Separarnos de la naturaleza tendrá graves consecuencias

 

José Navarro

 

El hombre debería estar en unidad con la naturaleza, es decir, debería mantener y vivir en unidad con la naturaleza y los animales. De hecho, el ser humano aún no es consciente de que cuando se destruye esa unidad hay consecuencias perjudiciales para él. Jesús de Nazaret ya lo anunció: "Lo que siembres cosecharás". Pero esta frase, que debería conocer todo aquel que se denomina cristiano, parece no ser tomada en consideración.

Actualmente también tenemos indicaciones de Cristo dadas a través de la palabra profética, a través Gabriele, la enviada y mensajera de Dios para nuestro tiempo, y en el libro de la Editorial Vida Universal titulado "Origen y formación de las enfermedades" leemos el siguiente párrafo: "Con el tiempo, el ser humano no puede vivir sin la relación sana y estable entre hombres, animales, plantas y también minerales, pues él depende de la relación de las fuerzas entre el reino animal, vegetal y mineral. Las esencias de la vida animal, vegetal y mineral son fuerzas cósmicas que están en armonía y en unidad con las fuerzas del infinito. Si el ser humano actúa en contra del mundo animal, vegetal y en contra del reino mineral, viola la ley de la unidad, de la armonía. Lo que el ser humano destruye voluntariamente termina desapareciendo con el tiempo. Desaparecen animales que aportan un cierto potencial de fuerza que contribuye al equilibrio ecológico. Las plantas medicinales, que también como irradiación contribuyen a la curación de hombres y animales y a la purificación de toda la atmósfera, están contaminadas con la energía atómica y desaparecen. Solo quedarán las piedras. ¿Qué puede hacer el hombre con ellas? Muy poco".

Además no habría que obviar que, como consecuencia de la acelerada extinción de las especies, pueden resurgir enfermedades que se creían controladas o antiguas epidemias. Sin ir más lejos en aquellas zonas donde se tala la selva amazónica de forma descontrolada, los mosquitos que trasmiten la malaria se reproducen con más intensidad, de hecho se sabe que las picaduras en estas zonas se producen 250 veces más que en la selva intacta.

Otro ejemplo lo encontramos en los ratones de los arrozales, portadores del virus Hanta, aunque hasta hace poco las infecciones en humanos no eran frecuentes puesto que esta especie contaba con depredadores naturales, los mismos que son paulatinamente mermados a manos del hombre. Por otra parte la borreliosis de Lyme en Estados Unidos se transmite a través de los ratones de patas blancas, los que antes eran relativamente escasos porque tenían enemigos naturales, como el puma o incluso otros roedores, pero estas especies de enemigos naturales también fueron eliminados por el ser humano y ahora los ratones de patas blancas se multiplican y la borreliosis se expande más cada vez.