El Rey Universal (España incluida)

 

Francisco Javier González

 

El Rey de España, sea Juan o sea Felipe, es algo mucho más serio que ser el rey de un estado en franca descomposición política y moral. Es un REY UNIVERSAL o, al menos, un caballero (¿?) cuyo sainetesco reinado se extiende por gran parte de Europa, África, Asia y América. En efecto, por herencia de su  “ilustre linaje” y de su reconocida “sangre real” -azul, por supuesto- además de Rey España, su Majestad Católica es Rey de Castilla, de las Dos Sicilias, de Aragón, de Navarra, de León, de Granada, de Valencia, de Mallorca, de Menorca, de Sevilla, de Córdoba, de Jaén, de Murcia, de Algeciras, de Los Algarbes –no tengo claro si se trata de Los Algarves cordobeses o los portugueses- de Gibraltar –que se lo digan a los llanitos- de Jerusalén, de Cerdeña, de Córcega, de las Indias Orientales y Occidentales, de las Islas y Tierra Firme del Mar Océano y, cómo no, Rey de las Islas Canarias, con el mismo derecho por el que es también Rey de Hungría, de Dalmacia y de Croacia, esto es, ninguno.

No se queda solo con los reinados de opereta. Descendiendo en la categoría aristocrática es también Príncipe de Suabia y de Gerona, Archiduque de Austria, Duque de Borgoña, de Brabante, de Milán, de Atenas, de Limburgo, de Lotaringia, de Luxemburgo, de Güeldres, de Estiria, de Camiola, de Carintia, de Wurtemberg y de Neopatria, Marqués de Oristán, Conde de Habsburgo, de Flandes, del Tirol, del Rosellón, de Barcelona, de Cerdaña, de Artois, de Hainaut, de Namur, de Gorizia, de Ferrete y de Kyburgo, Conde Palatino de Borgoña, Landgrave de Alsacia, Margrave del Sacro Imperio Romano-Germánico y de Burgau, Señor de Vizcaya, de Molina, de Salins, de Malinas, de la Marca Eslovena, de Pordenone y de Trípoli. Jefe y Soberano de la insigne Orden del Toisón de Oro, Jefe y Soberano y Gran Maestre de la Real Orden de Carlos III, de la de Isabel la Católica, de la Orden Real de las Damas Nobles de la Reina María Luisa, de la de Alfonso X El Sabio, de Calatrava, de Alcántara y de Santiago y, como garantía para la salvación de su alma y sin obligación de cantar maitines ni decir misa por ello, es Canónigo honorífico y hereditario de la Iglesia Catedral de León y de la Basílica de San Juan de Letrán en Roma .

Por los méritos contraídos por Juan Carlos, incluidas francachelas, belingos, cacerías de osos borrachos y elefantes noqueados y otros menesteres, acumula unos buenos cuantos kilos de chatarra en forma de medallas cruces y demás encomiendas, casi todas “ganadas” durante el gobierno de su tutor y antecesor, el “Generalísimo” Franco,  como son las de Caballero -es un decir- de la Orden de la Jarretera del Imperio Británico, de la de San Javier, de la Anunciada, Bailio Gran Cruz de Justicia con Collar de la Orden de Constantino y Jorge de Grecia, Bailío Gran Cruz de Honor y Devoción de la Soberana Orden Militar de Malta y  León de Oro de la Casa de Nassau y adorna su real chaqueta de Capitán General de los Ejércitos de España con el Gran Collar de la Reina de Saba del Imperio Etíope, el Gran Cordón de la Orden Suprema del Crisantemo del Imperio Japonés, el Gran Collar de la Dinastía de Reza de Irán, la Legión de Honor francesa y otras fruslerías de ese tenor.  

