Lo que significa ser un colono

Jorge Dorta *

 

Un colono es un privilegiado ilegitimo que ha aceptado serlo, en otras palabras un usurpador que está en un territorio por las ventajas que le confiere pertenecer a un “grupo superior” porque así se ahorra el esfuerzo de superiorizarse individualmente. Es un privilegiado ilegitimo que tan solo tiene dos opciones, no aceptar serlo y marcharse o aceptarlo y quedarse.

 

No confundir colono con emigrante porque son dos cosas distintas. Un colono está en un territorio donde existen relaciones coloniales y por tanto privilegios ilegítimos de toda índole. Es un privilegiado ilegitimo porque no hay que ser muy inteligente como para entender que sus privilegios nacen a costa de las oportunidades del resto de la población nativa.

El colono que se queda es porque acepta ser un privilegiado ilegitimo y trata de aprovecharse de ello aunque en el fondo trate de disfrazar su posición. El colono “progresista” tratará de involucrarse en cuestiones internacionales para limpiar su culpa y sus contradicciones internas. Tratará de resolver el mundo e incluso mostrará una cierta simpatía a la causa del pueblo colonizado. Pero su postura termina ahí. Subconscientemente siente terror a la liberación del pueblo oprimido del que desconfía y en el que sabe que el y sus ideas no tienen cabida porque sus ideas van en contra del nacionalismo que dicho pueblo necesita en la etapa de su liberación.

 

En el fondo todo colono que acepta es un racista aunque sea a nivel subconsciente, ¿Cómo va a identificarse con un pueblo sumiso y mezquino al que le han podrido el alma? ¿Cómo va a identificarse con un pueblo que en lo más profundo de su ser desprecia aunque trate de convencerse de lo contrario?   

Otros son más honestos, el problema de la colonia son los molestos nativos, si estos desapareciesen todo sería ideal. El colono que acepta ser un privilegiado ilegitimo y defenderá sus privilegios por las armas si fuese necesario es lo que en Canarias llamamos godo o gauripa. El godo que actua como tal en el fondo es el más honesto consigo mismo, los demás solo tratan hipócritamente de engañarse a si mismos y a los demás. 

 

El colono recién llegado, nada más poner pie en tierra colonial ve que su autoestima se dispara por el mero hecho de su acento o de no haber nacido allí. Además se necesita muy poco tiempo para que la solidaridad de los colonizadores entre en juego.

 

"¿Podemos dejar a un conciudadano en apuros?"  Tímidos y modestos en su país de origen, de pronto se ven provistos de una superioridad y un prestigio que les sorprende incluso a ellos título maravilloso. Ven su oscuridad y su mediocridad iluminada. Con el apoyo del corsé que le da su condición levantan sus cabezas, y pronto asumen tal nivel de autoconfianza excesiva que los hace marear. ¿Por qué no habrían de felicitarse por haber llegado a la colonia? A partir de entonces lo van a defender agresivamente y van a terminar creyendo que es correcto.

 

La condición material de una persona privilegiada-usurpadora es idéntica para el que la hereda al nacer y para el que la disfruta desde el mismo momento en que aterriza. La toma de conciencia de lo que es y de lo que se convertirá se produce necesariamente, en mayor o menor medida, si esa condición es aceptada.

 

Naturalmente, no todos los europeos en las colonias son potentados o poseen miles de hectáreas o manejan el gobierno. Muchos de ellos son víctimas de los amos de la colonización, explotados por estos amos, a fin de proteger intereses que no suelen coincidir con los suyos. Además, las relaciones sociales casi nunca se equilibran.

 

En contra de todo lo que nos gusta pensar, el pequeño colono es en realidad, en la mayoría de los casos, un defensor de los colonialistas y un defensor obstinado de los privilegios coloniales. ¿Por qué?...


¿Solidaridad del compatriota con el compatriota? ¿Una reacción defensiva, una expresión de ansiedad de una minoría que vive en medio de una mayoría hostil? En parte. Sin embargo, durante el cenit del proceso colonial, protegido por la policía, el ejército y la fuerza aérea siempre dispuesta a intervenir, los europeos en las colonias no estaban lo suficientemente asustados como para explicar tal unanimidad. Es cierto que no todos pensaban igual. Es cierto que el pequeño colonizador tendría una lucha para llevar a cabo, una liberación que lograr, si no fuera tan seriamente engañado por su propia ingenuidad y cegado por la historia. Pero no creo que la credulidad puede descansar en una completa ilusión o puede gobernar por completo la conducta humana. Si el pequeño colono defiende el sistema colonial con tanto vigor, es porque se beneficia del susodicho hasta cierto punto. Su ingenuidad radica en el hecho de que, para proteger sus muy limitados intereses, protege otros infinitamente más importantes, de la cual es, por cierto, la víctima. Pero, a pesar de embaucado y víctima, también recibe su parte.


