Slow

 

Por Paco Déniz

 

Dudo mucho que haya algo que pueda denominarse movimiento Slow. No sé por qué los periodistas lo tildan de tal. En todo caso es un tipo de pensamiento o corriente de ideas sin más. Ideas surgidas en las sociedades occidentales industrializadas y estresadas que pretenden recuperar el sentido lento del hacer las cosas y la vida misma, darle otro ritmo más pausado a la sociedad.

 

La lentitud deviene entonces en un valor supremo en vías de extinción al que consideran la solución a muchos de los males que nos aquejan. Y a mí no me parece mal que los europeos hayan llegado a esa conclusión, pero que conste que fue su modelo económico el que arrasó con el ritmo lento de otros pueblos y sociedades, y digo yo que al menos deberían hacer una autocrítica y descubrir cuál ha sido su actitud en el pasado para los que siempre parecimos a sus ojos como lentos.

 

Lentos por llamarlo suavemente, porque los pueblos que los europeos o potencias dominantes colonizaron (negros, sudamericanos, africanos, árabes, es decir, todos aquellos que no fueran ellos mismos) hemos cargado toda la vida con el estigma de gandules, lerdos y de manera más técnica: indolentes.

 

En cambio, hoy, el aplatanamiento es una terapia muy recomendada por médicos, psiquiatras, filósofos y personas de todas las corrientes del chilaud, lo que ayer fue un insulto ha resultado una virtud. Pero actualmente, el capitalismo centrifugado hace inviable el abatatamiento que según los metropolitanos teníamos. Entonces no servíamos para el trabajo, ahora tampoco porque no lo hay. Funcionar estilo compadre pasó de moda, ya no se lleva, la burocratización lo hace imposible, andamos estresados por dentro y por fuera. Se acabó el vacilón.

 

Y ahora, por eso, recuerdo que una vez le pregunté a unos viejitos que estaban echados en unas piedras del cruce del pueblo, qué dirección seguir, y uno de ellos miró para un lado y con el pie que tenía encima de la otra rodilla me indicó el camino.

 

Era un dirigente de la corriente Slow aunque algunos intelectuales anglosajones intenten apropiarse su pensamiento y su propio ser. No éramos gandules, teníamos la tensión baja.