Con sabor a libertad
Victoria
Dorta S.
[¿Por qué ese
desinterés mostrado por muchos canarios a la hora de tener que resolver los
problemas de una tierra que es la suya? ¿Por qué las gentes de otros pueblos
del mundo, tan dignos como el nuestro, se unen para reivindicar sus derechos
cuando tienen que hacerlo y no esperan a que otros tengan que solucionárselos?
Quizás la respuesta la sepamos todos.]
Qué difícil se me hace a veces no olvidar mi tierra y
mis raíces; no dejarme absorber al cien por cien por todo lo que me rodea. Cada
día, la rutina maquinal y monótona de aquello que llamamos vida se ocupa de
tenerme distraída con sus innumerables quehaceres diarios; ella se empeña una y
otra vez sin pretenderlo en que yo olvide aquel pedacito de Atlántico azul
cielo que dejé en la lejanía. Pero no quiero, me niego a apartar ni un solo
instante de mi mente aquellas islas sembradas de folías
y timples; aquel rincón del sol maravilloso donde baten las olas de ilusión y
esperanza, donde la brisa suspira libertad y el mar abraza sus siete estrellas
verdes.
Después de tantos años
observando desde la distancia lo que ocurría en nuestras islas, me he dado
cuenta -casualmente, como tantos otros canarios y canarias que hemos salido por
un tiempo indeterminado del archipiélago- de muchas cosas a las que yo antes no
les daba importancia e, incluso, no hacía el menor esfuerzo en descifrar ese
código prohibido que ahogaba y está ahogando lentamente unas señas de identidad
y una cultura, la nuestra. ¿Por qué ese desinterés mostrado por muchos canarios
a la hora de tener que resolver los problemas de una tierra que es la suya?
¿Por qué las gentes de otros pueblos del mundo, tan dignos como el nuestro, se
unen para reivindicar sus derechos cuando tienen que hacerlo y no esperan a que
otros tengan que solucionárselos? Quizás la respuesta la sepamos todos.
Yo, en particular,
creo que hemos sido intencionadamente educados de espaldas a nuestra historia,
lo que sin duda nos ha creado un desinterés crónico del que tenemos que
desprendernos cuanto antes si queremos sobrevivir como pueblo. A veces,
desnudar tus opiniones ante otros puede crear incomprensión, pero la mayoría de
las veces ayuda a que muchos otros comprendan, y eso es lo que importa.
Atlántico de luz que
el alma atrapa, / romance de la paz mi estrella y guía, / fecunda los barrancos
la dulce agua, / las laderas ya verdes el sol que brilla.
* Publicado en el periódico El Día, 20-11-2011