Residentes
no: originarios o nativos
El presidente del Gobierno de Canarias advierte,
magnánimo, que el trabajo que se genere en nuestro archipiélago será para los
residentes en Canarias, en vez de aclarar, si es lo que sinceramente
pretende, que es para los originarios de Canarias. El miedo y el servilismo al
señor feudal es notorio hasta en el hablar. Después de 5 siglos privados de
derechos, de capacidad para decidir, de soberanía para existir como colectivo
humano con estructura nacional, ahora, para más desvergüenza, se refuerza la
desprotección y enajenación de la propiedad de los canarios llamándonos
residentes, en vez de originarios o nativos que, en gran proporción,
descendemos de indígenas.
Como yo lo entiendo, residente es cualquier persona o
empresa que establece su dirección en un lugar determinado para vivir, trabajar
o hacer negocios, mientras que originarias son las personas que nacen en el
lugar y tienen en el mismo su ascendencia. Se trata de un artificio semántico
más para seguir confundiendo al pueblo canario, con el que se intenta inocular
que nosotros no tenemos raíces ni identidad canaria, sino que vivimos aquí de
prestados. El que escribe, además de canario es residente en canarias y aunque
residiera en otro lugar del mundo, mi identidad y origen estarían conmigo, es
algo inherente. Esperemos que los profesores desmonten esta farsa colonial ante
sus alumnos, porque, en el caso contrario, estarían participando en la
pudrición del sistema colonialista y globalizador, el mismo que termina por
recortarle los sueldos y suspenderle las pagas.
Pregona, jactancioso, el Presidente de Canarias, que
en nuestra nación, a diferencia que en España, crece el Producto Interior Bruto
gracias al turismo, alarde que crea el efecto llamada, tanto de españoles como
de otros extranjeros que compiten por los puestos de trabajo con los canarios,
y a los que sólo les basta para acceder a ellos pedir la residencia en
Canarias, que consiguen sin ningún problema ni requisitos porque hacen llamarse
ciudadanos comunitarios, inmigrantes, refugiados políticos –según de qué país sean– y que no sólo acceden con facilidad al empleo sino a
la vivienda publica; mientras, originarios, como yo, llevamos más de quince y
veinte años solicitando la primera vivienda, despreciando nuestro derecho,
aunque reunamos las condiciones y requisitos para adquirirlas, porque el
amiguismo y la corrupción están presente en todo. A los canarios, para ser más
preciso, debieran llamarnos extranjeros: ese el trato que nos dan,
efectivamente, por consecuencia del colonialismo español. Sube el PIB en
Canarias, pero también sube la tasa de desempleados…, no lo entiendo. ¿Para qué
quieren primas o bonificaciones para el trasporte aéreo y la llegada de más
turistas, si el paro entre los canarios sigue subiendo? Con todo este trasiego
de plataformas petrolíferas que pasan por el Puerto de la Luz, se ha creado un
ingente movimiento y crecimiento económico que ha generado descomunales
cantidades de dinero, especialmente en las reparaciones navales, y resulta que
los soldadores y otros profesionales los traen de Portugal y de los antiguos
países del este, mientras los canarios miran contemplativos e indefensos cómo
les quitan el pan. El pretexto de las administraciones y de las empresas es
siempre el mismo: “En canarias no tenemos mano de obra cualificada” Yo no sé
para que sirven las universidades y la formación profesional si nuestra gente
no sale cualificada para ningún menester. Hay algo que se puede racionalizar al
respecto. Las naciones soberanas preparan a su gente orientando la formación
hacia las potencialidades y posibilidades del país, invirtiendo en I+D+I,
mientras que en las colonias, si el mercado demanda sus productos agrícolas
preparan a la gente para la pesca, cuando demanda productos pesqueros orientan
la formación hacia la carpintería y cuando hay que hacer puertas…, llaman a los
de afuera.
