LA SANIDAD EN CANARIAS
El corazón es una pieza delicada. Todo le afecta; un beso,
una caricia, una mirada, una noticia. Cuando creemos que estamos en reposo, él
se encarga de dar 75 golpes por minuto de modo preventivo, pura tarea de mantenimiento.
Si nos esforzamos, eleva el ritmo, si nos relajamos disfruta del
momento. Todos tenemos uno, lo que nos hace iguales. Pero cada uno tiene
el suyo, y eso nos hace únicos.
Los avances médicos han permitido que en las tres últimas décadas,
miles de pacientes nacidos con corazones defectuosos puedan disfrutar de la
vida con todas sus consecuencias. Cada paso investigador es un año más de vida,
una ventana nueva que se abre. Cada cirugía correctamente aplicada, una
bendición salvadora.
Es de general conocimiento que el tratamiento de estos pacientes
necesita de un seguimiento especializado, de un control estricto desde el mismo
momento en que se nace hasta el final. En Canarias, el tratamiento
quirúrgico de estos pacientes se concentra en el Hospital Materno Infantil de
Las Palmas de Gran Canaria, el único centro dotado de medios técnicos y de
expertos. En los últimos años, las mejoras incorporadas le sitúan entre los
punteros de Europa. Gracias al éxito
de esas mejoras, los pacientes disfrutan de una vida más larga que en décadas
anteriores.
Lo que los cirujanos arreglan, sin embargo, tiende a destrozarlo
la burocracia. La administración sanitaria no asimila fácilmente los avances
científicos, y por eso, impide que los pacientes mayores de 14 años sean
ingresados en el Hospital Materno Infantil cuando necesitan de una intervención
quirúrgica propia de su dolencia, un procedimiento frecuente porque estos
corazones frágiles necesitan de ciertas adaptaciones a medida que los cuerpos
crecen y se hacen adultos. De forma que los afectados son apartados por una
cuestión de edad de los cirujanos especialistas en estas intervenciones, y
obligados a trasladarse a hospitales de la Península
para recibir el mismo tratamiento disponible en Canarias.
En el último año, al menos 20 de estos pacientes fueron desviados
a distantes quirófanos en Madrid y Barcelona, sin otro argumento que el de
haber superado los 14 años con vida. Lo que debía ser una fiesta se convierte
en una fuente de angustia, un doble castigo. Además de afrontar un momento
francamente complicado, se les fuerza al destierro cuando más necesitan
del calor de los amigos y de la familia. Eso sin calcular el gasto
extraordinario que se ven obligados a desembolsar para hacer frente a
prolongados periodos de estancia en los hospitales de destino. Y sin medir los
riesgos que se añaden a los corazones ya frágiles con los traslados.
Al gasto familiar se
le debe sumar el que genera la Sanidad canaria, que abona en el exterior los
tratamientos cuando dispone en sus propios servicios de todo el instrumental y
de toda la solvencia, técnica y profesional, para realizar las operaciones sin
coste añadido. Si el Gobierno quiere ahorrar, aquí tiene una oportunidad de
oro. Sólo hace falta que alguien retire el cartel de prohibido el paso a los
cardiópatas congénitos mayores de 14 años.
Gonzalo H. Martel /
Las Palmas de Gran Canaria
25 de Julio de 2011.
Fuente: Canarias7.es