debajo de los costes de aquí. Las ayudas tienen que ir a quien
cultiva las papas, no a otros pícaros. Es posible otro campo, diferente, más
solidario; estas líneas van dedicadas a animar a los más jóvenes. No
permitamos que personas con poco corazón continúen arruinando nuestro campo.
*
DOCTOR
EN GEOGRAFÍA POR LA UNIVERSIDAD DE LA LAGUNA
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