Relación
entre la metrópoli y la colonia
Isidro
Santana León
-
Disertación de Isidro Santana
León, coincidente
con la pronunciada por Álvaro Morera y en
desacuerdo con
la conferencia dada
anteriormente por el
prestigioso economista Don Juan Arencibia Rocha, en el Círculo Mercantil de Las
Palmas de Gran Canaria el 02/03/13.
La
mayoría de los acuerdos que apalabraron con los canarios precoloniales, primero
las misiones evangelizadoras, más tarde los jefes de avanzadillas militares y
por último, directamente, las monarquías europeas que pretendían el archipiélago,
o el Papado, a través del Obispo Juan de Frías y anteriormente del Deán Bermúdez,
fueron transgredidos alevosamente por las empresas extranjeras.
Después
de casi cien años de pillaje, escaramuzas y cruentas batallas de los reinos
europeos contra los indígenas canarios, finalmente la Nación Canaria es
sometida por la fuerza de las armas de los reinos pre-españoles, forzando a los
jefes indígenas a sellar acuerdos para la paz, en los que se garantizaban
algunos “derechos” para el pueblo canario, así como que éste acatara la
situación de súbdito del nuevo imperio. Los acuerdos no estuvieron exentos de
enfrentamientos con los bandos indígenas que no aceptaban la capitulación y la
entrega de la soberanía a la potencia extranjera, siendo esta reciedumbre,
perseguida, transterrada y vendida en los mercados esclavistas de Sevilla y
Valencia.
El
convenio decisivo para la pacificación, el inicio del proceso de colonización
y asimilación de la cultura extranjera, fue el Pacto de Calatayud (con el que
algunos estudiosos no están de acuerdo alegando que no existe documentación
original que lo acredite). Yo me atengo a la fuente consultada, “los Anuarios
de Estudios Atlánticos”, que aseguran que fue firmado el 30 de mayo de 1481
por Tenesor Semidán (Fernando Guanarteme) y el rey Fernando de Aragón.
Este
acuerdo, a pesar de contar con la oposición y el desprecio de una buena parte
del pueblo canario, estableció las bases para la estructura política, social,
cultural y económica del Archipiélago, desde donde también arranca el actual
Régimen Económico y Fiscal de Canarias. Es obligatorio señalar que, cuando se
sella el Pacto de Calatayud, aún no estaba sometida la Isla de Gran Canaria, de
facto se logró en 1483, ya permanecían alzados los jefes Bentejui y el Faican
de Telde, seguidos fielmente por una parte de guerreros y el apoyo de un
segmento importante de la población, y menos aún la isla de La Palma y de
Tenerife que fueron reducidas en 1492 y 1496, respectivamente. Teniendo en
cuenta que los acuerdos y los pactos entre naciones no gozan de legitimidad
cuando se imponen por la fuerza o por la supremacía militar, toda estructura
administrativa, o cuales empresas y tratados que se hagan contra la voluntad e
indefensión del pueblo sometido, es una injerencia en la vida, la armonía y el
equilibrio de éste, contrario a la Carta fundacional de las Naciones Unidas, al
“Derecho de gentes” (Derecho internacional público), debiéndose traspasar,
incondicionalmente, la soberanía a la Nación Canaria, en oposición a seguir
construyendo artificios y herramientas jurídicas que vulneran el derecho, legítimo
y natural del pueblo canario, a autogobernarse a través de un Estado propio,
dentro del concierto internacional.
Habría
que preguntarse más que, por qué no se cumple el REF –llorona permanente de
los políticos coloniales y colaboracionistas– por qué existe en Canarias un
Régimen Económico y Fiscal. La historia nos ha ido indicando cómo España se
ha opuesto al desarrollo y a la autosuficiencia de Canarias, restringiéndonos a
un sistema productivo de monocultivo, típico de las colonias, impidiendo la
diversificación de los sectores, la implantación de las energías renovables,
ceder las competencias de puertos y aeropuertos o que nos dotemos de un
mecanismo tributario propio, donde toda empresa que genere o mueva capitales en
Canarias fiscalice en ella la parte de la renta que le corresponde, por ejemplo,
el Impuesto de Sociedades, que se paga en sedes fuera de Canarias o en paraísos
fiscales.
Tampoco
hay que soslayar, groso modo, la resistencia de la Metrópoli a que nos
relacionemos de forma bilateral con otros países, incluso con los de nuestro
entorno africano, dejándonos fuera de un gran mercado que por naturaleza,
historia, geografía y por estrategia nos corresponde. ¡Nos prefieren muertos
que libres!
Nada
ha cambiado en más de 500 años sino en apariencia. Por eso me quiero referir a
la monopolista Casa de Contratación Sevillana, que en el siglo XVI impedía a
los canarios que comerciaran con la totalidad de los puertos de Las Indias,
circunscribiéndolo a dos: Costa de Tierra Firme y Barlovento, e incluso se les
llegó a suspender la posibilidad de comerciar; además le imponían que las
embarcaciones no superaran las 120 toneladas, ahogamiento que siempre han hecho
a nuestro progreso en pro de sus intereses metropolitanos. (Paradójicamente,
muy al contrario que las autoridades que hoy dicen defender nuestros intereses,
las de aquella época desobedecían las iniquidades de la Casa monopolista y
otros edictos de la metrópoli, obligándola inexorablemente a cambiar la ley, y
el pueblo se levantaba en motines contra la injusticia: la involución de la
conciencia y el esclavismo moral en el pueblo canario actual es flagrante).
