Se regala banco, razón: Bankia
Antonio
del Pino
Un agujero de 20.000
millones no es un agujero cualquiera, pero sí lo suficientemente grande para
que el Gobierno nacionalice Bankia o su matriz BFA
(Banco Financiero y de Ahorros), que para el caso lo mismo da. Saltaba la
noticia a los medios de comunicación como un jarro de agua fría, cogiendo a los
inversores por sorpresa y por la espalda, porque a ninguno se le dio la
posibilidad de vender las acciones a tiempo. Es difícil aceptarlo, pero ¿quién
podía creer que solo unas semanas después de presentar la nueva web de Bankia a los clientes se
fuera al traste -por medio de un agujero- una de las mayores corporaciones
financieras de Europa? Y, sobre todo, ¿quién o quiénes han sido los
responsables de tal miseria económica? ¿Quiénes sabían de la existencia de este
agujero? Un análisis superficial de los últimos veinticuatro meses puede
arrojar la luz suficiente para detectar quiénes han sido los culpables del robo
a más de 350.000 accionistas que han visto devaluarse sus acciones y, probablemente,
perderlas para siempre.
Pero desde luego quien
no es culpable por este desaguisado es el ministro Luis de Guindos. Este
hombre, que no es del PP, actuó como un torero al cargarse de un plumazo a
Rodrigo Rato, máximo responsable de este agujero. Cargarse a un vicepresidente
económico del Gobierno de Aznar, expresidente del
FMI, expresidente de Caja Madrid y ahora expresidente de Bankia, y además
recomendado por el propio Rajoy, constituye un acto de valentía que yo todavía
no había visto en democracia y estoy seguro de que muchos de ustedes tampoco.
Qué pena que actos de responsabilidad democrática como este no veremos muchos,
porque con estos ejemplos es como el ciudadano se da cuenta de la importancia
de la coherencia política, algo que en el Gobierno de Canarias no saben lo que
es. Si lo supieran, Paulino habría dejado de ser presidente antes del Diluvio.
No vale todo, y lo que no sirve hay que tirarlo a la basura.
Curiosamente, este
agujero tiene paralelo con los 20.000 millones, pero en este caso de pesetas,
del Banco de Descuento, promocionado por Manuel Prado y Colón de Carvajal y su
hermano, que fue el presidente. Tal desbarajuste hizo que el Banco de España
interviniera el banco en 1981. ¿Y qué pasó? Por lo que yo sé, Manuel Prado fue
el intendente del Rey por más de veinticinco años. Ahora añádale usted un poco
de imaginación. Quizás de la misma manera que se cerró aquel caso se cerrará
también este.
¿Y qué podemos pensar
del PP? Cuando vemos que desde Valencia y Madrid sus respectivos presidentes,
Francisco Camps y Esperanza Aguirre, se encargaron de promover la fusión de Bancaja y Caja Madrid con otras cinco pequeñas entidades,
es fácil comprender que este movimiento político tiene que estar pensado para
asegurar un futuro financiero que les pueda proteger contra el PSOE y CiU.
A partir de aquí todo
es pura política, que viene a ser lo mismo que decir pura corrupción. Esa
palabra que no le gusta a Rajoy que se aplique a los políticos como le replicó
a Rosa Díez. Rato nombró a dedo a un consejo de administración compuesto de amiguetes, eso sí, con buenos sueldos para que todos
tuvieran la boca cerrada aunque el barco estuviera yendo proa al marisco. Y del
equipo directivo que no sirvió para nada también son la mayoría hombres de
confianza de Rato.
Y durante todo este
tiempo ¿qué estaba haciendo el Banco de España? Ya me gustaría a mí saber en
concepto de qué, dada la falta de control de la autoridad monetaria, se pagan
sueldos astronómicos a estos individuos que tienen como prioridad la salvaguarda,
el control riguroso y las inspecciones de depósitos de los recursos financieros
de todos los bancos de la nación. Cuando un error de este calibre puede dar al
traste con un país, las responsabilidades deberían ser fulminantes. Recuerdo
que cuando el negativo de mi cuenta iba a llegar a los noventa días, el
director de mi sucursal me llamaba para decirme que el Banco de España está
controlando las cuentas con negativos y que había que regularizar. A lo mejor,
en el Banco de España hacen como los judíos del tiempo de Jesús: colaban el
mosquito y dejaban pasar el camello; aunque hoy está de moda decir elefante,
pero muerto, claro.