En diferentes grados cada colonizador es un privilegiado, al menos comparativamente, en última instancia en detrimento de los colonizados. Si los privilegios de los amos de la colonización son sorprendentes, los privilegios menores del pequeño colonizador, incluso el más pequeño, son muy numerosos. Cada acto de su vida diaria lo coloca en una relación con los colonizados, y con cada acto se demuestra su ventaja fundamental. Si tiene problemas con la ley, la policía e incluso la justicia será más indulgente con él. Si necesita ayuda del gobierno, no le va a ser difícil, la burocracia se cortará, una ventana será reservado para él donde hay una línea más corta con lo que tendrá que esperar menos. ¿Necesita un trabajo? ¿Tiene que hacer un examen para ello?... Empleos y posiciones estarán reservados de antemano para él, los exámenes se hacen en su idioma, lo que dificultades descalificatorias para el colonizado. ¿Puede ser tan ciego o tan cegado que no puede ver que, dadas iguales circunstancias materiales, clase económica o capacidades, siempre recibe el tratamiento preferente? ¿Cómo podía dejar de mirar de vez en cuando para ver a todos los colonizados, a veces, ex compañeros o colegas, a los que ha superado tanto? Por último, si necesita solicitar o tiene la necesidad de algo, sólo necesita mostrar su cara para ser prejuzgado favorablemente por los que cuentan en la colonia. Goza de la preferencia y el respeto de los propios colonizados, que le conceda más que a los mejores de su propio pueblo, que, por ejemplo, tiene más fe en su palabra que en la de su propia población. Desde el momento de su nacimiento, posee un título independiente de sus méritos personales o de su clase social. Es parte del grupo de colonizadores cuyos valores son soberanos. La colonia sigue la cadencia de sus fiestas tradicionales, incluso los días festivos religiosos y no los de sus habitantes. El día de descanso semanal es el de su país de origen, es la bandera de su nación la que vuela sobre los monumentos, su lengua materna la que permite la comunicación social. Incluso su vestido, su acento y sus modales son finalmente imitados por los colonizados. El colonizador participa de un mundo elevado del que recoge automáticamente los privilegios. - Retrato del Colonizador


Por supuesto tratará de autojustificar su posición vanagloriandose de ser un hombre de acción frente a la apatía y "aplatanamiento" del colonizado, frente a su increible pereza.

Todos los colonizadores, de Liberia a Laos, pasando por el Magreb, parecen estar de acuerdo [en la pereza del colonizado]. No es muy difícil darse cuenta de hasta qué punto es cómoda esa caracterización. Ocupa un lugar prominente en la dialéctica ennoblecimiento del colonizador-degradación del colonizado. Además, resulta económicamente rentable.

 

Nada podría legitimar tanto el privilegio del colonizador como su trabajo; nada podría legitimar mejor el desvalimiento del colonizado que su ociosidad. El retrato mítico del colonizado incluirá, pues, una increíble pereza. El del colonizador, el gusto meritorio de la acción. Al mismo tiempo, el colonizador insinúa que emplear al colonizado es poco rentable, lo que le autoriza a pagar salarios inverosímiles. - Retrato del Colonizado


Pero en las sociedades oprimidas se suele confundir las cosas, No es apatía es impotencia. El colonizado se siente impotente para cambiar su situación. De ahí su aparente apatía y desafecto. De ahí su no colaboración. Simplemente trata de adaptarse.

¿es realmente perezoso el colonizado?A decir verdad, la cuestión está mal planteada. Además de que habría que fijar una norma de referencia, distinta de un pueblo a otro, ¿cómo se puede acusar de pereza a un pueblo entero? Se puede aludir a individuos, incluso numerosos dentro de un grupo; preguntarse si su rendimiento no esmediocre; si la desnutrición, los salarios bajos, el porvenir negro y la significación irrisoria de su función social no quitan todointerés al trabajo del colonizado. Lo que resulta sospechoso es que la acusación no solo señala al obrero agrícola o al poblador de la ciudad-miseria, sino también al profesor, al ingeniero, al médico, que rinde las mismas horas de trabajo que sus colegas colonizadores; en suma, a todos los miembros del grupo colonial. Lo sospechoso es la unanimidad de la acusación y la globalidad de su objeto, de manera que ningún colonizado se libra, ni podría librarse en ningún caso. Es decir, la desconexión entre la acusación y todas las condiciones sociológicas e históricas.

