Jugando con el sufrimiento ajeno
"Sufrir es bueno" (Rajoy-Angela Merkel)
Juan
Jesús Ayala
Las medidas que está imponiendo el tándem Rajoy-Merkel, según sus manifestaciones, no deben ser motivo de
preocupación, porque el sufrimiento que se pide no solo nos sacará del pozo,
sino que debe ser motivo de júbilo. Y esto no lo dijo el Marqués de Sade, sino Schumpeter, uno de los padres del neoliberalismo, que
manifestó que todo sufrimiento social cumple un objetivo económico necesario y
que, por lo tanto, sería un error mitigar ese sufrimiento aunque solo sea
ligeramente.
Si se congelan las
pensiones, si se retrasa la edad de jubilación, si se reduce el gasto público,
si el Estado del bienestar se recorta hasta hacerlo tambalear, si los fondos
destinados para atenuar y proteger la pobreza se reducen descaradamente, si todo
eso que conduce a la quiebra social y a una pobreza galopante se dice desde las
alturas, y de un salario que tiene doña Angela Merkel de 290.000 euros anuales, o el de Mariano Rajoy, con
una cohorte de seiscientos asesores, claro que se puede decir esto y mucho más.
Todo lo que se les ocurra.
Cuando desde la
tribuna se pregona que no se puede hacer más y se solicita ayuda por señas a
las entidades financieras europeas y se permite que las españolas se
descapitalicen y endeuden, uno llega a preguntarse para qué existe un
presidente del Gobierno que no es capaz de avanzar, de alentar, de marcar un
horizonte y lo que hace es asfixiar aun más a los de la calle, que están al
borde del K.O. Si se dice recortar a las
administraciones autonómicas y no se mira a la Administración del Estado y
algún que otro ministerio, que, habiendo transferido sus competencias a las
comunidades autónomas, lo que tendría que hacer, en vez de estar en el discurso
de recortar y hacerlas desaparecer, es ponerse a la tarea de adelgazar la
administración del Estado. Cuando el recorte de las prestaciones por desempleo
hay que administrarlo mejor porque los que están en esa situación no se activan
para buscar empleo es una de las cancaburradas que
hacía tiempo no se oían. ¿Ignora acaso el presidente del Gobierno español que
cerca del 50 por ciento de los que están en el paro no han tenido jamás trabajo
y están a la expectativa de poder obtenerlo y que hay dos generaciones que no
tendrán empleo alguno y si lo logran tendrán ya cincuenta años, con lo cual sus
pensiones serán de miseria?
Imponer por decreto
sufrimientos a la población cuando no se tiene el recurso del poder y este se
encuentra mediatizado, amordazado, por los que mandan extramuros es una
situación un tanto lamentable y paradójica, porque pasearse por Europa para ir
a "cumbres" de aquí o de allí a darse palmaditas en la espalda y a
contarnos historias que no se cumplen, si la soberanía se ha diluido, si otros
marcan los rumbos, mejor será que gobiernen desde la distancia, desde el BCE,
el FMI o desde los comisionados o eurodiputados europeos con sus sueldos de
20.000 euros mensuales. Por cierto, ¿se los han rebajado?
Cuando el modelo hace
aguas y hay algunos que se empeñan en mirar para otro lado eludiendo
responsabilidades, no solo se está en los albores de la quiebra del sistema,
sino también en los albores de su pérdida de credibilidad y de autoridad,
sostenida en un estrangulamiento de la ética de la responsabilidad, porque la
de los principios hace algo de tiempo que nos ha abandonado largándose al mundo
de la ficción. Y si ahora nos vienen con el cuento de que el éxito de la
economía mundial depende de cómo le vaya a España y a Italia, buen futuro a la
vista, porque si eso es así ¿a qué están esperando los que pueden y deben intervenir
para que esto no se produzca? ¿O existe, tal vez, el propósito soterrado de
someter y desmotivar aun más a la sociedad para dirigirla hacia la penumbra de
lo desconocido?