Al final, todas estas
juergas que se han justificado los directivos de Bankia,
diciendo a bombo y platillo que esta es una de las mejores opciones para
invertir, no fueron más que un "bluff",
donde unos cuantos han jugado con ventaja a sabiendas de que nada iba a
pasarles si se excedían en las estimaciones. Sin embargo, el auditor, nada
menos que Deloitte, dio por bueno la constitución de Bankia
y firmó las cuentas auditadas a los inversores librando con ello un golpe de
muerte a la entidad ante los ojos de la Comisión Nacional del Mercado de
Valores. ¿Para dónde estaban mirando? El truco del almendruco: el Gobierno
pagará con dinero público lo que no quiere pagar para que nuestra sanidad y
educación sigan prestando servicios al ciudadano.
A nadie de estos
sinvergüenzas le interesa lo que les pase a aquellos que van a pagar esas
facturas, los de a pie, para que otros vayan en coches de lujo, como si sus
culos fueran mejores que los nuestros. Tú y yo seguiremos pagando la otra parte
de este robo a mano armada. Primero fueron a por los accionistas, muchos de
ellos de nuestra tierra, que creyeron en las palabras huecas del márketing, y ahora van a por nosotros, los pagadores
finales, porque todo lo pagamos nosotros con nuestro dinero, con el poco que
nos queda y que aún siguen descontando.
Con todo esto, la
impresión que tengo es que este Gobierno quiere chuparle la sangre al ciudadano
hasta que no le quede fuerza ni para hablar. Cuando somos nosotros, los
ciudadanos, quienes tenemos el poder para erradicar a estos mentecatos de en
medio, y, sin embargo, nos quedamos con la boca abierta esperando a ver qué
pasa después. Nada pasará después si tú no tomas acción hoy. Gobierno como este
y gente como esta son quienes están dejando a España desnuda, maltrecha y, para
colmo de males, se llevará por delante a su colonia, dejando a estas islas en
una situación política delicada, frágil, ante un posible deseo de adhesión por
parte de Marruecos.
Este panorama,
dramático para España pero terminal para las Islas Canarias, es único, pues
nunca se ha dado una situación tan crítica como esta en democracia que nos
permita decir que con la independencia de Canarias estaríamos mejor. Esa
expresión ahora es real. Estamos siendo arrastrados por la fuerza que ejerce
España sobre las Canarias, y, si no cortamos el cable que nos tiene unidos, nos
hundiremos antes que ella, porque Canarias es frágil y débil cuando no tiene el
poder que le otorgaría la comunidad internacional si pidiera ser un Estado
independiente. Si lo fuera, no tendríamos que preocuparnos por los agujeros de
miles de millones que se han hecho a la sombra del poder en la metrópoli,
amparados por el silencio cómplice de los partidos políticos y los sindicatos.
Mientras haya mamanza, a engordar la panza.
¿Hasta cuándo vamos a
seguir esperando y aguantando las catastróficas medidas de nuestros políticos,
los de aquí y los de allá? ¿Hasta cuándo vamos a seguir esperando por ese grito
de libertad que nos libraría del yugo de la esclavitud política del siglo XXI?
Reflexiona en estas preguntas, porque en esa reflexión se encuentra la
libertad, libertad que podemos obtener solo pidiendo lo que por derecho nos corresponde,
nuestra nación canaria.
A mí me gustaría que Bankia pueda remontar por encima de los índices bursátiles
y flotar por encima de la miseria en la que le han dejado sus iluminados jefes.
A mí me gustaría que no queden impunes aquellos que han contribuido a la caída
en bolsa y posterior intervención del Gobierno. Sobre todo, me gustaría que los
inversores recuperen lo invertido, porque muchos cayeron en la trampa de un márketing que dejaba entrever solidez económica.
Es curioso que ni el
BBVA ni el Santander quisieran quedarse con Bankia ni
contando con las ayudas del gobierno. Si ellos no han querido entrar, es que
ese negocio no sirve, y si sirve será a largo plazo. Es decir, que el Gobierno,
dentro de tres años, o la vende o la disuelve. Por lo tanto, no le extrañe si
ve en los periódicos este anuncio: "Se regala banco, razón: Bankia".