La
resignación
(*)
Cuando
se echa la vista atrás para repasar la Historia
de estas islas y sus gentes, se vislumbran seis siglos de monocultivos, de
terratenientes y de una clase burguesa dominante que marcaba las pautas
sociales y económicas. La población canaria ha vivido siempre sometida a los
designios de una pequeña clase dominante que antepone sus intereses particulares al bien común de la población
en general. Tantos siglos dan como resultado un sentimiento impregnado hasta la
médula en los canarios: la resignación.
En realidad, en seis siglos, sólo una etapa puede considerarse de prosperidad
para gran parte de la población canaria. De prosperidad mal entendida porque
han sido de tal magnitud los beneficios económicos para la
clase dominante que incluso sus esclavos pudieron considerarse bien atendidos
en los últimos treinta años. Una gota en el mar porque en seiscientos años,
treinta son eso, nada.
Han sido tres décadas reincidiendo en el gran error de basar nuestra
economía en monocultivos; si antaño fueron la cochinilla, la caña de
azúcar, el plátano... hoy es el binomio turismo-construcción al que la burbuja
inmobiliaria se ha encargado de fulminar para despertarnos una vez más a la
realidad canaria y reencontrarnos con nuestro destino. Es el riesgo que tiene
basar nuestra economía en un sólo producto. Y se ha acabao.
Arucas ha desempeñado un papel importante
en este devenir histórico. La historia de Arucas
se puede explicar en cinco minutos: caciques que se repartieron las tierras
tras la Conquista consagrados en burguesía dominante hasta bien avanzado el
siglo XX. Jornaleros, religión, hambre, sumisión absoluta ante el poderoso que
tras siglos germina el dichoso gen de la resignación.
No nos equivoquemos con el calendario. No por vivir en el siglo XXI y rodeados
de ocio, que se me antoja vano, y de placer efímero, nuestro devenir va a ser
diferente. La época de bonanza ha calado en la población desde aquéllos años 60
en que se dejó el sacho por la bandeja para exprimir el nuevo filón del
monocultivo turístico. Hoy, la globalización y Europa han convertido a
Canarias en un mercado esclavo de 2.000.000 de habitantes y 12.000.000 de
turistas que se alimentan y consumen productos provenientes de afuera
mientras nuestras posibilidades de desarrollo se pierden en el olvido, o más
bien en los despachos. Ya no vale resignarse.
"La resignación es la capacidad humana de aceptar y adaptarse a las
adversidades; esta palabra está mal interpretada al compararla con la cobardía
y la derrota, siendo su verdadero sinónimo la paciencia y la humildad".
(*) Fuente: arucasblog.blogspot.com