Ignacio Reyes García
Reflexiones
y propuestas para el movimiento popular de liberación.
Canarias es
un país colonizado por España, donde históricos mecanismos de coacción,
expropiación y desnaturalización social han generado una sociedad mestiza desde
el punto de vista demográfico y cultural, sometida en la actualidad a un
régimen de sobreexplotación de sus recursos humanos y materiales.
Instrumentos
como el Régimen Económico y Fiscal (REF), la Reserva de Inversiones (RIC) o el
Régimen Especial de Abastecimientos (REA), muy lejos de favorecer el desarrollo
equilibrado de las capacidades y dinámicas productivas del país, han demostrado
ya sobradamente alimentar nuestra dependencia económica del exterior, favorecer
la especulación, acentuar la degradación ambiental y condenar a sectores cada
vez más amplios de la población trabajadora a condiciones de miseria y descualificación intolerables por más tiempo.
Así mismo, desde la década de los años setenta del
siglo XX, el capitalismo viene apostando en todo el mundo por una progresiva
desregulación neoliberal como principal mecanismo de explotación. La
restricción de salarios y derechos cívicos era el precio a pagar por una
democracia formal que, en la práctica, sólo ha preparado la primacía de la
estrategia más especulativa del capitalismo. El despliegue global del capital
financiero ha venido acompañado de un debilitamiento de las funciones sociales
y redistributivas de los estados, que, no obstante, perduran todavía como palancas
de acumulación de capital y gestión política de las condiciones generales de
realización de un régimen de dominación cada vez más transnacionalizado. Un
escenario en el cual las deslocalizaciones han
añadido una vuelta de tuerca más al proceso de alienación que distingue las
relaciones laborales en la actualidad, al romper incluso las tradicionales
cadenas productivas de ámbito nacional.
Pero junto a esa expropiación material y política, el
capitalismo ha desencadenado también una ofensiva igual de devastadora en los
ámbitos formativo y cultural: la capacidad crítica de las personas y el
despliegue identitario de los pueblos viven hoy bajo el acoso implacable de una
estrategia de negación y uniformización sistemáticas. Ignorancia y desarraigo
conforman las magnitudes principales de esa deshumanización programada, con la
cual el imperialismo prepara la instauración de un neofascismo global.
Bajos estas condiciones nacionales e internacionales,
que amenazan con fortalecer y prolongar la dependencia y expolio estructurales
del Archipiélago, los sectores más conscientes de las clases trabajadoras
canaria han de asumir la responsabilidad histórica de vertebrar y dinamizar las
transformaciones sociales que necesita el país, a través de la constitución de
un proyecto político que permita al pueblo canario establecer un poder propio e
independiente de las estrategias patrocinadas por el colonialismo y/o la
burguesía depredadora y dependiente del imperialismo.
Con una urgencia cada vez mayor, el movimiento popular
de liberación debe consumar el deslinde político e ideológico con el
independentismo auspiciado por el neocolonialismo, que, ante la debilidad
orgánica del Estado español y las actuaciones geoestratégicas del imperialismo
en el ámbito norteafricano, ha acelerado la ejecución de su proyecto. Una
separación de fronteras que no puede quedarse en el mero acto de la definición
negativa, sino que demanda construir una referencia y una dinámica tanto social
como política inequívocamente independientes. Ha llegado la hora de que las
fuerzas populares concentren sus luchas en torno a un programa estratégico
común, que, cuando menos, debería contemplar cinco aspectos cardinales. He aquí
una propuesta al respecto.
Independencia.
Sólo desde la recuperación de una plena soberanía
política, el pueblo canario podrá asumir el control de su devenir histórico que
le fue expropiado por el colonialismo y desarrollar todas sus capacidades
sociales, económicas y culturales. Tal realización nacional demanda la
constitución de un Estado propio e independiente de cualquier tutela
extranjera, sin menoscabo de las relaciones de amistad, solidaridad y
colaboración que se puedan establecer con otros pueblos, naciones y estados.
Por tanto, las clases trabajadoras canarias han de
ofrecer al conjunto de la sociedad un proyecto de construcción y emancipación
nacionales, opuesto por completo no sólo a la dominación colonial sino a
cualquier solución neocolonial que patrocine el
imperialismo por sí mismo o a través de la burguesía subnacionalista,
cuya única aspiración consiste en perpetuar su posición hegemónica en la
administración política del capital que opera en Canarias.
Economía social.
Canarias posee
potencialidades objetivas cuyo desenvolvimiento se encuentra hoy bloqueado y/o
secuestrado por la dinámica predatoria y especulativa del capitalismo colonial.
La satisfacción de las necesidades sociales debe constituir el principal
horizonte de un modelo económico que promueva la superación del actual régimen
de explotación, devolviendo al pueblo canario el control sobre todos sus
recursos, capacidades y acciones. Para la consecución de esa mayor
independencia económica, es imperativo favorecer condiciones y dinámicas
sustentables, reorientar las actividades hoy extravertidas, fomentar la recuperación
de sectores y estrategias productivos, así como impulsar una digna y equitativa
redistribución de la renta social.
Soberanía popular.
