Relinchones
en Aguere
Wladimiro
Rodríguez Brito *
El mundo rural tiene mucho
que ofrecer ante la difícil situación social que vivimos en las Islas. Los
niveles de paro y otros problemas sociales nos obligan a mirar para nuestro
campo como recurso básico, tanto para aportar alimentos como trabajo y ocupación.
Es difícil permanecer en silencio ante la situación actual.
En
un recorrido por los campos de Aguere, nos queda claro que tenemos un gran
potencial en las tierras ociosas. Son parcelas incluso en el interior de la vega
lagunera que cuentan con posibilidades de riego. Además, tanto hacia Geneto
como las zonas de El Ortigal, Valle de Guerra, Tejina, La Punta, etcétera,
tienen una importante superficie en abandono, lo que llamamos en Tenerife
tierras balutas. En una superficie pequeña, de unos
La
crisis del campo tiene características mundiales, más del 70% de la población
de la Unión Europea es urbana. Sin embargo, que no seamos capaces de plantar
hortalizas o sembrar maíz o frijoles en un suelo fértil, con agua y de gran
capacidad para producir alimentos, es harina de otro costal. Aquí las fincas
están cubiertas de matorrales, cañas o zarzas, que en los veranos generan alto
riesgo de incendio. Estamos en una encrucijada tan vieja como la historia
humana. El hombre ha ido disminuyendo su relación con la tierra; la urbe y su
cultura han avanzado no sólo con cemento y asfalto, sino que el cambio de
mentalidad hacia lo rural, hacia la tierra y el trabajo físico sea una de las
barreras más serias que tenemos en la actualidad. Tierras sin campesinos,
tierras sin surcos, tierras sin sueños, bancos de alimentos junto a tierras
cubiertas de maleza. Jóvenes parados y niños sin alimentar y al tiempo los
campos sin cultivar.
¿Hemos
olvidado la revolución neolítica? ¿Hay alimentos sintéticos que nos
proporcionen por el WhatsApp? Hay otros problemas: los dueños de las tierras
siguen en muchos casos con el síndrome del metro cuadrado y el solar. Más allá
de la nostalgia de un ayer que se aleja y de que en el horizonte parece que la
crisis vino para quedarse, hemos de mirar a la tierra sí o sí. Estamos en la
obligación de optimizar todos nuestros recursos, y aquí tenemos dos recursos básicos:
las personas y la tierra. Hemos de actuar sobre ambos, pero la clave es el
primero: la cultura del campo y la cultura hacia el campo (ahora que hay hasta máster
de pastoreo en la Universidad de Granada). La finca junto a la plaza de la Junta
Suprema es un ejemplo de libro de una crisis agraria y cultural; hay otros casos
como Barlovento, Garafía, Hermigua, incluso la Venezuela bolivariana y los isleños
y sus raíces campesinas. No se puede entender que en uno de los suelos más
productivos de Canarias tengamos incendios en cañaverales y zarzas, cuando es
evidente que pueden producir alimentos básicos para el ganado o bien tierras de
cultivo; que dignifiquen la vida con esfuerzo y trabajo.
Tenemos
muchos ejemplos en el municipio de Aguere de alternativas posibles: en la zona
de San Lázaro y Camino de la Villa se sembraban en los años ochenta más de
ciento cincuenta quintales de papas, unas doce fanegadas. Este año es posible
que no tengamos sembrados treinta sacos; alegan los campesinos de la zona que no
tienen semilla o que está cara, o que la pérdida de las cosechas del pasado año
les ha dejado sin semilla, quedando los sembrados de la zona en un grupo
reducido de ganaderos entre los que Pedro Molina sigue siendo la referencia en
su larga lucha, resistiendo y defendiendo el futuro. Tenemos que cambiar de
mentalidad, y sustituir los relinchones por pastos, hortalizas, cereales…
Hemos de hablar de un banco de tierras, de un pósito o banco de semillas y
abonos, aperos y otros recursos.
En
unas Islas con el 30% de paro no podemos tener más de
*
DOCTOR
EN GEOGRAFÍA