¿Todos los caminos actuales conducen al
retroceso?
Víctor
Corcoba Herrero
El mundo retrocede y no parece que sea para coger
carrerilla. La economía mundial se encuentra al borde de una nueva recesión,
advierte el mismísimo Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de Naciones
Unidas. Somos una generación a la que nos comen las deudas. Al parecer, la
crisis del euro y el freno de los países emergentes son un lastre para la
economía global. Estos retrocesos, que nos encaminan a las tremendas desigualdades
entre países y culturas, demuestran la importancia de iniciar una nueva era de
desarrollo sostenible mundial basado en la responsabilidad de las actividades
económicas y en la solidaridad de los agentes.
Me da la sensación de
que todos los caminos actuales nos conducen a un retroceso sin precedentes, en
parte debido a la falta de ética en el contexto de una economía mundial,
dominada por el utilitarismo y el materialismo, por poderes a los que les
interesa asfixiar a los más débiles para seguir siendo poder, y por nefastas
políticas económicas y financieras. No pensamos en global. Pensar
colectivamente es la excepción de la regla. Hemos borrado de nuestro compromiso
la ética de la persona que vive en un mundo globalizado.
Hay que hacer algo por
avanzar. La manera de no cambiar es no pensar. Nadie puede resignarse de ver al
hombre como un enemigo para otro hombre. Si no ponemos remedio a las diversas
formas de injusticia, los efectos negativos serán gigantescos. Se exige una gobernanza de la globalización. En el camino hacia la
construcción de un mundo más libre, más igual y más humano, se precisa trabajar
con autoridad global, al servicio del bien de todos. Para evitar males mayores,
actualmente se habla de una implementación de políticas fiscales que estimulen
la creación de empleos y la inversión en infraestructura y seguridad
alimentaria, así como la creación de redes financieras más sólidas. El
propósito es bueno, pero el resultado será nada mientras fallen los principios,
la misma justicia social.
En todo caso, lo peor
que le puede pasar a un ser humano es llegar a conformarse con el retroceso y
pensar mal de sí y de todo el mundo. Todos tenemos algo que decir y aportar.
Quizás la tarea más difícil del mundo sea pensar, pero no es un imposible.
Sería bueno pensar todos sobre la situación actual, analizar fríamente lo que
puede suceder y anticiparnos al problema. Actuar sin pensar es como disparar
sin apuntar. Vuelvo a subrayar. Hace falta llevar a buen término un desarrollo
global sostenible, donde la solidaridad y la justicia sean valores
irrenunciables. La creación de reservas solidarias para apoyar las economías
afectadas por la crisis tiene que ser una realidad, pero ya, si en verdad
queremos cambiar el mundo, sabiendo que ese mundo también nace en nosotros.