Macabra apología del terrorismo del colonialismo español

 

 

Para vergüenza y oprobio de la humanidad entera el régimen monárquico y colonial español vuelve a celebrar, como cada doce de octubre, en un acto sin precedentes de apología del terrorismo, el genocidio que comenzó en el año 1402, con la toma del Rubicón en Titerroygacat (Lanzarote) y continuó con la masacre de los pueblos americanos a raíz de la invasión iniciada en el año 1492. Tres años después, en 1495, finalizó, con la claudicación de Chinet, la guerra que mantuvo el colonialismo en Canarias durante casi un siglo.

 

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Probablemente nadie ha descrito como Fray Bartolomé de las Casas[1] las crueldades sin fin cometidas por el colonialismo, a cuyo libro “Brevísima relación de la destrucción de las Indias[2], pertenece el siguiente extracto: “Así que enviaron para esto primero a llamar todos los señores e nobles de la ciudad e de todos los lugares a ella subjectos, con el señor principal, e así como venían y entraban a hablar al capitán de los españoles, luego eran presos sin que nadie los sintiese, que pudiese llevar las nuevas. Habíanles pedido cinco o seis mil indios que les llevasen las cargas; vinieron todos luego e métenlos en el patio de las casas. Ver a estos indios cuando se aparejan para llevar las cargas de los españoles es haber dellos una gran compasión y lástima, porque vienen desnudos, en cueros, solamente cubiertas sus verguenzas e con unas redecillas en el hombro con su pobre comida; pónense todos en cuclillas, como unos corderos muy mansos. Todos ayuntados e juntos en el patio con otras gentes que a vueltas estaban, pónense a las puertas del patio españoles armados que guardasen y todos los demás echan mano a sus espadas y meten a espada y a lanzadas todas aquellas ovejas, que uno ni ninguno pudo escaparse que no fuese trucidado. A cabo de dos o tres días saltan muchos indios vivos, llenos de sangre, que se habían escondido e amparado debajo de los muertos (como eran tantos); iban llorando ante los españoles pidiendo misericordia, que no los matasen. De los cuales ninguna misericordia ni compasión hubieron, antes así como salían los hacían pedazos”.

 

“A todos los señores, que eran más de ciento y que tenían atados, mandó el capitán quemar e sacar vivos en palos hincados en la sierra. Pero un señor, e quizá era el principal y rey de aquella tierra, pudo soltarse e recogióse con otros veinte o treinta o cuarenta hombres al templo grande que allí tenían, el cual era como fortaleza que llamaban Duu, e allí se defendió gran rato del día. Pero los españoles, a quien no se les ampara nada, mayormente en estas gentes desarmadas, pusieron fuego al templo e allí los quemaron dando voces”: "¡Oh, malos hombres! ¿Qué os hemos hecho?, ¿porqué nos matáis? ¡Andad, que a Méjico iréis, donde nuestro universal señor Motenzuma de vosotros nos hará venganza!" Dícese que estando metiendo a espada los cinco o seis mil hombres en el patio, estaba cantando el capitán de los españoles: "Mira Nero de Tarpeya a Roma cómo se ardía; gritos dan niños y viejos, y él de nada se dolía."

 

El antepenúltimo dictador, Franco, autoapodado el generalísimo, denominaba al evento “El día de la raza”, para escarnio y menosprecio de todos los pueblos esclavizados, incluido el pueblo canario. Su régimen lo heredó, dedocráticamente, Juan Carlos I, que a su vez abdicó, también dedocráticamente, en su hijo, Felipe VI de España y nada de Canarias. Desde el primer centavo hasta el último (recuérdese que el Producto Interior Bruto de Canarias se aproximó en el ejercicio anterior, correspondiente al año 2013, a cerca de cuarenta y dos mil millones de euros) el colonialismo, en forma de dictadura o de plutocracia coronada, se ha venido enriqueciendo ilícitamente a costa del sacrificio, con sangre, sudor y lágrimas, de los masacrados pueblos, siendo los representantes del actual régimen tan responsables como los que inicieron el genocidio, incurriendo en crímenes de lesa humanidad que nunca prescriben, como tampoco prescriben los derechos de los pueblos, ni siquiera con el paso de los años.

 

La mayoría de los pueblos subyugados por el colonialismo español se han emancipado, si bien es cierto que aún está pendiente, en la mayoría de ellos, el proceso de descolonización. La excepción la constituye el pueblo canario, al que el régimen monárquico y colonial sangra como una sanguijuela. El Movimiento por la Unidad del Pueblo Canario (Movimiento UPC) insta a todos los canarios y canarias, así como a todos los demócratas anticolonialistas, incluidos los del Estado español, que son muchos y muy buenos, a bregar en la misma dirección para acabar con la lacra del colonialismo, liberando nuestra patria y con ella a los pueblos del Estado español, pues no puede se libre el pueblo que oprime a otro pueblo[3].

 

[1] bartolomedelascasas

[2] RelacióndestrucciónlasIndias

[3] NOal12deOctubre---NOalgenocidio -video-

 

Movimiento por la Unidad del Pueblo Canario

Movimiento UPC