No solo Euskadi y Cataluña, también Canarias

 

Juan Jesús Ayala

 

[Ante lo que se avecina, el debate del nacionalismo canario en pro de una toma de decisiones y qué hacer, al menos desde la voluntad popular, con Canarias es prioritario.]

La cuestión estriba, una vez que los catalanes han puesto en solfa al gobierno del Estado español, en si independencia sí, o asimetría federalizante; pero todo ello para dar una posible solución a las ínfulas separatistas tanto de Cataluña como de Euskadi. Y Canarias, ¿qué? Se va en este proyecto que se pretende tejer dar salida a estos dos territorios más o menos airosa y satisfactoria con el consiguiente olvido de Canarias. Y es que Canarias no suena, no está en la agenda de ningún tipo de decisión más allá de las fronteras canarias; no cuenta para el Estado. Y cuando esto acontezca mediante algún tipo de modificación del modelo de Estado, por aquí nos quedaremos con unas transferencias deficientes y malas, que no se dotan de los recursos suficientes para darnos satisfacción y soportando la mirada eterna por encima del hombro de la gente de Madrid y asimilados sobre nosotros.

Ante lo que se avecina, el debate del nacionalismo canario en pro de una toma de decisiones y qué hacer, al menos desde la voluntad popular, con Canarias es prioritario. La coyuntura, se dice, no va por ahí, que no son tiempos de reivindicaciones territoriales sino de arrimar el hombro para solucionar el problema de la crisis. Y creo es un error. Las cuestiones económicas derivan de las cuestiones políticas, una mala economía es consecuencia de una mala gestión o visión política de los acontecimientos. De ahí que la política canaria nacionalista no debe estar pensando en verlas venir para ver qué pasa, sino en arrimar el hombro, eso sí, en la toma de decisiones que diga y defina dónde debe situarse esta tierra

Y las opciones son claras, desde ir hacia un Estado federal, como preconiza algún partido estatalista, para salvar la cara, digo PSOE, o hacia una confederación de Estados, como en parte pretenden catalanes, vascos y alguna que otra organización política como la nuestra, el PNC; o transitar hacia la independencia con todo lo que ello encierra.

Cualquier cuestion es posible. Cualquier discusión habrá que hacerla desde la inteligencia ante cualquier proyecto. Pero cuando los de allá se mueven, desde Canarias no podemos permanecer impávidos y como convidados de piedra en una cuestión de máxima trascendencia.

El nacionalismo canario debe desentumecerse, abrir sus espacios de confluencia y ser lo que ya se está cansado de decir de una manera u otra, o sea, constituirse en sujeto histórico y político donde los nacionalistas nos dejemos de vaivenes y monsergas y de personalismos trasnochados e inútiles y saber dar de una vez el do de pecho.