Todas las subvenciones llegadas del exterior no han
servido para formar a los canarios e integrarlos en los verdaderos sectores
productivos, sino que ha sido una estafa, de las que muchos políticos han
sacado rédito (recordemos el caso IFEN), restringido el interés general y el
desarrollo de nuestra nación a mecanismos medievalistas y de dependencia.
“Residente en Canarias”. Ahora sólo queda esperar a que aparezca algún
plumífero del sistema respaldando esta insidia, para que sea asumida por la
psique del pueblo. No hace mucho escuché de uno –español él, que pretendía a
toda costa que los canarios fuéramos de su prosapia, es evidente que se siente
distinto a nosotros, tal vez superior–, cuya
limitación intelectual se hizo diáfana cuando arguye, de forma ramplona, que
los canarios somos españoles porque el carné de “identidad” así lo señala. Por
lo visto si a este señor le marcaran con un hierro candente se convertiría de
inmediato en una res –sería lo más lógico porque su conocimiento y
discernimiento están a la altura de un cuadrúpedo. Aprovecho para indicar que
ese carné que nos imponen no es de identidad, sino de identificación –pues nada
tiene que ver una cosa con la otra– y que se obliga
para controlar a la gente desde el aparato del régimen, en el caso de Canarias
del colonialismo.
Por estos días he oído hablar al presidente Paulino
Rivero algo relacionado con adquirir más competencias, como Cataluña y Euskadi,
y la conformidad al respecto del grupo que cogobierna en el parlamento de la
colonia. Bien, presi, empiece por redactar una ley de
residencia ajustada a la singularidad territorial y demográfica de nuestra nación
–como, sin prejuicios, lo han hecho otros territorios frágiles y menos frágiles
de Europa– por ser una herramienta imprescindible
para nuestro equilibrio. Exija una hacienda propia para fiscalizar todo el
capital que se genera o se mueve por Canarias y de ahí, de una forma racional,
paguemos la parte de la deuda que dicen que tenemos; instaure un banco público
canario donde vayan a parar las rentas de nuestra economía, para que éste
preste a bajo interés a las empresas que crean productividad y desarrollo y un
tribunal de cuentas, independiente, que controle y supervise las inversiones o
participación de las empresas multinacionales. Ponga a funcionar el Plan
Energético de Canarias y si no hay primas o subvenciones porque se las niega la
metrópoli, pídale préstamos a China y acuerde una forma de pago equitativa.
Establezca relaciones bilaterales y comerciales entre Canarias y otros estados
del mundo (urgente es hacerlo con Marruecos y Mauritania por la disconformidad
que estos países mantiene con Europa en materia de pesca y que tanto está
perjudicando a nuestra nación). Pida las competencias de Puertos, Aeropuertos,
Costas etc. Hay tantas cuestiones que se pueden poner en práctica para la
prosperidad de Canarias, pero, para ello, hacen falta políticos de altura,
patriotas y auténticos nacionalistas.
Yo me sentiría orgulloso si el presidente de mi nación
fuera un hombre de agallas que barriera para Canarias y para su pueblo. Pero de
usted, señor Paulino, yo no espero nada de eso. Si, muchos órdagos y amenazas
musitadas, pero ninguna ejecución de los derechos nacionales de Canarias que le
haga enfrentarse a la metrópoli y mucha ligereza para los asuntos sensibles de
los canarios. Sus declaraciones no hacen mella: el gobierno de la metrópoli se
ríe cuando las hace porque ya le conoce. No tanto como los que exigimos la
independencia, porque sabemos lo que queremos y qué es lo mejor para Canarias y
para los canarios. Parece usted un residente en vez del representante de un
pueblo con identidad y de una nación con ingentes posibilidades si fuera
independiente. No hable, ponga a la sociedad canaria en marcha y llévela hasta
su destino natural. No haga lo de Cataluña, allí toca un proceso de
autodeterminación previa consulta y, en Canarias, fijar un calendario con fecha
para la retirada de las fuerzas de ocupación y la descolonización.
19/11/12
Otros artículos de Isidro Santana León publicados en El
Guanche y en El Canario