El sistema medieval de exacciones serviles y la
organización caciquil de la vida económica y política que instauró el
colonialismo acaso representaron solamente la profundización de unas
condiciones que despuntaban ya de forma embrionaria en las comunidades nativas,
caracterizadas por una socialización gregaria del ser humano y ordenadas por
principios de autoridad y jerarquía, apenas matizados por una propiedad
colectiva de los medios de producción y mecanismos electivos para la
legitimación del poder.
No obstante, en ambas fases históricas, a pesar de la
temprana implicación de la nueva economía colonial en los circuitos
internacionales del capitalismo, con su sistemática extracción de excedentes
destinados hacia el exterior, aquellas actividades tenían todavía una
realización productiva no sólo en un plano material sino también simbólico o
psicológico.
Pero el ajuste capitalista de este régimen de
dominación, que arranca en el último tercio del siglo XIX, selló una doble
expropiación: tanto la asalarización de la población trabajadora como la
democracia representativa han consumado una enajenación determinante de las
capacidades autónomas del pueblo canario, obligado a concurrir al mercado
político y económico en condiciones de absoluta inferioridad respecto a las
clases detentadoras de todos los poderes de la sociedad.
Por eso, la insoslayable transformación social que
facilite la plena emancipación del pueblo trabajador y la constitución de una
organización sociopolítica más justa debe activar de manera urgente y
permanente una democracia directa y participativa como ejercicio inmediato de
la soberanía popular.
Internacionalismo.
El Archipiélago, incorporado por la expansión
atlántica europea al desenvolvimiento imperialista del capitalismo desde el
siglo XVI, se distingue por una especialización colonial de su privilegiada
situación geográfica como plataforma militar y nudo de comunicaciones e
intercambios internacionales. La aparición de materias primas muy importantes
en aguas isleñas y la pugna entre las potencias capitalistas (EEUU, China y
Europa) para hacerse con el control de las economías africanas están revalorizando
esta posición geoestratégica en las últimas décadas, hasta el punto de haberse
activado ya un proyecto de reformulación neocolonial
del estatuto político de las Islas.
Pero ni la explotación material ni el belicismo que la
substenta pueden constituir otra cosa para Canarias
que la acentuación de su actual régimen de dependencia. Y aunque ninguna
política exterior podrá ignorar esta realidad, una estrategia de neutralidad,
paz y cooperación con los pueblos y gobiernos del área ha de contribuir a generar
un escenario de relaciones internacionales más seguro y mutuamente beneficioso.
En esta dirección se ha de entender las acciones de
solidaridad internacional que ponga en práctica el movimiento popular de
liberación, como expresión concreta de la lucha contra la negación de los
derechos nacionales, así como contra la explotación económica y social que
todavía sufren numerosas personas y sociedades del planeta.
Soberanía cultural.
El desenvolvimiento en libertad de la población amaziq que habitó las Islas por primera vez se vio truncado
con la agresión colonial europea desplegada durante los siglos XIV y XV. A
partir de esa compulsión ideológica y militar, pero también económica y
política, determinante en la pérdida del control sobre la reproducción de sus
condiciones materiales y simbólicas de existencia, la personalidad nativa fue
diluyéndose de manera paulatina en un mestizaje peculiar. Al mismo tiempo que
emergía una nueva realidad social, dominada por un régimen de servidumbre
interior y de extraversión mercantil, la emigración hacia el continente
americano abrió también otro temprano flujo de crecimiento humano, económico y
cultural para el Archipiélago. Pese a todo, los modos de vida tradicionales,
donde la impronta indígena se acomodó a la transculturación impuesta por el
colonialismo europeo, mantuvieron su latencia hasta la definitiva irrupción del
capitalismo en las relaciones de producción agrarias en el último tercio del
siglo XIX. No obstante, sólo la terciarización de la
economía isleña que promovió la política desarrollista del franquismo ha
instaurado un cambio verdaderamente radical en la estructura y las mentalidades
socioeconómicas: el desmantelamiento de la cultura productiva y la hegemonía de
una concepción especulativa, factor desencadenante de una expansión depredadora
del capitalismo colonial.
Detener este proceso de descomposición cultural y
favorecer una convivencia equilibrada de todas las tradiciones que integran hoy
la canariedad (indígena, europea y americana),
requiere una redefinición de la personalidad histórica insular en sintonía con
los retos planteados a la humanidad en el siglo XXI. Además de considerar la
realidad multiétnica y pluricultutral de la sociedad
y el mundo actuales, esta regeneración sólo será posible desde la dinamización
de estrategias culturales, científicas y pedagógicas tan críticas como
democráticas. Críticas para impugnar la alienación material e intelectual que
patrocina el capitalismo colonial en todos los órdenes de la vida. Y
democráticas para superar esa dependencia desde el respeto y la dignificación
de los mejores valores cultivados en las sucesivas personalidades históricas
que han configurado la identidad canaria, pero también integrando las
necesidades e intereses del presente.
Unas bases ideológicas, en suma, para un proyecto
político cuya constitución orgánica se obliga a concitar la mayor confluencia
social posible. Y un medio para ello sería convertir en comités de liberación
cada agrupación sectorial, cada nuevo núcleo de oposición y transformación
social. Así, concebidos para formar y ejecutar la voluntad de cambio de las
clases trabajadoras, estos comités de liberación darían expresión concreta a un
imprescindible poder popular emergente.
[2011]
Publicado por simandos para CANARIAS INDEPENDENCIA Y SOCIALISMO