Telesforo Bravo

 

Luis Ortega

 

El centenario del ilustre tinerfeño se recuerda con una exposición temática, organizada con material documental e información biográfica elaborada por Jaime Coello Bravo e inaugurada en el Parlamento de Canarias donde permanecerá a lo largo de enero. Con precisión y objetividad se propone un ameno recorrido por la vida y obra del portuense Telesforo Bravo Expósito (1913-2002), maestro de escuela como primera etapa y, tras licenciarse en Ciencias Naturales por Madrid, profesor y referente de la Universidad de La Laguna.

 

Fue, según la calificación acertada del catedrático Juan Coello Argenta, con el que estableció una larga y fructífera colaboración, avalada afectivamente por razones familiares (fue su yerno), “el último naturalista de Canarias” y, desde luego, el investigador que hizo del territorio su laboratorio vivo y que compaginó su sincero amor por la tierra con la objetividad de sus observaciones que alumbraron las teorías más válidas sobre los orígenes y recursos de la fastuosa y variada naturaleza insular. Bravo y Coello representaron en el cancelado siglo XX a una suerte de humanistas contemporáneos que, frente a las vigentes e interesadas reducciones interesadas de la especialidad, extendieron su curiosidad, sabiduría y afanes a un vasto horizonte de temas, desde la vulcanología que justifica el nacimiento del archipiélago hasta los acuíferos subterráneos de importancia capital en las islas occidentales, a la zoología y la botánica. Ambos asumieron el sabio precepto de Blaise Pascal que recomendó “saber alguna cosa de todo, antes que saberlo todo de una sola cosa”.

 

Don Telesforo, “canario en su rincón”, encarnó al sabio humilde que confiaba a la experiencia la garantía de los conocimientos y que, con inusual generosidad, compartió sus hallazgos y su valioso acervo intelectual con quienes lo solicitaran. Fue un científico a la vieja, y buena, usanza, y un docente directo y eficaz para numerosas generaciones de estudiantes que, tras el aprendizaje, se convirtieron en buenos amigos que recurrieron siempre a su experiencia y sus consejos.

 

Al hilo del centenario de esta personalidad de nuestra cultura –un ejemplo de normalidad en la hoguera de las vanidades que rodean el mundillo intelectual– la cámara legislativa apoya el proyecto de digitalización de los valiosos fondos de los doctores Bravo Expósito y Coello Argenta, como primer paso para el proyecto de sus parientes y herederos de constituir una fundación cultural al servicio de la comunidad científica y abierta a toda la ciudadanía.