Tanta tramoya arrastra también otras “distinciones” menos prestigiosas, desprestigio secular de los borbones que se acentúa con Isabel de Borbón y Borbón cuya ninfomanía puede entenderse por la personalidad de su esposo Fco. de Asís Borbón (entre los borbones la consanguinidad es un rasgo que puede explicar algunas cosas) al que el pueblo llamaba “Paquita” o “Paco Natillas” que padecía de una poco frecuente anomalía congénita, el “hipospadias” en que el “meato urinario” –agujero para orinar- se sitúa en la base del pene y no en el glande, lo que dio origen a la coplilla popular  "Paco Natillas / es de pasta flora. / Y mea en cuclillas / como una señora" y del que la propia Isabel, cuando le dijeron de su boda con él (asunto de estado tramado en las Cortes europeas) exclamo horrorizada “¡NO, con Paquita no!” y, al comentar su experiencia nupcial, decía: "¿Qué podía esperar yo de un hombre que en la noche de bodas llevaba más encajes en la camisa que yo misma?". El historiador José L. Comellas atribuye, como rasgos del carácter de la reina “la chabacanería y la ordinariez, apasionada por la España cuya corona ceñía y también por sus amantes”.  Valle-Inclán en “La Corte de los Milagros” la describe como “la Católica Majestad, vestida con una bata de ringorrangos, flamencota, herpética, rubiales, encendidos los ojos del sueño, pintados los labios como las boqueras del chocolate, tenía esa expresión, un poco manflota, de las peponas de ocho cuartos.”  De los 10 partos y dos abortos habidos de diferentes amantes se aguarecieron cinco:  Isabel “La Chata” hija del comandante José Ruiz de Arana, Alfonso, llamado luego Alfonso el XII, apodado “El Puigmoltejo” por ser hijo del teniente de ingenieros Enrique Puigmoltejo, Pilar, Paz y Eulalia, hijas las tres de Miguel Tenorio, escritor y político, secretario privado de la reina. Más moderado en sus amores fue su marido, ”Paquita”, al que solo le conoció un amante oficial, Antonio Ramos de Meneses, que incluso se exilió a París con él hasta su muerte por lo que se le apodaba “el fiel Meneses”. La reina, en palabras de la historiadora Rosa A. Gutierrez Lloret “pasó a ser condenada y repudiada como la representación misma de la frivolidad, la lujuria y la crueldad, la deshonra de España” y, como tal, fue barrida por la Revolución de 1868 llamada por ello“La Gloriosa”. Su hijo Alfonso el XII, bajito, moreno y tuberculoso, tuvo también una bien ganada fama de putero y mujeriego y su nieto Alfonso el XIII, aparte de llevarse al huerto a todo lo que se movía a su alrededor y ser un gran frecuentador de lupanares y prostíbulos, fue el iniciador del cine pornográfico en España. Le encargó al Conde de Romanones que contratara a gente para realizar alguna de esas películas que había visto en USA en casa de Douglas Fairbanks, y Romanones se las encargo a los hermanos Ricardo y Ramón Baños dueños de la catalana Royal Films, como dio a conocer el catedrático de comunicación audiovisual de la Autónoma de Barcelona Román Gubern. Al menos tres películas, “El Ministro”, “Consultorio de señoras” y “El Confesor”  se conservan, restauradas, en la Filmoteca de la Generalitat Valenciana. No creo que haga falta preguntarse de quién heredó Juan Carlos su manifiesta tendencia a este tipo de “relaciones humanas”.  

Cuando Alfonso el XIII tuvo que salir al exilio dos días después de las elecciones municipales del 12 de abril de 1931 (¡Ojo al dato para las próximas municipales!) se rompe la continuidad borbónica, continuidad que restaura el “Generalísimo” Franco con su Testamento Político: Quiero agradecer a cuantos han colaborado con entusiasmo, entrega y abnegación en la gran empresa de hacer una España unida, grande y libre. Por el amor que siento por nuestra Patria, os pido que perseveréis en la unidad y en la paz, y que rodeéis al futuro Rey de España, Don Juan Carlos de Borbón, del mismo afecto y lealtad que a mí me habéis brindado, y le prestéis, en todo momento, el mismo apoyo de colaboración que de vosotros he tenido. No olvidéis que los enemigos de España y de la civilización cristiana están alerta. Velad también vosotros, y para ello deponed, frente a los supremos intereses de la Patria y del pueblo español, toda mira personal” Como consecuencia del testamento del ilustre criminal de guerra –y de paz- el Consejo de Regencia “como medida encaminada a asegurar la continuidad en la más alta jerarquía del Estado” convoca para el 22 de noviembre de 1975 sesión conjunta de las Cortes Españolas y el Consejo de Regencia para juramentar a Juan Carlos como Rey de España, que presta, con su mano sobre los Evangelios al pie de un crucifijo, el siguiente juramento: “Juro por Dios, y sobre los santos Evangelios, cumplir y hacer cumplir las Leyes Fundamentales del Reino y guardar lealtad a los Principios que informan el Movimiento Nacional”  

De esta forma y apoyado en los sables de los generalotes franquistas y las bayonetas del ejército del que era Capitán General tiene su inicio el reinado de Juan Carlos el 1º y, con él, de la llamada transición -estos días tan glorificada- que desemboca en una Constitución finalmente refrendada ante las Cortes por la bicefalia partidista PPPSOE y algunos de sus satélites, representantes todos de la misma burguesía neoliberal y los mismos intereses económicos, para poco menos que elevar a los altares al hasta ahora Jefe de la Casa Real ymeter de rondón al nuevo Rey de España, Felipe el VI, prefiriéndolo a sus hermanas mayores –machistas estos borbones- y al varón mayor de todos, Albert Solá, nacido en 1956 en Barcelona hijo del entonces Príncipe de Asturias y la catalana María Bach.  

Como canario, parte pues de un pueblo colonizado y expoliado por sucesivas monarquías españolas, poco puedo esperar de un Jefe del Estado colonizador, da lo mismo que sea Monarquía o República pero, como hombre que pretende ser libre y digno, y que recuerda al Mencey Benkomo y su altiva respuesta a la oferta de los conquistadores de aceptar a los Reyes Católicos como sus soberanos “Jamás me someteré a otro hombre como yo”, me pregunto: ¿Serán los españoles capaces de aceptar con mansedumbre la continuidad de esta farsa innoble y este linaje espurio que es esta monarquía borbónica? ¿Y nosotros, los colonizados canarios, la aguantaremos?  

Con mi apoyo o mi aquiescencia desde luego que no.

 

Gomera a 18 de junio de 2014. Un día para la infamia.

 

[1] Real jodienda

 

 

 Otros artículos de Fco. Javier Gzález. publicados en El Canario y anteriormente en El Guanche