San Benito: algo más que una romería (y II)
«.» Wlamiro Rodríguez Brito *
[..., tenemos que felicitar a los muchachos que, en vez de comprarse una moto, se compran una yunta de vacas, y participan con los ganaderos en las fiestas de nuestros pueblos, mostrando a los pequeños que la leche no viene de la nevera, y que las vacas son de verdad y no de cartón...]
El marco sociohistórico en el que nace la romería de San Benito era muy distinto al actual. En aquel tiempo eran totalmente entendibles las relaciones cercanas entre agricultores, ganaderos y el resto de la población. El obispo Domingo Pérez Cáceres era amigo de los ganaderos que tenían las vacas frente al Obispado, los conocía con sus nombres y apellidos. También existía relación estrecha entre los artesanos, entre empresarios y comerciantes, entre Iglesia y mundo rural. Había un entendimiento lógico, razonable, en una sociedad en la que no había una polarización entre lo urbano y lo rural, como la que tenemos en estos momentos.
En La Laguna y San Benito actuales, indudablemente tenemos más coches, más consumo. Vivimos trabajando con menos sacrificios y menos penurias que las que tenía una parte de la población hace 70 años. Pero hemos roto una sociedad, y la duda que se plantea es cómo armonizar el territorio y su gente.
Hay una ruptura entre el mundo rural y el urbano, con una agresividad que parte desde el segundo hacia el primero, en la que, entre otras cosas, no hay un lugar donde tener las vacas, no hay lugar para los ganaderos, no hay lugar para que cante un gallo de madrugada en la mayor parte de zonas de La Laguna y de Canarias.
Hay una ruptura en un planteamiento urbanita, anacrónico, porque la modernidad, el progreso, no puede estar reñido con el mundo rural. Creo que tenemos que plantearnos desde la escuela y los medios de comunicación, una sociedad que armonice, que acerque lo rural y lo urbano, que dignifique lo rural, que no es sinónimo de un pasado anacrónico, sino que es parte de un presente y un futuro.
Por ejemplo, las vacas, el estiércol, la carne, la leche, las seguimos necesitando. No podemos entender ahora que haya una agricultura ecológica sin ganadería, por eso es encomiable que sea La Laguna el mayor municipio agroganadero de Canarias.
En este momento solo tiene más vacas que La Laguna, Las Palmas de Gran Canaria o Agüimes, siendo la ciudad de los adelantados la tercera en cabaña bovina. Pero es el primero en ganaderos con vacas que comen pasto de la tierra, y en la relación entre agricultura y ganadería seguimos teniendo un sector muy importante.
Y aquí cabe el tema del arrastre, el tema de los planteamientos que se están haciendo desde una lectura urbana desfasada, en la que consideran que hay maltrato animal cuando practican el arrastre o cuando tiran de una carreta. Hay que decir que no hay maltrato animal, que eso es parte de la domesticación y del manejo que hacen los ganaderos de sus animales, y que es un deporte, que es normal que los ganaderos presenten en sociedad su mundo, su cultura, su economía, su relación con esto. Los que cuidan los animales con sol, viento y granizo, tienen derecho a la fiesta con sus animales.
Por lo tanto, nosotros tenemos que felicitar a los muchachos que, en vez de comprarse una moto, se compran una yunta de vacas, y participan con los ganaderos en las fiestas de nuestros pueblos, mostrando a los pequeños que la leche no viene de la nevera, y que las vacas son de verdad y no de cartón.
No es casual que sea La Laguna la que tenga más del 40 % de las vacas de Tenerife, por lo que creemos que hay que hacer un esfuerzo de acercamiento entre los ganaderos y la sociedad urbana, no para volver a poner las vacas en la calle San Agustín, pero sí para practicar la tolerancia, ya que no puede ser que en estos momentos se denuncie como maltrato animal el narigón de una vaca o un toro, un animal que pesa 400 o 500 kilos, y sin embargo, veamos con naturalidad que nuestros jóvenes se pongan un piercing en la nariz.
No es vendible, ni entendible, que en un país como Holanda, haya un millón de vacas en 7.000 Km2, y que aquí en Canarias tengamos menos de 40.000, que en muchos casos están denunciadas y en conflicto con las leyes. Por lo tanto, las leyes tienen que adaptarse a esta realidad.
Esto no es una competencia municipal, pero si entiendo que el Ayuntamiento de La Laguna está trabajando en este momento, con su nuevo Planeamiento, tratando de gestionar, e acercar que en Canarias un gallo pueda cantar de madrugada y que no sea denunciado, que no queramos a las vacas en la Mesa Mota o en Lomo Largo, y que las estemos, de alguna manera, denunciando en nombre de unas leyes que hemos hecho totalmente desfasadas.
Por lo tanto, este planteamiento de San Benito, este acto religioso y festivo, también ha de ser de lucha y de reivindicación. Honremos a Pedro Molina, que nos dejó como compromiso la potenciación, la dignificación social y económica del mundo rural en armonía con el urbano, que son totalmente compatibles, y que no se puede entender un futuro de esta tierra separando ambos mundos.
Si hoy hay vacas en Santander o en Asturias, junto a los centros culturales o los centros urbanos, aquí también pueden haber vacas, y tenemos que defender que las haya, que se acerquen los jóvenes al mundo rural, y que las tierras abandonadas se puedan volver a cultivar o a pastar, y que se potencie que haya un acercamiento entre los recursos naturales, es decir, nuestro suelo, nuestra agua, nuestra agricultura y nuestros jóvenes.
Esta imagen es la que tenemos que rescatar, incorporar, dignificar en eso que se le atañe a San Benito, en los conventos, en la Edad Media, como el tema agrario, el tema del acercamiento entre el ser humano y el manejo de la tierra, el ser humano y la agricultura y la ganadería, que eran elementos básicos ayer y lo siguen siendo hoy. Pues en palabras de Pedro Molina: "El mejor cuidador de la tierra es el que la cultiva".
En esta Laguna del siglo XXI en la que nos toca vivir, una ciudad Patrimonio de la Humanidad, necesitamos ver cómo acercamos los jóvenes al campo, a la ganadería, a la economía y a la naturaleza, y eso es posible si hacemos una labor para dignificar el mundo rural económica, social y culturalmente.
Creemos que, en ese marco, el ayuntamiento está trabajando y está valorando que en el nuevo planeamiento que tengamos, tienda puentes entre lo urbano y lo rural, se acerquen no solo físicamente, -puesto que eso es un hecho que ocurre ya-, sino que no sigamos utilizando la cinta métrica para estar excluyendo, denunciando, judicializando la vida de nuestros ganaderos y nuestros agricultores. Necesitamos que la cinta de medir se aplique con criterios de un país como Holanda, no con criterios burocráticos, que en muchos casos están para separar, alejar, pleitear y crear conflictos con nuestros jóvenes, con nuestros ganaderos, con nuestros campesinos.
No esperemos a otra crisis como la de 1948 para tomar medidas. Hay que volver a labrar gran parte de la tierra, y volver a entrar en las mentes y los corazones de muchos de nuestros jóvenes, y de los menos jóvenes, sobre el mundo rural, su dignificación, su economía y su paisaje, como parte que ha sido de La Laguna, de esa que hemos estado comentando, en la que convivía lo rural y lo urbano sin tensión.
Dignifiquemos lo rural, lo tradicional, que también siembra y cosecha un mañana más sostenible social y ambientalmente.
* Doctor
en Geografía por la Universidad de La Laguna
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