El repliegue de la CIA

 

Paco Déniz

 

En un mundo dividido entre buenos y malos, qué suerte hemos tenido de caer en el lado de los buenos. Tan buenos somos que nos es imposible pensar que la UE se haya involucrado en un ejercicio de irresponsabilidad sin precedentes espoleando a la ultraderecha ucraniana, para que fuerce tratados de comercio y de adhesión con Occidente, aunque sea al precio de golpes de estado y de llevar al país a la guerra civil.

 

Somos tan buenos que es imposible que la UE no haya medido las consecuencias de su apoyo a la revuelta, y que les pudiera más la codicia que la democracia, siendo copartícipes del resurgir de odios viscerales que hacen que dos comunidades se enfrenten en las calles de una manera que recuerda a los episodios más oscuros de la guerra en Los Balcanes. Pero la culpa sólo es de Putin, que es el más malo de entre los malos, más malo que Maduro. La culpa siempre es de los otros.

 

En esta ocasión, como en tantas otras, la CIA tiene su protagonismo, pero nadie le pide nunca que se repliegue, ni siquiera los espiados y chantajeados jefes de los países europeos, que viven estupendamente arrodillados ante los norteamericanos y son amantes de las primaveras, porque siempre es primavera en los países malos. Menos en los países aliados y miembros de la OTAN, en todas partes hay primaveras, y en todas trabaja la CIA, siempre hay primaveras que apoyar y países en los que intervenir. Y como no pudieron intervenir en Siria porque Putin se les adelantó evitando la invasión norteamericana, pretendían devolvérsela en Ucrania. Pero se han topado con el invierno más crudo, el que derrotó a Napoleón y al mismísimo Hitler, devolviéndonos a la guerra fría y al sufrimiento de los pueblos.

 

Ahora, según Obama, el gobierno legítimo es el que dio un golpe de Estado, y los crimeos cometen una ilegalidad si hacen un referéndum para vincularse a Rusia, por eso apoya sus primaveras y no puede replegar a la CIA, porque ellos son los buenos buenísimos y tienen mucho trabajo que hacer y países que salvar. Aquí no se repliega ni Dios.

 

Artículos de Francisco A. Déniz Ramírez publicados en El Canario