La urgencia de repensar el nacionalismo canario
Juan
Jesús Ayala
Es de extrema necesidad y de máxima urgencia repensar
el nacionalismo canario. Volver sobre él. Analizar el contexto socio-político
sobre el que están incidiendo sus mensajes. Y hacerlo con crudeza,
clarividencia y sin engañarnos a nosotros mismos.
Ver qué es lo que
falla. Si es el discurso que no llega por ser machacón, repetitivo y sin apenas
novedad en los argumentos. O si acaso es la estructura orgánica, ajena muchas
veces al deslinde de las labores conjuntas de gobierno. O tal vez sea la
atomización de organizaciones que circulan por la senda del nacionalismo, que
en parte es la principal rémora que impide, o al menos así es hasta ahora,
avanzar hacia un concepto claro, consecuente y definitorio cual es la
pretensión a desarrollar por el nacionalismo canario, que no debe ser otra que
la consolidación de Canarias como nación en búsqueda de un Estado, y que no
será de la noche a la mañana, sino cuando la gente que vive en las Islas así lo
decida y apoye con su voluntad que se vaya por esa senda. Poner la carreta
delante de los bueyes es quedarse prácticamente en el mismo lugar.
Pero para
"refundar" antes que nada hay que "pensar" y mucho.
Repensar si la ideología nacionalista está o no en su sitio, acorde a los
impactos contundentes que se están desarrollando en otros pueblos del Estado o
si nos quedamos siempre pendientes de la subsidiaridad, dejando atrás la debida
pujanza y valentía por la pelea y exigencia de nuestros derechos históricos.
Si, por el contrario, se continúa igual o parecido, el nacionalismo canario
será autofagocitado por la inercia del tiempo, que se
puede perder en cuestiones que no conducen a abrir nuevos espacios que sean
creíbles y que sepamos hacerlos creíbles.
Cuando se mantiene el
discurso en unas elecciones generales donde la pugna se establece entre los dos
grandes partidos de ámbito estatal, PSOE y PP, se hace difícil en esta
bipolarización aumentar los votos nacionalistas por la potencia mediática de
sus campañas; esto es así hasta cierto punto, pero no del todo. En Cataluña el
voto nacionalista ha conseguido diecinueve escaños en el Congreso, los de CiU, que pasó de diez a dieciséis y los tres de ERC, que se
han mantenido. En Euskadi, el nacionalismo ha logrado obtener doce diputados,
los cinco del PNV más los siete de Amaiur. Esto viene
a demostrarnos que cuando existe un ámbito popular perfectamente definido hacia
el nacionalismo los votos están ahí y no hay quien los mueva, ni la ola del PP
ni la debacle del PSOE.
Cabría, pues, una
pregunta para comenzar, y que no solo es necesaria, sino muy importante;
obtener la respuesta adecuada para saber por qué camino se transita: ¿Canarias
es nacionalista? ¿La gente de nuestras islas realmente piensa en nacionalista
cuando va a depositar el voto en las urnas, o no? Hay que decir que no.
Canarias, en una altísima mayoría, probablemente por el desgarrador proceso de aculturización a que ha estado sometida desde diferentes y
potentes medios, no es nacionalista. Y no estamos
partiendo de una premisa falsa, sino de una evidencia perfectamente
contrastable. ¿Qué es lo que falla? ¿Tal vez son los votos dirigidos en las
autonómicas a ayuntamientos y cabildos los que influyen de manera indirecta en
el voto al Parlamento canario? Pudiera ser. Es un tema a analizar. Y no se iría
muy descaminado si se piensa que es al candidato de alcalde de un pueblo al que
se le vota por el conocimiento que sobre él se tiene y que, de paso, casi
siempre se depositan las otras papeletas por pura inercia de la costumbre
adquirida. ¿Es esto así? En un porcentaje que no es bajo hay que decir que sí.
Hay una primera cuestión a tener muy en cuenta. De ahí que sean los alcaldes y
concejales nacionalistas los que están obligados a hacer un esfuerzo por
sentirse nacionalistas, tener un marchamo ideológico consecuente con el
nacionalismo, donde el discurso tiene que ser permanente no solo en los
mítines, en las campañas, sino también hacerlo imperecedero día a día, y ello lleva
quizás cambiar las caras y motivar la enjundia del argumento nacionalista. Y
esto es una labor que hay que hacer, fomentar y formar desde los cargos
orgánicos y tenerlo como prioritario. O sea, una implicación ideológica sin
tapujos ni cortapisas de presidentes de cabildos, alcaldes y concejales
nacionalistas.
Por otro lado, se sabe
que las tareas de gobierno llevan muchas horas al día porque hay problemas de
difícil solución, y más en estos momentos de incertidumbre política y
económica, donde el tiempo para la gestión se hace corto. Y si esto es así se
hace muy difícil desarrollar con la debida extensión y profundidad pensar,
activar la reflexión desde los cargos orgánicos cuando estos coinciden a la vez
con cargos de ejecución política. Por lo tanto, habrá que deslindar la
organicidad de la gestión política. Los órganos de los partidos deben estar
para debatir y discutir las políticas a seguir y, sobre todo, para marcar
objetivos a los gobiernos desde el autonómico hasta el local y así
congruentemente operar todos en la misma dirección como un solo cuerpo, como un
solo cerebro. Sin la implicación diaria, pura y dura de los cargos orgánicos la
estructura de los partidos se tambalea y se hace poco operativa.
O sea, hay que tender
de manera decidida a construir una estructura orgánica fuerte, ideológicamente
consecuente y un programa político claro y contundente que, junto a las
vicisitudes económicas del momento, hay que estudiar y relanzar para que los
ejecuten en su medida los responsables de la acción de gobierno.
Una vez que esto
acontezca y se tenga la visión clara y diáfana de que se está en el camino, que
se cuenta con unos mandatarios imbuidos plenamente de ideología y discurso
nacionalista, sería el momento de convocar la Primera Convención del Nacionalismo
Canario, donde habría que ir ya de manera decidida hacia una refundación
nacionalista, y caminar bajo el paraguas ideológico de un solo partido, y este
pudiera ser, como referencia histórica de sus ochenta y ocho años de vigencia y
de lealtad ideológica nacionalista, el Partido Nacionalista Canario. La
refundación del nacionalismo canario sin la concurrencia y aportación
ideológica del PNC sería prácticamente inviable.
En esa Convención o
Primer Congreso Nacionalista deberían tener presencia la mayoría de los
partidos nacionalistas. Esto pudiera ser algo difícil, porque hay algunos que
pretenden ir muy deprisa, con el acelerador a fondo para llegar a la meta de
Canarias como Estado, pero sin los suficientes conductores para dar testimonio
de la consecución de ese objetivo que es fundamental. En ese posible congreso
de refundación se podrían sentar las bases argumentales desde la discusión y
sin ambigüedades hacia dónde se quiere llegar, quiénes son los que van a
adquirir esa responsabilidad y la creación de una nueva estructura orgánica
cuya finalidad primordial sea dar sentido político-ideológico y sea guía a la
acción de gobierno a desarrollar por los que estén en su momento ejecutándola.
Un nacionalismo
consecuente, ideológicamente remozado, con valentía en la toma de decisiones y
con argumentos nacionalistas de peso es necesario, vital desde la urgencia más
inmediata.
* Presidente insular de Tenerife y vicepresidente
nacional del Partido Nacionalista Canario (PNC)