Los
canarios se preguntarán por qué somos tan especiales, por qué nos dan
subvenciones; pero también por qué, para viajar a Mauritania o a Marruecos,
tenemos que ir primero a España. Tampoco sabe nuestro pueblo por qué viene
corriendo, para estar presente en el protocolo, cualquier miembro de la familia
real u otro representante del Reino, cuando el presidente de China o de otro país
del mundo visita Canarias y trata de dialogar con las autoridades de las islas.
El
colonialismo español ha somatizado de tal manera al pueblo canario, que éste
ve normal toda gestión que haga la oligarquía feudataria del reino, aunque los
mate de hambre. Son muchas las naciones que tienen sus ojos puestos en nuestro
archipiélago, donde querrían hacer sus inversiones, y los canarios y sus
esbirriles gobernantes, ciegos ante una realidad económica harto provechosa
para nuestra nación y nuestro bienestar, siguen mirando para las migajas que
España y Europa devuelven, después de haberse llevado el pan familiar. Ni el
acuerdo pesquero lo puede negociar Canarias con Marruecos, compartiendo los dos
países las mismas aguas y con el que se podría establecer relaciones
comerciales y de cooperación. Canarias –no lo digo yo, sino profesionales que
han hecho estudios de rigor en esta materia– produce y tiene potencialidades
para ser un Estado soberano, solvente, próspero y donde podríamos construir
una sociedad de bienestar y de justicia social real.
Hasta
en condición de colonia somos una de las Comunidades Autónomas menos
endeudadas, y la que más renta deja a la metrópoli: hay que echar un ojo a la
Balanza Fiscal de Canarias con España, publicado por el Ministerio de Economía
y Hacienda en el año 2008, referido al ejercicio 2005: es mucho más lo que
sacan de Canarias que lo que España deja en ella. (Esta información se puede
encontrar detallada en el periódico El Guanche nº 0) No obstante, aunque
poseemos potencialidades en materia energética: mar, sol, viento, volcanes…,
no las podemos explotar. Aunque somos punteros en desalación de aguas y
pioneros en muchos estudios sobre la biodiversidad marina y su posible aplicación
en múltiples campos, no lo podemos transformar en realidad. El Régimen Económico
y Fiscal no es más que una herramienta para hacer depender a Canarias de un
protocolo colonial que España más tarde acuerda con Europa, para hacer un
encaje de bolillos con nuestra axiomática situación colonial, mientras que
nuestros intereses sólo se pueden materializar, no con un estatuto de Autonomía
colonial, ni con un eufemismo tal es la Región Ultraperiférica, sino
adquiriendo nuestra soberanía nacional. Nada es posible: ni delimitar nuestras
fronteras marítimas, nuestro espacio aéreo, nuestros fondos abisales y nuestra
Zona Exclusiva Económica, si no nos convertimos en un Estado soberano. Para
poner en marcha nuestra economía, para poder relacionarnos bilateralmente con
otros países, para poder fiscalizar las rentas, en definitiva, para poder
vertebrar nuestro futuro, precisamos inexorablemente de la independencia. Una
colonia es un país subdesarrollado, no porque no pueda desarrollarse, sino
porque el colonialismo se lo impide y lo necesita así. Con las leyes que
contamos para administrar esta sociedad cuasi-feudal, no podemos cambiar el
estatus, porque el estatus son las leyes colonialistas españolas. Se hace
necesaria una estructura política con el objetivo bien claro, para llevar a
nuestra nación a la situación natural que le corresponde. Para ello es
imprescindible la implicación de todos los sectores de la sociedad canaria,
anteponiendo nuestra cuestión nacional a los intereses ideológicos,
partidistas y particulares, porque solo alcanzando la soberanía estaremos en
condiciones de hacer leyes que propicien la liquidación del colonialismo y el
paso a la libertad. Ningún pueblo puede planificar su futuro mientras esté
bajo el dominio de otro. Las colonias son exclusivamente para la explotación de
las metrópolis y mientras se mantenga ese estatus, los pueblos y sus
situaciones sociales, culturales, económicas, sanitarias y de libertad en
general no cambiarán jamás. Canarias puede, tiene sobradas garantías para
subsistir independiente, como también un claro motivo para seguir hundiéndose:
continuar bajo el sometimiento colonialista español. Yo no tengo nada contra
España, pero si toda la repulsión a su vergonzoso y abusador colonialismo. Sólo
soy un canario que creo darme cuenta de esta vetusta realidad; sin la suma de
los demás hermanos, poco o nada se puede hacer en beneficio de nuestro pueblo.
Hoy más que nunca necesitamos la Independencia.
Isidro
Santana León 02/03/13
[*]
Pacto
o Carta de Calatayud (1)
Pacto
o Carta de Calatayud (2)
Pacto
o Carta de Calatayud (3)
Pacto o Carta de Calatayud (4)
Pacto
o Carta de Calatayud (5)