Señor Rivero, échele, usted, “güevos

 

Isidro Santana León  

 

No es el asunto de las prospecciones petrolíferas el único que se le impone a nuestra Nación. La historia es más densa en cuanto a los sucesos coloniales y castigos hechos a nuestro pueblo, unas veces contra de su voluntad y resistencia, como el rechazo a pertenecer a la OTAN, y otras a su espalda y desconocimiento, tales fueron la imposición del Estatuto de Autonomía, que no votó ni le consultaron; el forzamiento a pertenecer a un Mercado Europeo contrapuesto a nuestra realidad geográfica y, por tanto, a nuestros intereses económicos, o los también impuestos monocultivos, para crearnos una peligrosa dependencia del exterior que anula nuestras posibilidades productivas y el bienestar y desarrollo de nuestra Nación.

 

La lista de tropelías colonialista hechas por parte del Reino de España a Canarias es ingente y cruel y es contrario a la Declaración Universal de Derechos Humanos. Pero usted sigue en la senda inadecuada, no porque desconozca nuestra realidad colonial o el secular estrangulamiento hecho a nuestra Nación, que nos lleva a la agonía y a la muerte, eligiendo, aposta, el camino contrario y que siempre le devuelve al mismo sitio, porque no tiene usted agallas de elegir el correcto, directo y único para la solución de Canarias. Se empecina usted en utilizar los tribunales coloniales para denunciar a la Potencia Colonial, que es lo mismo que acudir a casa del vampiro a solicitarle que done RH para una transfusión urgente. Ahora una vueltita más por los tribunales europeos, que son tan hematófagos como los españoles, y así cree usted hacer un acto de patriotismo simulando defender los intereses del desgraciado Pueblo Canario; pueblo que, si tuviera una conciencia clara de en manos de qué rapiñeros estamos, y del hambre depredador que padece España mirando a Canarias como su irremediable víctima, elegiría el suicidio colectivo como medio digno y menos traumático de morir. No haga usted más el tolete, que hay quienes le vemos cómo elude la responsabilidad de defender los derechos e intereses de los canarios, ya que es el presidente de esta colonia, pidiéndole permiso a sus amos en Madrid para que le dejen hacer algún amago de rebeldía insustancial. Enseña usted los dientes pero no muerde. Las únicas dentelladas, reales y dañinas, se las causa a los más débiles de nuestra patria, aquiescente con las consignas que la metrópoli le dicta. Las prácticas hechas en Canarias y sus aguas son actos de pillaje, dado el limbo jurídico en que nos encontramos por nuestra situación colonial y por nuestra indefensión, y están tipificados como delito en el Derecho Marítimo Internacional y en la Convención de Mar. Ningún país tiene jurisdicción marítima más allá de las 200 millas marinas que le reconoce dicha Convención y, por lo tanto, España no posee potestad legal sobre las aguas de Canarias; lo que podría crear un conflicto con Marruecos –país vecino que sí podría reivindicar éstas, aprovechando el limbo jurídico– a no ser que alcancemos nuestra soberanía y nos convirtamos en un nuevo estado en el mundo. Use las herramientas correctas, que las tenemos, igual que razones, más que ningún otro territorio en situación colonial, y póngase a trabajar en el verdadero problema de Canarias. No está usted solo, hay cientos de miles de canarios que esperan por ese paso responsable e imprescindible para nuestra supervivencia, y tantos estados del mundo, importantes, con más peso que España y que Europa en la partida mundial, que verán con buenos ojos nuestro legítimo ejercicio.

 

Acuda usted a las Naciones Unidas, que para eso es representante de una nación africana en situación de colonia, y desde la potestad, legítima y legal, que le otorga su gobierno, ponga el asunto de Canarias en el Comité de Descolonización o, si es posible la otra vía, directamente en la Asamblea General de Las Naciones Unidas. Llévese usted a ese equipo de hombres de estado que, valientemente y con autoridad, gobiernan a los canarios y hágase digno de la historia. Exija ante la entidad supranacional un calendario de desocupación y descolonización de nuestro territorio –como es regla, bajo estricta vigilancia internacional– para que España traspase la soberanía al incipiente Estado y República de Canarias. Redáctese una constitución donde la sociedad canaria participe desde su elaboración hasta su sufragio; constitúyase una Asamblea Legislativa que elija, como dicte la constitución, al Presidente de la nueva República, y un Poder Judicial, también elegido por sufragio universal. Celébrese elecciones libres para constituir el Parlamento y, si usted tiene los “güevos” de propiciar todo esto, contará, de forma cautiva y vitalicia, con mi voto. De lo contrario, siga usted haciendo el totorota que la historia le colocara donde se merece: en el retrete colonial, como a tantos politicastros de esta inveterada podredumbre.                          

 

11/06/12