 

No se trata de una nota objetiva, diferenciada y sometida a posibles transformaciones, sino de una institución: con su acusación, el colonizador instituye al colonizado como un ser perezoso. Decide que la pereza es constitutiva en la esencia del colonizado. Planteado así, es evidente que el colonizado, asuma la función que asuma o despliegue no importa qué celo profesional, no dejará nunca de ser un perezoso. Volvemos siempre al racismo, que es la sustantivación de un rasgo, real o imaginario, del acusado en provecho del acusador. - Retrato del Colonizado

 

Es posible repetir este análisis a propósito de cualquiera de los demás rasgos que se atribuyen al colonizado. El problema es que muchas veces el colonizado termina creyéndoselo y esa creencia la interioriza y la instala en su subconsciente. Esto ocurre por no entender correctamente la psicología y las motivaciones del colonizador.

Dentro de este juego psicológico algunos colonizadores muestran un lado más humano y generoso. Pero es falso. Es hipocresía.

 

Custodio de los valores de la civilización y de la historia, [el colonizador] cumple una misión, tiene el inmenso mérito de llevar la luz a la oscuridad ignominiosa del colonizado. El hecho de que este papel le trae privilegios y respeto es solo justicia, la colonización es legítima en todos los sentidos y con todas sus consecuencias.

 

Además, puesto que la servidumbre es parte de la naturaleza de los colonizados y la dominación parte de la suya, no habrá desenlace. Para las delicias de la virtud recompensada añade la necesidad de las leyes naturales. La colonización es eterna, y puede mirar hacia su futuro sin preocupaciones de ningún tipo.


Después de esto, todo será posible y tomará un nuevo significado. El colonialista podía darse el lujo de relajarse, vivir con benevolencia y hasta magnificente. El colonizado solo podría estarle agradecido con él por suavizar lo que le viene encima. Es aquí que la asombrosa actitud mental llamada "paternalismo" entra en juego. Un paternalista es aquel que quiere estirar más el racismo y la desigualdad, una vez admitidos. Es, si se quiere, un racismo benéfico que no es ni menos hábil ni menos rentable. El más generoso paternalista se revuelve tan pronto como el colonizado exige sus derechos sindicales, por ejemplo. Si aumenta su salario, si su esposa se ocupa de los colonizados, se trata de regalos y nunca de deberes. Si él reconociese deberes, tendría que admitir que el colonizado tiene derechos. Sin embargo se desprende de todo lo anterior que no tiene obligaciones y los colonizados no tienen derechos.


Después de haber fundado este nuevo orden moral en el que es por definición el maestro e inocente, el colonialista por fin se ha dado a sí mismo la absolución. Sin embargo es esencial que este orden no sea cuestionado por otros, y especialmente no por el colonizado. -
Retrato del Colonizador

 

La actitud paternalista de muchos colonos no es más que un intento de prolongar un poco más sus privilegios. La generosidad del colono paternalista es falsa porque se limita a mitigar los efectos pero bajo ningún concepto se plantea erradicar las causas de las desigualdades y las injusticias. Estas causas son lo que le otorgan sus privilegios y le permite ser “generoso” autojustificandose y engañándose a si mismo al mismo tiempo.

Repito, un colono solo tiene dos opciones, rechazar ser un privilegiado ilegitimo y marcharse de la colonia o aceptarlo y quedarse. Por tanto, para mí, los colonos que se quedan no merecen ningún respeto ni tienen ninguna legitimidad como individuos.

 

Cuéntenme si quieren todas las milongas humanistas que quieran, vuelvan a decir que Canarias no es una colonia si quieren autoengañarse, pero antes léanse a Albert Memmi y su obra Retrato del Colonizador y Retrato del Colonizado y verán que en Canarias se dan todos los cuadros psicológicos y sociológicos descritos en el libro. Blanco y en botella leche.  

 

Fuente: menceymacro.blogspot.com.es