Sin campesinos
Wladimiro Rodríguez Brito *
Hemos
tenido estos días la primera entrada de tiempo sur en las Islas y se pone de
manifiesto una vez más el riesgo de incendio sobre todo en las tierras hasta
hace unos años cultivadas y en estos momentos cubiertas de maleza, situación
que agrava los riesgos en las zonas pobladas en el disperso asentamiento en el
interior de las Islas. Esta situación no es nueva pero este año se ha agravado
por el húmedo invierno que hemos tenido y como consecuencia ha favorecido el
desarrollo de una potente vegetación no solo en el barlovento de las Islas sino
también en el sotavento. Hemos de destacar que el deterioro que sufre la
actividad agraria en nuestro territorio genera problemas serios de seguridad ya
que en los últimos 40 años sufrimos un deterioro permanente en la pérdida de
campesinos y una reducción tanto de la actividad agrícola como ganadera en la
piel de las Islas. Por lo tanto, estamos al final de un periodo y, lo que es
peor, no parece hayamos tocado fondo porque todos opinamos que con la actual
situación económica el campo se recuperaría; sin embargo, los hechos ponen de
manifiesto que apenas vemos algo más de tierras labradas y en contadas
ocasiones encontramos jóvenes que se incorporen a la actividad primaria.
Hagamos una valoración de lo que ocurre en nuestro
territorio. Así, por ejemplo en la década de los cincuenta, no sólo teníamos
cultivada la mayor parte de nuestras tierras con un importante uso del suelo
bien para pastos o para frutales con más de
Por
otra parte, las importaciones de carnes y derivados lácteos, unidas a otra
serie de productos de los que nos alimentábamos hasta hace cuatro décadas, han
empeorado con problemas serios la rentabilidad del sector primario en las Islas.
El crecimiento de los lobbies importadores y la presión sobre el suelo para
urbanizar han puesto el resto en el ya conocido deterioro de la actividad
agraria en nuestro territorio, en la que, por supuesto, la degradación cultural
del mundo rural se ha asociado al pasado, al atraso, a la miseria…, y en la
que se ha asociado el progreso a lo urbano, en la que la presión de los valores
consumistas con una potenciación de los recursos económicos asociados a la
construcción y el turismo, ante el espejismo de una sociedad de consumo, pone
el resto.
Es
parte del modelo que ha dado lugar a la actual crisis y a la falta de estímulos
económicos y culturales, unida a unas barreras ambientales de protección de la
supuesta naturaleza sin campesinos y con la devaluación de todo lo que ha
significado cultura y esfuerzo en el mundo rural. No olvidamos que las leyes
ambientales, de calidad de los alimentos, de sanidad ambiental y vegetal han
sido hechas en la ciudad, unidas a la gran burocracia de papeles, y ello hace más
difícil la actividad agraria tradicional a nuestra gente, donde criar un
cochino, un gallo o un becerro requiere un papeleo similar a una granja en la
cuenca del Rin, sin dejar de lado las rígidas leyes que se están aplicando
(Ley de Bienestar Animal, limitaciones sanitarias, ruptura de usos tradicionales
sobre los establos, sacrificio de un cerdo como tanto otro…). Y es que a todo
ello se suman las limitaciones que nos impone la naturaleza en Canarias, por
topografía, falta de lluvia, escasez de suelos…; es decir, el agricultor y el
ganadero se han encontrado con unas barreras muy pesadas para desarrollar su
actividad. Cambios culturales y económicos son sin duda de los mayores
adversarios que tiene el mundo rural. Hemos dado un salto de una sociedad
eminentemente rural, en la que los rebaños de cabras entraban en Santa Cruz de
Tenerife y en la ciudad de Las Palmas hasta los años setenta, ordeñando en la
puerta de las casas, a un marco económico en el que estamos importando forraje
incluso para la ganadería en lugares tan apartados como Garafía, El Tanque o
Antigua; es decir, la actual cabaña ganadera no sólo se ha reducido en número
sino que ahora es claramente dependiente, puesto que apenas tenemos pastores que
cuiden su rebaño sobre la piel de las Islas.
Tenemos
unos datos que son muy expresivos de una crisis agrario-ambiental sobre un
territorio canario. Valgan como referencia los siguientes datos. Aún en la década
de los cincuenta, labrábamos más de
* DOCTOR EN GEOGRAFÍA POR LA UNIVERSIDAD DE LA LAGUNA
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