La próxima reforma de Rajoy

 

Antonio del Pino *

Seguro que ha oído el ruido que ha producido el presidente con esa basura de reforma laboral, y si no lo ha oído es que está usted de vacaciones en la estación espacial ruso-americana. Ahora se le llama a la destrucción reformas. Contamos con la reforma laboral, la reforma financiera y ahora deberíamos también forzar, sí, digo forzar, la reforma política.

Yo imagino que el pueblo español ya tiene de sobra sabido que en este país la realidad se vive delante de los televisores o leyendo los periódicos. De hecho, ustedes verán que los políticos se comunican a través de algunos periodistas y de algunos periódicos que no sirven más que para limpiarse el culo con ellos. Es decir, que el ciudadano de a pie no es más que una pieza de un gigantesco ajedrez, donde las autoridades se gastan su tiempo provocando en estos la infelicidad, el aumento de las deudas, el hambre y el impago de hipotecas, al tiempo que les presiona fiscalmente hasta que las asaduras revienten por las orejas. Esta visión gráfica no es más que la realidad vigente a manos de unos descerebrados que han creado la teoría, que por otra parte muchos inteligentes han seguido, de que al que se está ahogando hay que echarle tempestades. O al que está a punto de perder el trabajo ya, habría que quitárselo. Esa es la cordura que existe entre esos iluminados que pregonan a los cuatro vientos que todo esto tiene un sentido, y yo estoy convencido de que sí. España se está desangrando y estos creen que será mejor esperar a que se desangre toda antes que aplicar un torniquete y así parar la hemorragia.

Al final, aquellas consignas que se oían cuando las manifestaciones del 15M se han cumplido. Aquellas que decían "no somos culpables de la crisis", o "no vamos a pagar la crisis" me siguen resonando en mi cerebro, y me doy cuenta de que nadie en este país, empezando por el 15M, no ha tenido, ni tiene, ni tendrá los c... para provocar mediante un cambio de timón a todos estos que nos han llevado a la miseria, la urgente reforma política de esa España, madre de las mayores corrupciones que ha vivido no solo la democracia, sino la dictadura también.

El despilfarro de miles de millones de euros de los fondos públicos, manejados sin control por astutos políticos en todos los rincones de España, deja una vez más de manifiesto que la podredumbre de la clase política no es ya una infección local, sino una cangrena general. Ya no hay cotas que rebasar porque ya no hay vergüenza, quizás porque nunca la han tenido. Y sin embargo mirad cuánto control se ejerce sobre los infelices sin trabajo, con prestación por desempleo, que cobran miserias. Cuán preocupados están por las migajas que se pierden. Y por el otro lado billones de euros perdidos que nos veremos negros para recuperarlos, pero que a los responsables de haberlos despilfarrado ahí van en coches oficiales y en retiros dorados y que tú y yo seguiremos pagando de una o de otra manera.

Esta reforma laboral está actuando como un cáncer metastásico que nos abarcará el trabajo -a los que les queda-, la familia, nuestros sueños y nuestro futuro; y con todo ese panorama seguiremos pagando sustanciosas pensiones a expresidentes y exministros y toda una suerte de rara avis que anidan en los entresijos del poder. Este es el mejor tiempo que ha existido en la historia para hacer que esos privilegios mueran el día que acaben el periodo de mandato. ¿Qué es lo que pasa contigo cuando terminas tu contrato laboral? Te dan el finiquito y a veces sin las gracias. Y es eso lo que hay que hacer con todos estos muermos que nos han caído sobre nuestros hombros para ahogarnos de deudas cuando ellos pagan las suyas gracias a nuestras lágrimas. No tienen suficiente con la seguridad de un buen salario durante un mandato que aun se fabrican prebendas para dar a entender que debería el Estado seguir pagando a semejantes inútiles. Y aunque hayan despilfarrado el dinero a sabiendas o por error, nada les pasa, porque se saben impunes. Para que luego digan que todos somos iguales ante la ley.

Esta reforma de Rajoy ha cortado a los españoles los derechos, también los brazos; y a algunos hasta las dos piernas. Ha dejado a nueve millones de activos con el culo a dos manos, expuestos al cabreo del empresario, al no me gustas, al "o lo tomas o lo dejas"; hay muchos esperando. Esta reforma nos ha vendido y a tan bajo precio que no valemos nada. Sin embargo, ellos dicen que hay que hacerlo para conseguir los objetivos. Y yo digo que, aunque esta reforma funcione, cuando lo haga será tarde. Para ese tiempo muchos ya no estaremos aquí. Y algún ministro aun diría: "Sabíamos que teníamos razón, nuestra reforma funcionó". Pero nunca repararon en el costo. Ya ellos tienen el estómago lleno y a quienes destrozaron sus vidas ya no las podrán recuperar.

Por todo esto hay que provocar la reforma política, para que no sea solo la clase trabajadora quien pague la factura de la deuda, sino la clase política también. Se debería empezar obligando al Gobierno a reducir al 50% los diputados del Parlamento nacional, dejándolo con 175 escaños. Desaparición total del Senado y de los cabildos insulares. Reducción en la misma proporción de las diecisiete cámaras de las comunidades autónomas, de los ayuntamientos, de los consejos de administración de las administraciones públicas y fiscalizar el 50% del neto, después de impuestos, de todos los bancos que generen más de 100 millones de euros de beneficio.

Todo lo que se acaba de leer en el párrafo anterior se puede hacer de la misma forma que se hizo la reforma laboral y financiera. Hay que aplicar el mismo criterio para sacar a España y a los españoles de una encrucijada que podría acabar mal, porque ahora mismo ya está empezando mal. Lo curioso es que con este recorte promovido por una eventual reforma política se podría ahorrar cada año nada más y nada menos que 120.000 millones de pesetas, unos 722 millones de euros. Con este dinero le podríamos dar de comer a 6 millones de parados, dándole a cada uno de ellos 1.666 euros mensuales, y aquí también estarían incluidos los casi 5.000 políticos que tendrían que ir al paro. Al final todos salen ganando, los gobernantes y los gobernados.

Y todo esto es muy fácil de llevar a la práctica; solo hay que modificar la ley electoral y subir el ratio de votos, de manera que, como pasa en Canarias, que son elegidos 15 diputados, la ley de D´Hont se ajusta para que solo salgan elegidos 8, y así en todas las circunscripciones. Ningún partido se vería afectado, ya que la representación en la Cámara sería de los mismos porcentajes, y así pasaría obviamente con todos los ayuntamientos de España.

Esto no es más que una radiografía de una España que está enferma y moribunda, y a la que Canarias está adherida por el peso de las armas. Rajoy ha sido un buen sastre, le gusta el recorte y ha metido tijera hasta el alma. A ver si tiene valor ahora para meter el estoque en la clase política a la cual pertenece. Espero que el 15M ande buscando cómo engodar el anzuelo y empiece a reclamar por toda la geografía del país esta nueva reforma, que por otra parte no sería más que el pago de la clase política por los más de treinta años de privilegios a costa de los ciudadanos.

delpinoeldia@yahoo.com

Fuente: Publicado en el periódico El Día, 4-03-2012