Pedro Fernández Arcila *
El
Informe del Grupo de Reflexión sobre el futuro de la Unión Europea en 2030,
elaborado en mayo de 2010, denominado Proyecto Europa 2030, Retos y
oportunidades, alerta que en ese horizonte temporal el viejo continente puede
verse sometido a desestabilizaciones sociales, económicas y políticas
originadas por una demanda energética creciente y un descenso de las materias
primas (gas, petróleo) necesarias para la obtención de esa energía.
Este panel de expertos considera que la
era del petróleo barato parece haber tocado a su fin, reclamando una importante
inversión pública para desarrollar lo que denominan una revolución industrial
orientada a “la búsqueda de fuentes de energía renovables que sean viables.”
reconociendo como opciones prometedoras “la energía eólica, la energía solar y
la biomasa”. Con esta misma contundencia se pronuncia el Departamento de
Energía de los Estados Unidos de América que reconoce la necesidad de buscar
alternativas al petróleo tan rápido como sea posible.
Estas cuitas europeas y yankees debieran ser seriamente consideradas en Canarias,
tanto por su situación de mayor vulnerabilidad ante estos riesgos, dada su
condición insular, como, sobre todo, por la potencialidad que tiene nuestra
tierra para alcanzar esa “nueva revolución industrial”. No debemos olvidar que
en Canarias se encuentra el parque eólico con la mayor producción energética
del mundo, el parque eólico de Teno.
Lamentablemente los sondeos de Repsol y
la posible extracción de petróleo en nuestras costas han llegado como cantos de
sirena que nos confunden cuando nos susurran un maná inagotable que nos sacará
del pozo de la recesión económica. La polémica sobre los sondeos ha llegado
justo cuando se había iniciado el debate sobre el Plan Energético de Canarias o,
lo que es lo mismo, la definición de nuestro modelo energético. En un debate
más sosegado y sin cantos de sirena nos afianzaríamos en la idea de que si nos
coge el cenit de los recursos convencionales sin haber implantado sistemas
basados en las energías renovables y políticas de ahorro energético, nuestro
desarrollo económico se vería seriamente comprometido, y las tensiones sociales
sobre las que habla el informe antes mencionado se producirían también en Canarias.
En ocasiones resulta realmente extravagante la forma con que se abordan algunos
temas en Canarias donde parece que lo irrelevante toma prevalencia y las
ensoñaciones se transforman en premisa para un debate que le damos una carcasa
de razonable. Por eso, lejos de sirenas con mostacho que nos prometen oro negro
en abundancia, sería muy recomendable que quienes diseñan el modelo energético
para el archipiélago conocieran de la existencia de estudios realizados que
permiten deducir que gran parte de las demandas energéticas de Canarias pueden
cubrirse con este tipo de energías renovables y así para muestra dos botones:
la experiencias del Suroeste de Gran Canaria y la desarrollada durante el
periodo 2007-2011 por mi compañero Antonio Cabrera en el municipio de
Granadilla.
* Concejal de Alternativa Sí se puede en el Ayuntamiento de
Santa Cruz de Tenerife