Salvar
Veneguera, del olvido
Agapito de Cruz Franco
Un gran
cardón, con el sol inmenso del atardecer y dos aves en la penumbra, es una
imagen que aún anida en la memoria ecologista del archipiélago. Ideada con la
creación en 1984 del Comité Salvar Veneguera en Mogán (Gran Canaria), aún molesta en el erial político y
urbanístico del olvido insular canario, a pesar de haber pasado más de 25 años.
La noticia,
el 29 de diciembre de 2010, de que el Supremo eximía a la Comunidad Autónoma de
Canarias de abonar los 350 millones de euros a la sociedad promotora, Costa
Canaria Veneguera S.A.
(compuesta por el socio canario Lopesan, 25% y el
Banco de Santander, 75%) por no permitirle urbanizar Veneguera,
sellaba el éxito de una larga lucha ecologista.
El Barranco
Veneguera, marcó en su momento, el inicio a escala
social amplia del debate sobre el territorio y el modelo de crecimiento que
existe en las Islas, ideas que se verterían en las “Jornadas Ecologistas Salvar
Canarias” de Tafira en Las Palmas en 1987. Ideas que
influirían en los planteamientos posteriores de los grupos ecologistas, al
alimón con el movimiento “Salvar El
Rincón”, que por esa época surgía también en La Orotava (Tenerife), y que, como
Veneguera, se componía de un amplio abanico de
sectores ecologistas, políticos, sindicales y sociales diversos centrados en su
critica al modelo turístico imperante.
En la
frontera del cemento, entre la masificación urbanística y turística del Sur de
Gran Canaria y los espacios aún sin dañar por la especulación inmobiliaria del
oeste, aparece pues todavía hoy, milagrosamente intacto y como una rara avis, el Barranco de Veneguera,
como símbolo de una amplia lucha ciudadana donde se mezcló la ecología, la
política y los intereses empresariales de grandes Bancos, en este caso Banesto
y el Santander.
Porque fue
Banesto y
Ante esta
decisión, el Cabildo Insular de Gran Canaria revisó el Plan Insular de
Ordenación y desclasificó los terrenos de Veneguera. A
ello se añadió la aprobación en el Parlamento de la Ley 6/2003 de 6 de marzo
que declaraba Veneguera espacio natural protegido, lo
que impedían, ambas decisiones, cualquier desarrollo urbanístico en la zona.
Las leyes
de Directrices de 2003 de ordenación general y del turismo (a la que precedió
la Moratoria de 2001), aprobada con Román Rodríguez como Presidente del
Gobierno de Canarias y que apostaba por la sostenibilidad, la menor ocupación
del territorio y la calidad en el turismo, acabaría con las expectativas de los
especuladores urbanísticos, que denunciarían por ello al Ejecutivo como
compensación por no poder fabricar en la zona. Denuncia rechazada por el
Tribunal Supremo y que con el inicio de 2011 sería todo un regalo de Reyes a la
naturaleza canaria.
El reciente
libro de Juan Manuel Brito, José de León y Miguel Ángel Robayna:
“Salvar Veneguera. El poder en movimiento”, editado
por Acción en red-Canarias y la Obra Social de La Caja de Canarias es un buen
documento sobre este conflicto, que como sus autores afirman, aun sigue abierto…