Semillas locales, ¿anécdota o necesidad?
Miguel
López González *
Diferenciar nuestras
producciones en los puntos de venta. Este objetivo, ineludible para el sector
agrario canario, afecta también a la decisión de qué productos queremos
cultivar. La posibilidad de optar por variedades locales tradicionales aparece,
teóricamente, como una opción muy interesante.
Sin embargo, las
exigencias relativas a la certificación de las semillas y la búsqueda, en los
últimos años, de variedades más productivas han llevado a los productores a
adquirir plantas procedentes de simientes híbridas foráneas, no adaptadas a
nuestras condiciones de cultivo y cuyos frutos poco se distinguen de los
obtenidos en otras partes del mundo. Bajo el prisma de la necesaria
diferenciación de nuestros productos, este tema, lejos de ser banal, tiene, a
mi juicio, una gran importancia.
Desde el punto de
vista económico, aunque las semillas comerciales presentan una horquilla de
precios muy amplia, todas estas variedades tienen en común su falta de
aclimatación a las condiciones de las Islas, obligando al productor a realizar
un gasto adicional en tratamientos para su "adaptación". Por el
contrario, las semillas tradicionales presentan la ventaja de estar mejor
adaptadas a las distintas realidades territoriales y periodos de cultivo. En la
parte de los ingresos, el menor rendimiento atribuido a las variedades
tradicionales puede compensarse a través de la comercialización en nichos de
mercado dispuestos a pagar más por productos diferenciados. Productores y administraciones
debemos implicarnos en la búsqueda de los canales de venta adecuados.
Junto al argumento
económico, hay otras razones vinculadas a la protección medioambiental y del
patrimonio agrario que apuntan en la misma dirección. El trabajo desarrollado
durante décadas por nuestros campesinos para lograr una enorme biodiversidad de
especies agrícolas en las diferentes zonas tiene un valor incalculable y no
puede perderse. Con esta finalidad, debemos complementar las iniciativas que
hacen uso de los medios tecnológicos actuales con la recuperación de los
sistemas de intercambio de semillas entre los agricultores, tal como hacían
nuestros antecesores. En esta línea, existen experiencias positivas, como el germobanco, además del trabajo de entidades como la Red de
Semillas o el Centro de Conservación de la Biodiversidad Agrícola de Tenerife
(CCBAT). Este último, perteneciente al Cabildo de Tenerife, viene desde hace
años realizando con éxito labores de caracterización y recuperación de
variedades locales de hortalizas, papas, leguminosas o cereales, entre muchas
otras. De hecho, su importancia creciente requiere que el CCBAT sea priorizado
por la institución insular, dotándole de los recursos humanos y materiales
adecuados a las tareas que tiene encomendadas.
El objetivo es obtener
productos de calidad recuperadores de los sabores de antaño y protectores del
patrimonio cultural que permitan a los productores de las Islas distinguirse en
los puntos de venta.
* Secretario insular de COAG-Canarias en Tenerife