¿Cómo construir el socialismo
en una colonia?
Isidro Santana León
[Aunque España se haga republicana, y
por más que estructure un sistema justo para su pueblo, Canarias siempre estará
bajo su injusticia si no se nos reconoce y se nos da nuestro derecho a la
descolonización e independencia, por ser un derecho inalienable de los
pueblos.]
Es
lo mismo que plantar papas en la arena de la playa. Sí, efectivamente, la
crisis es mundial –excepto para unos pocos–, pero en
Canarias es sobrevenida a una crisis estructural que padecemos, va más de 500
años, originada por el sistema colonialista español.
Es
una gran equivocación querer llegar a la soberanía nacional a través del
socialismo porque, sin soberanía, no se puede vertebrar ningún sistema
político, sino que se continuará aceptando las imposiciones de la metrópoli
que, por cierto, ahorita está en perfectas condiciones morales para darle al
mundo lecciones de democracia o del justo reparto de las riquezas. Ya lo dije
una vez: los Plascencia, Santana Cazorla, LOPESAN, las Koplowitz…;
los políticos y las familias influyentes que nos han gobernado siempre, como
todos aquellos que entran en un galimatías de si primero es el socialismo y después
la independencia, son precisamente el caldo de cultivo creado por el reino de
España para no dejar avanzar nuestra liberación nacional y perpetuar el régimen
colonialista y fascista que tenemos.
Por
lógica, los que verdaderamente queremos la independencia de nuestra patria,
entendemos que sólo se puede construir un sistema de equidad social, incluso
llegar al socialismo más ortodoxo –si el pueblo así lo quiere–,
bajo un sistema electoral justo y mediante unos comicios vigilados por
representantes internacionales, cuando la potencia colonizadora, bajo mandato
de las Naciones Unidas, ceda la soberanía nacional a la nación canaria.
Históricamente, la inoculación colonial en la psique de los canarios ha sido un
procedimiento eficaz para el sometimiento y la aceptación de la esclavitud, que
se ha heredado de generación en generación y al que la metrópoli adapta nuevos
métodos cuando aparecen corrientes soberanistas que sacuden el letargo del
pueblo canario y, al parecer, la táctica ahora eficiente, es que nos
enfrasquemos en una discusión ideológica que anquilosa el movimiento hacia
nuestro legítimo e intrínseco fin.
Aunque
España se haga republicana, y por más que estructure un sistema justo para su
pueblo, Canarias siempre estará bajo su injusticia si no se nos reconoce y se
nos da nuestro derecho a la descolonización e independencia, por ser un derecho
inalienable de los pueblos. Ninguna nación puede ser libre mientras esté bajo
el dominio de otra: aunque la cárcel sea de oro, no dejará de ser cárcel. Quien
no quiere la independencia quiere el colonialismo; quien no quiere la soberanía
nacional para Canarias quiere que los mismos especuladores, corruptos,
desfalcadores y politicastros sigan en el poder.
Cuando
arriba menciono la palabra patria, lo hago en el sentido más profundo e intimo
de pertenencia a una colectividad, a una nación que se llama Canarias. Sin
embargo, más allá de mis sentimientos, de mi identidad y del derecho que el
pueblo canario tiene a su emancipación por razones antropológicas y culturales,
yo no quiero la independencia sólo por una cuestión de patriotismo, sino porque
los intereses de Canarias y de los canarios van inherentes a su soberanía;
porque podemos desarrollarnos y nos lo impide las leyes coloniales; porque
tenemos grandes potencialidades económicas y no las podemos explotar, sino que
nos las rapiñan el colonialismo español y su banda carroñera; porque Canarias
podría ser una nación próspera y salir de este embrollo deudor en que nos han
metido la casta política colonial que nos mangonea y hacer un reparto justo de
las riquezas.
Canarias,
independiente, podría tener una sanidad nacional de calidad, una enseñanza
pública de primera, una diversificación de los sectores productivos que
acabarían con el paro, un sistema energético y de comunicaciones,
nacionalizado, y un gran porvenir para que los canarios vivan con dignidad,
calidad de vida y, sobre todo, conciencia. El nombre de la ideología o de la
filosofía, cual quiera que sea, es lo de menos, lo que ha de imperar es la practica
de la justicia y de la igualdad, dando respuesta al pueblo en sus demandas y
necesidades de forma ecuánime, rápida y eficaz. El sistema actual no sirve,
está podrido, pero, a pesar de ello, hay quienes se empeñan en reparar la
podredumbre o terminar corrompiéndose, en vez de secesionarse
de semejante lacra. Si no quieres que te gobiernen los corruptos, ni los mismos
políticos de siempre, busca la independencia: la casta que dirige a Canarias
está puesta, subvencionada y adiestrada por el colonialismo español y refrendada por la ignorancia del pueblo canario.
Desgraciadamente,
tengo muchos amigos que militan o dirigen partidos obreristas y de izquierda
–aunque no saben lo que es un martillo de orejas o una mandarria–
y algunos de derechas –que han trabajado como burros, agradeciendo su
esclavitud, para retirarse con una miseria– que
discrepan de la viabilidad de la independencia para Canarias –seguro que por miedo– y prefieren potenciar este sistema obsceno e
injusto, convencidos de que conquistan los derechos del pueblo a través de esta
farsa colonialista llamada democracia. Creo que su miedo a la libertad les hace
colaboracionista del sistema opresor, aunque estén convencidos de lo contrario;
es craso error querer cambiar la Metrópoli para que cambie la Colonia, algo así
como pretender que la oveja se coma al lobo. El primer derecho de un pueblo que
está bajo dominación colonial es la descolonización. Quien quiera seguir
construyendo sobre un vertedero, que lo haga…, en su cabeza quedará la duda de
si su obra está bien pensada o cuando lleguen las lluvias fuertes se le caerá
la casa con la familia dentro. La única cimentación posible sobre la que se
puede construir un sistema de justicia y una sociedad digna es logrando nuestra
soberanía nacional.
Canarias
puede, Canarias está a tiempo: es una imprudencia seguir mirando, impasible,
cómo las posibilidades y el bienestar de las presentes y futuras generaciones
pasa por delante de nuestra vista y permitimos que intereses ajenos a los de
nuestra nación arrasen con nuestro más que posible bienestar. Pero siempre hay
pretextos para seguir revolcándose en el estercolero: que si no podemos porque
estamos en la OTAN, que si estamos en la UE, que si nos invade Marruecos… ¡Y
qué!... ¿Es que somos la única nación colonizada del mundo que no pude
instituirse en un estado independiente?, ¿es que el pueblo canario nació para
ser esclavo y el único que no se puede acoger al derecho a la libertad que nos
reconoce las Naciones Unidas? ¡Sigan echando humo, junto a los gases del
vertedero ayudan bastante a la opacidad! Al fin, como la realidad subyace
silenciosa, todos nos veremos las caras: sobre la ruina o sobre la hermosa
primavera. Esperemos que el pueblo despierte; si así fuere, es más por el odio
acumulado inconscientemente que por la labor de algunos.
11/03/13
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