Si Tenerife se moviera, revolución
Pablo
Zurita Espinosa *
[Bien
pensado, la idea de una sublevación pacífica puede que sea la única forma de
sacar a esta isla del ostracismo. Tendrían que aparecer líderes que den la
cara, ajenos al "polit bureau",
capaces de enfrentarse al poder con la autoridad que le otorgue el pueblo
amotinado, capaces de hablar claro, sin miedo a represalias, capaces, también y
sobre todo, de proponer alternativas de futuro.]… [Y cuando la casta política
no atiende sus obligaciones, más preocupada en mantener su "statu
quo", el ciudadano puede y debe salir a la calle a expresar su
disconformidad por el bien común, que de eso se trata. No nos olvidemos de que
la política o la economía no son fines en sí mismos, son una mera forma de
organización para conseguir bienestar y felicidad.]
No cuela. La iniciativa #TFseMueve
apesta a propaganda oficial; nada que ver con una revolución ciudadana. Porque
el hartazgo no se manifiesta con logotipos de diseño ni vallas publicitarias ni
apoyo institucional. Además, a día de hoy, y créanme que lo lamento, la
inclusión del puerto de Santa Cruz de Tenerife en la Red de Transporte
Transeuropea parecería no obedecer a ningún criterio objetivo: hemos llegado
tarde, basta un paseo por el litoral chicharrero. Si ocurriera, que está
difícil, hablaríamos de discriminación positiva, una concesión que nos cobrarán
con intereses. Esta propuesta "light" no
rompe con el contemporáneo "inmovilismo revolucionario" que pretende
cambiarlo todo para que se quede como está.
Bien pensado, la idea de una sublevación pacífica
puede que sea la única forma de sacar a esta isla del ostracismo. Tendrían que
aparecer líderes que den la cara, ajenos al "polit
bureau", capaces de enfrentarse al poder con la
autoridad que le otorgue el pueblo amotinado, capaces de hablar claro, sin
miedo a represalias, capaces, también y sobre todo, de proponer alternativas de
futuro. La presión social debería ser tal que quienes están ahora al frente de
las instituciones públicas se vieran obligados a dimitir y a convocar
elecciones. Para ello habría que desmontar el clientelismo imperante, destapar
los intereses no confesados y señalar a los culpables.
-¿Dimitir? ¿Convocar elecciones anticipadas? ¿Al
Cabildo, al Gobierno de Canarias? Usted se me chifló del todo.
Vivimos en democracia y la democracia tiene sus
mecanismos, formales y no formales. Y cuando la casta política no atiende sus
obligaciones, más preocupada en mantener su "statu quo", el ciudadano
puede y debe salir a la calle a expresar su disconformidad por el bien común,
que de eso se trata. No nos olvidemos de que la política o la economía no son
fines en sí mismos, son una mera forma de organización para conseguir bienestar
y felicidad. Hay todavía quien no ha caído en la cuenta de que tras cada voto
hay una persona con su vida, sus miserias y sus alegrías.
El nuevo ideario sumaría acólitos de inmediato.
Requiere solo tres líneas maestras sobre las que gire esta nueva era: la
simplificación administrativa, la lucha contra el fraude y la negociación de un
estatuto dentro de Europa con bajos impuestos y facilidad para el tránsito de personas y mercancías. Y ya
está, y que funcionen los mecanismos del libre mercado. Menos trabas a la
actividad económica para fomentar las inversiones, lucha sin cuartel contra
quienes abusan, defraudan o están al margen del sistema y una herramienta
legislativa que le costará mucho más barata a nuestros socios de la Unión que
el actual, insostenible e ineficaz entramado de subvenciones.
La primavera árabe y el otoño tinerfeño.
* Reproducido del periódico El Día, 2012-09-13