El
silencio del campo
Padre
Báez *
“Canta
y camina”, decía San Agustín. Nuestro paisano -bereber, como nosotros,
canarii también-, eso decía, y decía bien: el cantar ayuda a caminar. El
cantar ayuda a avanzar. Cantar, es señal de vida.
El
pueblo cantaba. Antes
-recuerdo de niño- todo el mundo cantaba, silbaba, tarareaba..., por el canto
se sabía dónde estaba alguien y qué hacía. Se cantaba: “¡fuegoooo!”, y
se oía un gran estruendo, rompiendo piedras, y se avisaba para que se retirasen
del entorno...
Toda
la jornada. Rompía el silencio los gallos de madrugada, y se cantaba desde el alba
a la noche, y no se dejaba de cantar en ningún momento: había alegría. Los
había que se paraban para oír a alguien cantar. Iban de camino, cantando...
Había
cantos para cada momento y situación. Se cantaba la tabla de multiplicar, se cantaba
en el recreo, se cantaba jugando, se cantaba enamorado... Se cantaba: al
sembrar, al arar, al segar, al trillar, al pastorear, al tolear a los animales,
al llevarlos a abrevar, al ordeñar...
Se
cantaba en todas las etapas de la vida. Cantaba el niño, al corro las niñas, cantaba
el adolescente, cantaba el joven, cantaba el trabajador, cantaba el hombre
mayor, cantaba el anciano, cantaban el enfermo, cantaban los pájaros en
febrero, los cuervos todo el año entero...
En
la cosecha y en todas las circunstancias. La vida era una canción. El punto cubano, las
canciones mejicanas, las folías, las malagueñas, cantaba la radio (de noche
las rondas, de días los discos dedicados), se cantaba...
Se
cantaba a Dios. A la Virgen el rosario; el rosario de la aurora era cantado. Se cantaba
el trece de Mayo, y se cantaban canciones religiosas (en Semana Santa nadie
cantaba), se cantaba y, en decir de San Agustín, el que lo hacía rezaba dos
veces.
Se
cantaba al amor. El pastor en la loma, sus cadencias y mensajes, mientras recogía su
ganado, pensando en su amada, cayendo la tarde. Componía letras, siguiendo música
de otras canciones. En las fiestas, se vendían canciones...
Se
cantaba a la novia. En la noche, se las rondaban: venían los amigos del novio, con
guitarras, a cantar a la vera del camino, junto a la casa de su novia o su
pretendida...
Se
cantaba a la esposa. Y ello, en la mesa, en el patio; los Domingos y días de descanso. Eran
canciones de piques que obtenían sus respuestas afines. Se improvisaba, se
repetían coplas aprendidas de memoria...
Se
cantaba... Había
armonía, habían mensajes, había motivos, había vida. Se cantaba a todas
horas, se cantaba en todas partes. Se cantaba lavando la ropa, al tenderla, al
volver con ella en la cabeza; al ir por agua, a..., si había luto: no se
cantaba.
Cantos
que vienen muy de atrás. Algunos, en letra y música, como que traían
cadencias y ritmos ancestrales, de los ancianos, heredados, transmitidos, el
arro-rró, a san Antonio, a las ánimas..., cantaban los misioneros y enseñaban
canciones...
Cantos
con aires anteriores. Con ritmos nuestros, de los nuestros, la voz del
pasado; también romances, zarzuelas y otros sones. Cantaba la gente, cantaba el
pueblo, cantaba el ama y la criada. Todos cantaban.
Canciones
antiguas. Tan antiguas, que algunas vienen de siglos atrás, en
la memoria de los más viejos; se cantaba así porque así, el abuelo cantaba,
que así lo oyó al suyo, y éste al de él...
Reminiscencias
de los guanches. Seguro al cien por cien; pero se cantaba según los
tiempos, según los momentos, según el talento. Se cantaba y todo era canción.
Pero, poco a poco, la isla ha ido enmudeciendo, ya nadie canta, ya no se oye una
voz.
El canario de la tierra El canario de la tierra, canta que es un primor; en su cantar encierra, paz, nobleza y valor. De un tiempo a esta
parte, el canario supera al
gorrión; ¡suena a premonición! que a pulso debes ganarte ¡con bravura y decisión! Álvaro Morera Canarias, Junio 2010 |
Canarias,
febrero 2012
Artículos
del Padre Báez publicados en El Canario