De Tejeda al Roque de los Muchachos

 

 Wladimiro Rodríguez Brito *

 

 

[Nuestro mundo rural sufre ante una situación de crisis económica, en la que no vemos voluntad política ni social para animar y potenciar el sector primario en las islas. Ante un invierno tímido en precipitaciones y una crisis social y ambiental galopantes, en Canarias tenemos que mirar al pasado. No tenemos que lamentarnos por un pasado perdido, sino para reaprender parte de una rica sabiduría que ha permitido que en estas islas, con más de 2.000 años de pastoreo sobre sus campos y montes, perviva un rico patrimonio botánico y ambiental, gracias a la sabiduría y a la conservación de nuestros sabios pastores y agricultores.]

 

Los últimos días de octubre nos han traído un susto en las cumbres de Gran Canaria. Tras un largo verano sin apenas incidentes en nuestros montes, sufrimos un incendio de cierto riesgo entre la Cruz de Tejeda y San Mateo[1]. La situación habría terminado en un desastre de no haber sido ayudadas las labores de extinción por unas escasas lloviznas en la madrugada, menos de veinticuatro horas después del inicio del incendio.

 

El esfuerzo en la lucha contra los incendios debe ser continuo. Es un compromiso que tenemos que reforzar y adaptar para los próximos años. Ciertamente hemos terminado uno de los años más afortunados en la historia de Canarias en cuanto a incendios forestales; pero no es menos cierto que el nivel de combustible actual (maleza, pastos de todo tipo, matorrales de zarzas, helecheras, codesos, retamas…) crea unas condiciones extraordinarias para la propagación del fuego en nuestros montes y zonas aledañas en las cinco islas occidentales. No solamente hemos de felicitar a todos los responsables en la lucha contra el fuego en este último verano, sino que hemos de comprometernos con la prevención y adaptarnos a la situación actual con otra política ambiental y forestal.

 

La isla de Tamarán cuenta actualmente con una importante actividad agroganadera; proviene de la históricamente importante pérdida de la superficie forestal tras las desamortizaciones, donde se incrementó la actividad agroganadera en sus cumbres, persistiendo aún una importante actividad pastoril con los únicos rebaños transhumantes existentes en Canarias. Se ha de reactivar la actividad agroganadera en todas las islas, no sólo por razones económicas, dado que nuestros campos están huérfanos de agricultores y ganaderos, sino también por razones ambientales, pues está claro que las zonas de pastoreo contaban con una gestión que ahora no cubrimos y en la que se crean condiciones idóneas para la propagación del fuego. Esta peligrosa situación se repite también en las antiguas tierras de pan sembrar (antiguas tierras para sembrar cereal y legumbre), hoy carentes de cualquier tipo de cuidados de mantenimiento.

 

Nuestro mundo rural sufre ante una situación de crisis económica, en la que no vemos voluntad política ni social para animar y potenciar el sector primario en las islas. Ante un invierno tímido en precipitaciones y una crisis social y ambiental galopantes, en Canarias tenemos que mirar al pasado. No tenemos que lamentarnos por un pasado perdido, sino para reaprender parte de una rica sabiduría que ha permitido que en estas islas, con más de 2.000 años de pastoreo sobre sus campos y montes, perviva un rico patrimonio botánico y ambiental, gracias a la sabiduría y a la conservación de nuestros sabios pastores y agricultores.

 

Don Benito Fraga, un guarda forestal de los montes de Tenerife, recuerda aún el pastoreo en las Cañadas del Teide y cómo en el mes de junio daban entrada, sólo desde Los Realejos, a más de 10.000 cabras para aprovechar los pastos de verano en las cumbres de Tenerife. Tenemos que atrevernos a plantear una nueva cultura sobre el pastoreo y la conservación del medio ambiente. Recorrer gran parte de los campos de La Palma, amplias zonas del norte de Tenerife, el Nizdafe en El Hierro, o lo que ocurrió el año pasado en el sur del Parque Nacional de Garajonay, nos pone de manifiesto que la actividad ganadera, de una manera controlada, con un manejo como el que practican aún hoy en las cumbres de Gran Canaria parte de los pastores transhumantes, ofrece técnicas que hemos de tener en cuenta para una mejor gestión y conservación de nuestro medio ambiente.

 

Estamos creando situaciones como la que se acaba de dar en el mes de octubre en Australia o la que se dio en el mes de septiembre en las Montañas Rocosas, en el oeste de EE.UU., o lo que de hecho podía haber ocurrido en las cumbres de Gran Canaria sino aparecen las citadas lloviznas. Es oportuno un debate sobre el pastoreo como actividad económica y ambiental, en el que la prevención de los incendios no dependa en gran medida de los medios mecánicos, como de hecho ha ocurrido ahora en Australia y EE.UU., sino que en gran medida está en reactivar la actividad agraria y ganadera, en la que voces como la de don Benito Fraga o la de don Manuel Reyes en San Juan de la Rambla tienen mucho que decir. En este sentido, hay que felicitar a los responsables del Cabildo de Tenerife por haber incorporado el pastoreo en los montes que reforestamos en Chivisaya en Candelaria.

 

* DOCTOR EN GEOGRAFÍA  

 

[1] Crus de Tejeda  Álbum