Sin empresarios no hay turismo
Antonio Pedro Tejera Reyes *
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una dictadura del poder que dan los votos en las urnas, algo que, a través de
unos pocos años, han aprendido a manipular con su particular filosofía
consistente en aumentar la labor administrativa, para contentar a sus votantes
y así mantener la opción colonialista, que en el caso concreto de Canarias se
acerca a los seis siglos dependiendo de un poder central apoyado por toda una
larga pléyade de personajes que no han conocido en su vida otra forma mas
cómoda de vivir.]
Para los que hemos visto nacer la burbuja del moderno turismo
mundial casi desde sus comienzos, la claridad meridiana de su nacimiento la
tenemos tan clara como el destrozo que ha supuesto la intervención política en
su desarrollo. Salvando las naturales grandes distancias que han supuesto la
puesta en escena de miles de destinos turísticos y todo el inmenso panorama de
su entorno, podemos asegurar sin ninguna duda que la participación del
empresariado ha sido fundamental e imprescindible para que todo este escenario
se haya convertido en la fuente de trabajo y de riqueza que hoy ha levantado
países, ciudades, zonas y lugares. Una realidad como la copa de pino.
El caso del Estado como promotor del turismo podíamos centrarlo en
la red de Paradores Nacionales que se desarrolló en España, en lo cual tuvo
mucho que ver el visionario ministro de Turismo Manuel Fraga Iribarne, cuya
filosofía consistía en abrir estos paradores, de impecable presencia,
aprovechando aquellos lugares donde al empresariado se le hacía difícil
irrumpir por las dificultades que presentaba la inversión y su posterior
rentabilidad. Así se construyeron excelentes edificios muy acordes con lo hoy
llamado desarrollo turístico sostenible en lugares donde las bellezas naturales
y todo su entorno hacían propicio su asentamiento. Se rescataron reliquias
históricas (monasterios, castillos, etc.) que habían llegado al abandono con el
paso de los años y la guerra civil española, y se formó una cadena hotelera que
era una garantía por su modelo de gestión y su misión casi benemérita, ya que
su misión era ofertar los valores turísticos que el país poseía y que, por
razones de situación, y las ya apuntadas anteriormente, se encontraban fuera de
la oferta turística, y con pocas probabilidades de que el sector empresarial
acometiera estas obras, dada la facilidad y las preferencias de aquel turismo
de "sol y playa" que garantizaba la inversión en otros lugares de mas
fácil acceso, tanto económico, como de oportunismo.
Ejemplos hay en el mundo de cuanto comentamos, donde políticos
honrados, honestos y grandes próceres atendieron con oportunismo y visión de
futuro este imparable movimiento de la sociedad. Así nació ese monstruoso
aparato que nos asombra cada día más, por la perfección de sus servicios, el
gigantismo de sus obras, los planteamientos acertados de unos profesionales
unidos, desde el ingeniero, arquitecto, hasta el decorador, todos bajo el manto
de unos empresarios optimistas y cada día mejor preparados, que son los que
aportan los recursos para que pueda concretarse esta gran obra, hoy número uno
de la economía mundial.
Las Islas Canarias son un excelente laboratorio mundial, donde se
pueden analizar y estudiar todo este conglomerado de circunstancias, donde las
obras majestuosas y bien concebidas por el empresariado serio y responsable
están enfrentadas con una historia negra, donde se han destruido señas de
identidad y perecido los mas enjundiosos proyectos por una desgraciada gestión
colonialista que aún permanece en el poder imponiendo su devastador criterio
-en muchos de los casos- sin que al parecer se pueda hacer nada contra ello,
pues se trata, pura y llanamente, de una dictadura del poder que dan los votos
en las urnas, algo que, a través de unos pocos años, han aprendido a manipular
con su particular filosofía consistente en aumentar la labor administrativa,
para contentar a sus votantes y así mantener la opción colonialista, que en el
caso concreto de Canarias se acerca a los seis siglos dependiendo de un poder
central apoyado por toda una larga pléyade de personajes que no han conocido en
su vida otra forma mas cómoda de vivir.
En este orden de cosas, es justo que dejemos muy claro que sin
empresarios no hay desarrollo turístico que valga, pues el capital no era lo
que sobraba precisamente a los Estados para emplearlo en el mundo del ocio.
Así, nos asalta a la memoria sin entrar en otras miles de
situaciones unas continuas reuniones que sostuvimos en las años setenta del
pasado siglo en un reducido despacho de abogados en la calle Méndez Núñez, de
Santa Cruz de Tenerife, que con el tiempo serían grandes amigos nuestros, donde
por las vinculaciones políticas de uno de ellos comentábamos y analizábamos la
construcción del aeropuerto Tenerife-Sur, así como la célebre autopista que nos
lleva hacía el, relacionándolo con un gigantesco proyecto de inversión privada
que mas tarde se concluiría y sería durante años la luminaria que atraería al
turismo de aquella época hacia el sur de Tenerife.
Esta en una de las grandes historias que dan fe del conocimiento
que es necesario para desarrollar el turismo, y del cómo hay que adaptarse a
los tiempos y a los cambios de costumbres de la sociedad en la gestión del
turismo.
Estos recuerdos y la realidad presente avivada por las noticias
que regularmente nos ofrece la Organización Mundial del Turismo, son las nos
hacer aseverar que sin empresarios no hay turismo, aunque a estos sufridos
empresarios se les esquilme al máximo por las clases políticas, en muchos
casos, manipulando hechos y situaciones de las mas insólitas maneras, con el
fin de no perder los beneficios que el poder les ha dado.
Sin empresarios no hay turismo... ni turismo ni nada.
* Del Grupo de Expertos de la Organización
Mundial del Turismo, UNWTO