[Nuestro mundo rural sufre
ante una situación de crisis económica, en la que no vemos voluntad política
ni social para animar y potenciar el sector primario en las islas. Ante un
invierno tímido en precipitaciones y una crisis social y ambiental galopantes,
en Canarias tenemos que mirar al pasado. No tenemos que lamentarnos por un
pasado perdido, sino para reaprender parte de una rica sabiduría que ha
permitido que en estas islas, con más de 2.000 años de pastoreo sobre sus
campos y montes, perviva un rico patrimonio botánico y ambiental, gracias a la
sabiduría y a la conservación de nuestros sabios pastores y agricultores.]
Los
últimos días de octubre nos han traído un susto en las cumbres de Gran
Canaria. Tras un largo verano sin apenas incidentes en nuestros montes, sufrimos
un incendio de cierto riesgo entre la Cruz de Tejeda y San Mateo[1]. La situación
habría terminado en un desastre de no haber sido ayudadas las labores de
extinción por unas escasas lloviznas en la madrugada, menos de veinticuatro
horas después del inicio del incendio.
El
esfuerzo en la lucha contra los incendios debe ser continuo. Es un compromiso
que tenemos que reforzar y adaptar para los próximos años. Ciertamente hemos
terminado uno de los años más afortunados en la historia de Canarias en cuanto
a incendios forestales; pero no es menos cierto que el nivel de combustible
actual (maleza, pastos de todo tipo, matorrales de zarzas, helecheras, codesos,
retamas…) crea unas condiciones extraordinarias para la propagación del fuego
en nuestros montes y zonas aledañas en las cinco islas occidentales. No
solamente hemos de felicitar a todos los responsables en la lucha contra el
fuego en este último verano, sino que hemos de comprometernos con la prevención
y adaptarnos a la situación actual con otra política ambiental y forestal.
La
isla de Tamarán cuenta actualmente con una importante actividad agroganadera;
proviene de la históricamente importante pérdida de la superficie forestal
tras las desamortizaciones, donde se incrementó la actividad agroganadera en
sus cumbres, persistiendo aún una importante actividad pastoril con los únicos
rebaños transhumantes existentes en Canarias. Se ha de reactivar la actividad
agroganadera en todas las islas, no sólo por razones económicas, dado que
nuestros campos están huérfanos de agricultores y ganaderos, sino también por
razones ambientales, pues está claro que las zonas de pastoreo contaban con una
gestión que ahora no cubrimos y en la que se crean condiciones idóneas para la
propagación del fuego. Esta peligrosa situación se repite también en las
antiguas tierras de pan sembrar (antiguas tierras para sembrar cereal y
legumbre), hoy carentes de cualquier tipo de cuidados de mantenimiento.
Nuestro
mundo rural sufre ante una situación de crisis económica, en la que no vemos
voluntad política ni social para animar y potenciar el sector primario en las
islas. Ante un invierno tímido en precipitaciones y una crisis social y
ambiental galopantes, en Canarias tenemos que mirar al pasado. No tenemos que
lamentarnos por un pasado perdido, sino para reaprender parte de una rica
sabiduría que ha permitido que en estas islas, con más de 2.000 años de
pastoreo sobre sus campos y montes, perviva un rico patrimonio botánico y
ambiental, gracias a la sabiduría y a la conservación de nuestros sabios
pastores y agricultores.
Don
Benito Fraga, un guarda forestal de los montes de Tenerife, recuerda aún el
pastoreo en las Cañadas del Teide y cómo en el mes de junio daban entrada, sólo
desde Los Realejos, a más de 10.000 cabras para aprovechar los pastos de verano
en las cumbres de Tenerife. Tenemos que atrevernos a plantear una nueva cultura
sobre el pastoreo y la conservación del medio ambiente. Recorrer gran parte de
los campos de La Palma, amplias zonas del norte de Tenerife, el Nizdafe en El
Hierro, o lo que ocurrió el año pasado en el sur del Parque Nacional de
Garajonay, nos pone de manifiesto que la actividad ganadera, de una manera
controlada, con un manejo como el que practican aún hoy en las cumbres de Gran
Canaria parte de los pastores transhumantes, ofrece técnicas que hemos de tener
en cuenta para una mejor gestión y conservación de nuestro medio ambiente.
Estamos
creando situaciones como la que se acaba de dar en el mes de octubre en
Australia o la que se dio en el mes de septiembre en las Montañas Rocosas, en
el oeste de EE.UU., o lo que de hecho podía haber ocurrido en las cumbres de
Gran Canaria sino aparecen las citadas lloviznas. Es oportuno un debate sobre el
pastoreo como actividad económica y ambiental, en el que la prevención de los
incendios no dependa en gran medida de los medios mecánicos, como de hecho ha
ocurrido ahora en Australia y EE.UU., sino que en gran medida está en reactivar
la actividad agraria y ganadera, en la que voces como la de don Benito Fraga o
la de don Manuel Reyes en San Juan de la Rambla tienen mucho que decir. En este
sentido, hay que felicitar a los responsables del Cabildo de Tenerife por haber
incorporado el pastoreo en los montes que reforestamos en Chivisaya en
Candelaria.
* DOCTOR
EN GEOGRAFÍA